Pocas cosas me han hecho tan
feliz en los últimos días, como recibir unos comentarios en mis posts sobre Amoris Laetitia en
los que algunas almas de Dios me escribían cosas del tipo: padre, gracias, he
recuperado la paz; le quedo agradecido porque vuelvo a amar a la Iglesia y el
Papa; sus palabras me han devuelto la luz y la calma; y cosas por el estilo. No
sabéis la satisfacción que me produce saber que he restaurado, que he sanado,
que he unido.
Es cierto que otros me han
descalificado como persona por tratar de hacer eso. Pero eso lo daba por
descontado y en ningún momento me he sentido ofendido. A ellos les digo: si creer
en la Palabra de Dios, si dar mi sincero asentimiento a todos y cada uno de los
dogmas de la Iglesia y a su entero Magisterio, si estar unido por la obediencia
a mi obispo y al Papa no bastan para no ser un hereje, entonces, hijos míos, ya
no sé qué bastaría para estar en la ortodoxia. ¿Quizá hacer caso a algunos
blogs?
Alguno me acusará de que mi
visión es muy cándida. ¡Ojalá fuera totalmente angélica! Ojalá la candidez y
blancura de mis ojos al examinar al Vicario de Cristo fuera como la de Santa Teresa
de Lisieux o la Madre Teresa de Calcuta.
Ha habido cuatro cardenales que
han pedido la aclaración de algunos puntos de Amoris
Laetitia. Ya he dicho que no voy
a defender la exhortación criticando a nadie. Pero permitidme esta reflexión:
estoy totalmente de acuerdo con la forma en que esos cuatro cardenales están
convencidos en que los puntos dudosos deberían ser aclarados. Antes de leer el
modo en que los cuatro cardenales aclararían esos puntos imprecisos, ya os digo
que estoy seguro de que su postura expresa lo que yo hago en el confesonario.
Si ellos ya saben cómo aclarar
esos puntos antes de recibir la aclaración: entonces, ¡haya paz! Saben la
aclaración antes de recibirla. Cuánto me alegro, lo digo con sinceridad, de que
esos príncipes de la Iglesia tengan luz (y la tengan abundante) a las
respuestas aun antes de recibirlas. San Francisco de Asís diría: Bendita la
hermana exhortación que nos enseña comprensión, bendita la hermana carta de los
cuatro cardenales que nos enseña la tradición.
Esos cuatro cardenales llevan interpretando Amoris
Laetitia de acuerdo a la
tradición que supone el magisterio de la Iglesia. Lo han hecho públicamente, de
forma abierta y clara. ¿Alguien les ha llamado la atención? Por supuesto que
no. Pues no necesitamos más para sentarnos juntos a la mesa a cenar y charlar
amigablemente y ver cómo vamos desarrollando la reflexión teológica acerca de
la nueva situación eclesial que estamos viviendo a nivel mundial. Lo repito, no
necesitamos más para tener paz.
P. FORTEA
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