VATICANO, 17 Nov. 16 / 09:05 am (ACI).- El Papa Francisco hizo el 17
de noviembre una dura condena contra la corrupción, indicando que es la peor
plaga social, esclaviza al hombre y le convierte en adorador del “dios” dinero y seguidor del diablo.
En su discurso a miembros de la Asociación de Empresarios Católicos, a
los que recibió en audiencia en el Palacio Apostólico, el Papa quiso
reflexionar sobre tres retos que deben asumir: “el
reto de usar bien el dinero, el reto de la honestidad y el reto de la
fraternidad”.
Sobre el primero, el Papa señaló que “el
dinero debe ‘servir’, en vez de ‘gobernar’. El dinero es solo un instrumento
técnico de intermediación, de comparación de valores y derechos, de
cumplimiento de las obligaciones y de ahorro. Como toda técnica, el dinero no
tiene un valor neutro, sino que adquiere valor según la finalidad y las
circunstancias en que se usa”.
Para el Papa, “cuando se afirma la
neutralidad del dinero, se está cayendo en su poder. Las empresas no deben
existir para ganar dinero, aunque el dinero sirva para medir su funcionamiento.
Las empresas existen para servir”.
En este sentido, el Santo Padre hizo hincapié en la urgencia de “recuperar el sentido social de la actividad financiera y
bancaria, con la mejor inteligencia e inventiva de los empresarios”.
Esto “supone asumir el riesgo de complicarse la vida, teniendo que renunciar a ciertas
ganancias económicas”.
“El crédito debe ser accesible para la vivienda de
las familias –explicó Francisco–, para las pequeñas y medianas empresas, para los
campesinos, para las actividades educativas, especialmente a nivel primario,
para la sanidad general, para el mejoramiento y la integración de los núcleos
urbanos más pobres”.
Por el contrario, “una lógica crematística
del mercado hace que el crédito sea más accesible y más barato para quien posee
más recursos; y más caro y difícil para quien tiene menos, hasta el punto de
dejar las franjas más pobres de la población en manos de usureros sin
escrúpulos”.
“De igual modo –continuó–,
a nivel internacional, el financiamiento de los
países más pobres se convierte fácilmente en una actividad usurera. Este es uno
de los grandes desafíos para el sector empresarial y para los economistas en
general, que está llamado a conseguir un flujo estable y suficiente de crédito
que no excluya a ninguno y que pueda ser amortizable en condiciones justas y
accesibles”.
El Papa añadió que la intervención del Estado también es necesaria “para proteger ciertos bienes colectivos y asegurar la
satisfacción de las necesidades humanas fundamentales”.
LA CORRUPCIÓN ES LA
PEOR PLAGA SOCIAL
En cuanto al reto de la honestidad, el Papa condenó la corrupción. “La corrupción es la peor plaga social. Es la mentira de
buscar el provecho personal o del propio grupo bajo las apariencias de un
servicio a la sociedad. Es la destrucción del tejido social bajo las
apariencias del cumplimiento de la ley. Es la ley de la selva disfrazada de
aparente racionalidad social. Es el
engaño y la explotación de los más débiles o menos informados. Es el más
craso egoísmo, oculto detrás de una aparente generosidad”.
Francisco indicó que “la corrupción está
generada por la adoración del dinero y vuelve al corrupto prisionero de esa
misma adoración. La corrupción es un fraude a la democracia, y abre las puertas
a otros males terribles como la droga, la prostitución y la trata de personas,
la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de armas, etc. La corrupción es hacerse seguidor del diablo,
padre de la mentira”.
“Una de las condiciones necesarias para el progreso
social es la ausencia de corrupción”,
insistió. “Puede suceder que los empresarios se
vean tentados a ceder a los intentos de chantaje o de extorsión, justificándose
con el pensamiento de salvar la empresa y su comunidad de trabajadores, o
pensando que así harán crecer la empresa y que un día podrán librarse de esa
plaga”.
Además, “puede ocurrir que caigan en la
tentación de pensar que se trata de algo que todos hacen, y que pequeños actos
de corrupción destinados a obtener pequeñas ventajas no tienen mayor
importancia. Cualquier intento de corrupción, activa o pasiva, es comenzar a
adorar al dios dinero”.
RESPONSABILIDAD CON LOS
REFUGIADOS Y MIGRANTES
El Pontífice subrayó la responsabilidad que tienen los empresarios en la
ayuda a los que se ven obligados a abandonar sus casas, sus países, sus
familias para buscar una vida mejor en otro lugar o huir de las guerras y el
hambre.
El Papa pidió ayuda a los empresarios para “por
una parte, que traten de convencer a los gobiernos para que renuncien a
cualquier tipo de actividad bélica”. También les pidió que “colaboren en
crear fuentes de trabajo digno, estables y abundantes, tanto en los
lugares de origen de los migrantes y refugiados como en los de llegada y, en
estos, tanto para la población local como para los inmigrantes. Hay que hacer
que la inmigración siga siendo un factor importante de desarrollo”.
Por último, el Papa destacó que “la
actividad empresarial tiene que incluir siempre el elemento de gratuidad. Las
relaciones de justicia entre dirigentes y trabajadores deben ser respetadas y
exigidas por todas las partes; pero, al mismo tiempo, la empresa es una
comunidad de trabajo en la que todos merecen un respeto y un aprecio fraternal
por parte de los superiores, colegas y subordinados”.
Francisco recordó la obligación que tienen los empresarios de asegurar
que sus compañías sean respetuosas con la comunidad en medio de la cual
desarrollan sus actividades.
“El respeto del otro como hermano debe extenderse
también a la comunidad local en la que se ubica físicamente la empresa y, en
cierto modo, todas las relaciones jurídicas y económicas de la empresa deben
estar moderadas, envueltas en un ambiente de respeto y fraternidad”, dijo.
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