MADRID, 11 Oct. 16 / 11:30
am (ACI/Actuall).- Elisabeth Smart tenía solo 14
años una noche de junio de 2002, cuando comenzó su calvario. Estaba en su
cuarto, junto con su hermana, a punto de dormirse cuando de repente sintió un
cuchillo en el cuello, seguido de una voz ronca que le decía: “Sal de la cama, ven conmigo o mataré a toda tu familia”. Ese fue
el principio de un infierno
basado en los abusos, el alcohol y la pornografía.
Su desaparición ha sido una de las más mediáticas de los últimos años,
tanto que llegó a denominarse ‘el secuestro del
siglo’. Gracias a una extensa investigación policial, la joven fue
liberada a los nueve meses y sus captores fueron condenados a cadena perpetua.
Hoy con 28 años, Elisabeth tras años de ayuda psicológica se ha
convertido en una activista contra el abuso de menores.
Como parte de la campaña de la ONG ‘Luchemos por la nueva droga’, Smart
ha decidido contar como la pornografía influyó en, como lo denomina ella, “los nueve meses más largos de mi vida”.
La joven estuvo retenida en un camping en las afueras del estado de Utah
(Estados Unidos), por Brian David Mitchell, un vagabundo y pedófilo a quién
había contratado la familia Smart para que les hiciera arreglos en la casa, y
la mujer de éste, Wanda Eileen.
Durante ese tiempo, Elisabeth fue violada repetidamente, la obligaron a
consumir alcohol, fumar y sobre todo a ver pornografía para después repetir
esas escenas pero en vivo y en brazos de su captor.
“Ver porno no era suficiente para él. Tener sexo
con su mujer después de ver los vídeos tampoco era suficiente, siempre quería
más. Cuando pensaba que ya había tocado fondo, mi captor se inventaba otra cosa
peor”, relata la joven.
Un día, cuenta Elisabeth, el hombre la obligó a beber tanto alcohol que
perdió el conocimiento. Cuando se despertó sola en el bosque, tenía todo el
pelo lleno de vómito y sus ojos llenos de lágrimas. “Cuando
me desperté pensé: ‘es imposible que me hagan algo peor’”.
Pero la mente enferma de Mitchell siempre iba a más. “A los pocos días mi captor estaba emocionado porque
había descubierto algo, se acercó y me dijo: ‘tengo algo que enseñarte y tienes
que verlo, no puedes quitar la mirada’”.
El hombre le enseñó una revista pornográfica famosa por ofrecer
contenido completamente aberrante. “Se pasaba
viendo la revista todo el día y comentaba cada imagen, cada mujer que aparecía,
estaba obsesionado. La revista pornográfica le hacía violarme cada vez más, más
de lo que ya lo hacía- que era mucho-”.
“No puedo asegurar que la pornografía le obligara a
secuestrarme, pero sí se que el porno convirtió mi cautiverio en un infierno”.
Mitchell estaba obsesionado con la pornografía, “tenía
el alma consumida, cuando veía porno se volvía más violento, sus ojos
cambiaban”, explica la joven.
Cuando Elisabeth fue rescatada y contó todo lo que le habían hecho, su
familia quedó desolada, pero su madre le dio un consejo que ha mantenido desde
entonces. “Superar este periodo de tu vida no va a
ser fácil, puede que pienses que nunca lo vas a superar pero la mejor venganza
que les puedes dar es que seas feliz”.
Gracias a su fe, a su trabajo como activista y largas horas tocando el
arpa, algo que le “calma el alma” según
dice, Elisabeth Smart ha salido adelante.
LA PORNOGRAFÍA: LA
DROGA MÁS ADICTIVA
Cada vez más estudios apuntan a que la pornografía es la droga del siglo
XXI, una epidemia que afecta psicológicamente a quién la consume.
Actuall ya apuntaba que el 10% de la población es adicta al porno. Según
Óscar Tokumura, autor del libro La pornografía online. Una nueva adicción, la
pornografía es de fácil adicción y hay indicios de que sí afecta físicamente al
cerebro “reduciendo su tamaño en la zona en la que
se genera la dopamina, que es el neurotransmisor que genera la excitación”.
La sexóloga Thérèse Hargot aseguraba también que la industria
pornográfica es la responsable de la revolución sexual de hoy en día. “La pornografía es el nuevo vector normativo en materia
de vida sexual”.
Publicado originalmente en Actuall.
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