Lucas 22, 14-20. Fiesta Jesucristo es Sumo y Eterno
Sacerdote que instituye el sacerdocio y la Eucaristía.
DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN LUCAS 22, 14-20
Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza, sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros.
Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles; y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» De igual modo, después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza, sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros.
ORACIÓN INTRODUCTORIA
¡Señor, cuánta seguridad me dan tus palabras! Has dado tu vida por mí y me esperas en la casa del Padre. No dejes nunca que pierda de vista la meta a la que me llamas. Fortaléceme por medio de esta meditación para que logre pasar de la divagación a la oración y pueda transformarme en un auténtico receptor de tu gracia.
¡Señor, cuánta seguridad me dan tus palabras! Has dado tu vida por mí y me esperas en la casa del Padre. No dejes nunca que pierda de vista la meta a la que me llamas. Fortaléceme por medio de esta meditación para que logre pasar de la divagación a la oración y pueda transformarme en un auténtico receptor de tu gracia.
PETICIÓN
Señor, dame la sabiduría y fortaleza para seguir por tu camino.
Señor, dame la sabiduría y fortaleza para seguir por tu camino.
MEDITACIÓN DEL PAPA FRANCISCO
Palabra y
pan en la mesa se vuelven una cosa, como en la última cena cuando todas las
palabras de Jesús, todos las señales que había hecho se condensaron en el gesto
de partir el pan y de ofrecer un cáliz, anticipación del sacrificio de la cruz,
y en esas palabras: ‘Tomad y bebed este es mi
cuerpo, tomad y bebed esta es mi sangre’.
El gesto
de Jesús realizado en la última cena es el agradecimiento extremo al Padre por
su amor y misericordia. Agradecimiento en griego se dice eucaristía, y por eso
el sacramento se llama eucaristía. Es el supremo agradecimiento al padre que
nos amó tanto al punto de darnos a su Hijo por amor. Por esto el término
eucaristía resume este gesto de Dios y del hombre juntos. Gesto de Jesucristo
verdadero Dios y verdadero hombre.
Por lo
tanto la celebración eucarística es algo más que un simple banquete, es el
memorial de la pascua de Jesús, el misterio central de la salvación. Memorial
no significa solamente un simple recuerdo, pero quiere decir que cada vez que
celebramos este sacramento participamos al misterio de la pasión, muerte y
resurrección de Cristo. La eucaristía constituye el auge de la acción de
salvación de Dios.» (S.S. Francisco, catequesis, 5 de febrero de 2014).
REFLEXIÓN
Cristo estaba ansioso de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Sabe lo que esta Pascua significa, pero no la teme, sino la desea, no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse, es su adiós en el tiempo.
Cristo estaba ansioso de celebrar la Pascua con sus apóstoles. Sabe lo que esta Pascua significa, pero no la teme, sino la desea, no huye, sino que la prepara cuidadosamente. Quiere compartir la mesa con sus apóstoles, despedirse, es su adiós en el tiempo.
A
nosotros también nos espera Cristo para compartir la mesa con nosotros. Y si al
hacerlo nuestros corazones se encuentran abiertos y deseosos de conocer más y
mejor al Señor, el Espíritu Santo trabajará en cada uno de nosotros, y así
podremos vivir, cada día más, como cristianos auténticos, esforzándose por
adquirir las virtudes necesarias para ello.
Jesucristo
es Sumo y Eterno Sacerdote que instituye el sacerdocio y la Eucaristía. En este
jueves hagamos una reflexión de agradecimiento. Al despedirse Él, también
promete su presencia viva, poniendo en manos de los Doce al Espíritu Santo que
hará realidad el misterio de la Eucaristía. Demos gracias al Señor por cada
sacerdote que hace posible, por medio del Espíritu, la presencia viva de
Cristo.
Oremos
por las vocaciones, que no falten hombres que con sus manos consagradas hagan
presente a Cristo para poder recibir la vida de Dios en la Eucaristía.
HIMNO SACERDOTAL
Brota de mi corazón un himno ardiente cuajado en el manantial del ser: Jesús
Martí, yo te elijo, vente, yo te llamo: Jesús Martí Ballester.
Cogiste mi corazón de niño con ternura delicada y paternal, me sedujeron
tu afecto y tu cariño y me dejé cautivar.
Yo escuché tu llamada gratuita sin saber la complicación que me
envolvía, me enrolé en tu caravana de tu mano sin pensar ni en las espinas ni
en los cardos.
Te fui fiel, aunque a girones fui dejando en mi camino pedazos de
corazón,
hoy me encuentro con un cáliz rebosante de jazmines que potencian mis anhelos juveniles y me acercan más a Dios.
hoy me encuentro con un cáliz rebosante de jazmines que potencian mis anhelos juveniles y me acercan más a Dios.
En el ocaso de la carrera de mi vida siento el gozo de la inmolación a Ti.
Tienes todos los derechos de exigirme, puedes pedir si me ayudas a decir
siempre que ¡Sí!.
Necesitaste y necesitas de mis manos para bendecir, perdonar y
consagrar; quisiste mi corazón para amar a mis hermanos, pediste mis lágrimas y
no me ahorré el llorar.
Mis audacias yo te di sin cuentagotas, mi tiempo derroché enseñando a
orar, gasté mi voz predicando tu palabra y me dolió el corazón de tanto amar.
A nadie negué lo que me dabas para todos. Quise a todos en su camino
estimular. Me olvidé de que por dentro yo lloraba, y me consagré de por vida a
consolar.
Muchos hombres murieron en mis brazos, ya sabrán cuánto les quise en la inmortalidad,
me llenarán de caricias y de flores el regazo, migajas de los deleites de su
banquete nupcial.
Pediste que te prestara mis pies y te los ofrecí sin protestar, caminé
sudoroso tus caminos, y hasta el océano me atreví a cruzar.
Cada vez que me abrazabas lo sentía porque me sangraba el corazón, eran
tus mismas espinas las que me herían y me encendían en tu amor.
Fui sembrando de hostias el camino inmoladas en la cenital consagración:
más de treinta mil misas ofrecidas han actualizado la eficacia de tu redención.
No me pesa haber seguido tu llamada, estoy contento de ser latido en tu
Getsemaní; sólo tengo una pena escondida allá en el alma: la duda de si Tú
estás contento de mí.
Mi gratitud hoy te canto, ¡Cristo de mi sacerdocio! Mi fidelidad te
juro, Jesucristo Redentor. Ayúdame a enriquecer con jardines a tu Iglesia, que
florezcan y sonrían aún en medio del dolor.
Sean esos jardines para tu recreo y mi trabajo, multiplica tu presencia
por los campos hoy en flor, que lo que comenzó con la pequeñez de un pájaro, se
convierta en muchas águilas que roben tu Corazón.
DIÁLOGO CON
CRISTO
Gracias, Señor, por recordarme que la Eucaristía es ese fuego que puede
ir ablandando la coraza de piedra que aprisiona y endurece mi corazón. Permite
que no participe simplemente como un observador en tu Eucaristía, sino que la
sepa adorar, para poder unirme humildemente, con un corazón arrepentido, a tu
oración. Toma todos mis esfuerzos y sacrificios de hoy por esta intención.
PROPÓSITO
Participar en una hora eucarística como un acto de reparación por los sacrilegios que se comenten en torno a la Eucaristía.
Participar en una hora eucarística como un acto de reparación por los sacrilegios que se comenten en torno a la Eucaristía.
HOY ES UN DÍA ESPECIAL
PARA REZAR POR LOS SACERDOTES
P. Clemente González
Catholic.net
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