VATICANO, 04 Oct. 15 / 05:47 am (ACI).- En la homilía de la Misa de inauguración del
Sínodo de los Obispos sobre la Familia, el Papa Francisco
hizo una profunda reflexión sobre el drama de la soledad de las personas, en
medio de un mundo que vive la paradoja de estar globalizado y en el que son
cada vez más los que están solos.
El Papa usó para su reflexión la experiencia de Adán relatada en el
Génesis, quien experimentaba la soledad porque “no
encontraba ninguno como él que lo ayudase”.
El Santo Padre explicó que la soledad es “el
drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres” de nuestro tiempo que “vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos
tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de
hogar y de familia”.
En medio de esta globalización, aparecen “muchos
proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos
medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el
corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía”.
“Son cada vez más las personas que se sienten
solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia
destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero”.
Francisco dijo luego que “hoy vivimos en
cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta
soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen”.
Ahora, continuó, se ve “cada vez menos
seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud
y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en la buena y en la mala
suerte”.
“El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es
cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que
las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más
bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de
suicidios y de contaminación ambiental y social”.
El Papa se refirió luego a “los ancianos
abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y
viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su
propio marido”.
También recordó a las muchas personas “que
de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y
los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes
víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del
descarte”.
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