Mira cómo las
influencias demoníacas se producen en los objetos. Pero te explicamos por qué
no debes temerlas
¿Qué es un
maleficio? ¿Debemos realmente temerlo? ¿Nos debe asustar? La Iglesia, por su
parte, condena firmemente la magia.
CONTRA LAS PRÁCTICAS
MÁGICAS
Según el Catecismo de la
Iglesia católica, (2117) “todas las prácticas de
magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas
para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo
—aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de
la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una
intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios.
Llevar amuletos es también reprensible”. (http://www.credereoggi.it).
EL DOCUMENTO DE LOS
OBISPOS
Los obispos de la Toscana han
emitido uno de los documentos más exhaustivos y completos en este campo: la
nota pastoral a propósito de magia y demonología (junio 1994). A pesar de ser
explícitamente una intervención de naturaleza teológico-pastoral, no se ocupa
sólo de proponer con claridad el juicio doctrinal de la Iglesia sobre las
desviaciones de la magia, del satanismo y del “maleficio”,
sino que expone y analiza el hecho de la magia y sus diversas
formas (esorcismo.altervista.org).
EL HECHIZO Y EL
SORTARIO
En la “Nota
Pastoral de la Conferencia Episcopal Toscana – Maleficio, Posesión diabólica e
intervención de la Iglesia” se lee:
Una forma particular de magia,
con el fin de perjudicar al prójimo, está representada por el así llamado maleficium.
Tomás de Aquino lo cuenta entre los pecados mortales.
Vulgarmente se le conoce como “mal de ojo”
(“un mal hecho con la mirada”) o “hechicería” (“hacer algo simbólico con
la intención de desear mal o dañar”). Se trata de formas rudas y
populares de magia, a veces realizadas por ignorancia o per ingenuidad, otras
veces con una verdadera y propia intención maligna.
El sortario debe su nombre a una práctica muy difundida en la Edad
Media, consistente con el objetivo de prever y dirigir los destinos con sus
hechizos. A su vez, el sortario no es otra cosa que el heredero occidental de
los magos de la Persia antigua y Asiria que empezaron el estudio oficial de los
astros y terminaron recurriendo a los métodos ocultos orientados a asegurar venganzas particulares; y siguieron esta
práctica algunos grupos de finales de la Edad Media hasta los modernos “hechiceros” de sello popular o de más alto perfil
“profesional”.
HECHIZO COMO MALDICIÓN
El “hechizo”
se hace para dañar a alguien. Generalmente es entendido como un acto de
maldición, un gesto de condena o un fenómeno de sugestión capaz de producir mal
a quienes está dirigido, sin que se piense -al menos de manera directa o
explícita- en un acto de naturaleza demoniaca.
A pesar de su carácter de
ingenuidad, tal acto es inaceptable desde el punto de vista cristiano en la
medida en que se coloca como un actuar contrario a la virtud de la religión, la
justicia y la caridad. No se puede aceptar que alguien desee y obre a favor del
mal de alguien.
HECHIZO COMO OBJETO
DEMONIACO
Es mucho más grave el “maleficio” que tiene la presunción de entregar el
propio objeto (elementos inanimados, animales y sobre todo personas) al poder o
la influencia del
demonio. En casos similares, cuando entra en acción esta específica
presunción, asume la forma de magia “negra” y constituye un actuar gravemente pecaminoso.
EL VÍNCULO CON LA
POSESIÓN
Gabriele
Amorth escribió sobre el maleficio: “Puede
ser llevado a cabo de muchas maneras distintas: atadura, mal de ojo, maldición…
Pero el modo más
usado es el hechizo: y digamos también que el hechizo es la causa más frecuente que encontramos en quienes son
afectados por la posesión u otros trastornos maléficos” (G.
Amorth, Un esorcista racconta – Un exorcista cuenta).
Y continúa: “El nombre viene del hacer o confeccionar un objeto,
hecho con el material más extraño y variado, que tiene un valor casi simbólico:
es un signo sensible de la voluntad de perjudicar y es un medio ofrecido a
Satanás para que imprima su fuerza maléfica”.
VARIAS
DENOMINACIONES
De acuerdo con el exorcista, “según el objetivo que se proponga, el maleficio puede
adquirir varias denominaciones. Puede ser de división si es dirigido a hacer que dos esposos, dos novios, dos
amigos se separen (…). Puede ser de enamoramiento,
si es orientado a hacer que dos se casen (…). Otros maleficios son de enfermedad, es decir que la persona
designada esté siempre enferma; otros son de destrucción (los así llamados maleficios de muerte)”.
CUANDO NO SON
EFICACES
El padre Amorth precisa: “A menudo los maleficios no alcanzan su objetivo por varios
motivos: porque Dios no lo permite; porque la persona afectada está bien
protegida por una vida de oración y de unión con Dios; porque muchos hechiceros
son incompetentes, o son auténticos estafadores; porque el demonio mismo es un
mentiroso desde el principio (como lo dice el Evangelio), engaña a sus mismos
seguidores”.
¿POR QUÉ LOS PERMITE
DIOS?
El exorcista aclara la duda de
por qué Dios
permite que alguien pueda perjudicar a otro. “Hay quien se sorprende sobre el porqué de que Dios permita estas
cosas. Dios nos ha creado libres y no reniega nunca de sus criaturas, ni
siquiera de las más perversas; luego al final hace las cuentas y le da a cada
uno lo que merece, porque cada uno será juzgado según sus obras. Mientras tanto
podemos hacer buen uso de nuestra libertad y tendremos mérito; podemos usarla
mal y tendremos culpa. Podemos ayudar a los demás y podemos dañarlos con muchas
formas de atropello. Por citar una de las más graves: pagar a un asesino para
que mate a una persona; Dios no está obligado a impedirlo. También pagarle a un
mago, a un brujo, para que haga un maleficio contra una persona; incluso en
este caso Dios no está obligado a impedirlo aunque, de hecho, muchas veces lo
impide”.
EL RECHAZO DE LA
IGLESIA
Algunos fieles se preguntan, ¿es real el
“hechizo? ¿Tiene efectos reales? ¿El
demonio se puede servir de personas malas y, por lo tanto, de gestos como el
“hechizo” o el “mal de ojo” para hacer mal a alguien?
La respuesta es ciertamente
difícil para los casos individuales, pero no se puede excluir, en las prácticas de este género, alguna
participación del gesto maléfico en el mundo demoniaco, y viceversa. Por
esa razón, la Iglesia siempre ha rechazado firmemente y rechaza el “maleficium” y
cualquier acción afín al mismo (http://www.amicidomenicani.it).
Aquí te ofrecemos algunos ejemplos de
oraciones para cuando creas que eres víctima de un maleficio.
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