La sangre de San Pantaleón o
Pataleimon, médico, mártir y protector de los enfermos, sigue produciendo un
milagro visible hasta hoy día en lugares distintos.
Los 27 de julio, el día de su
fiesta, la sangre del santo se licua en varios lados:
en la catedral de Ravello,
Italia, en el Monasterio de la Encarnación de Madrid, en los viales almacenados
en Limbadi, Montauro, Italia, en el catedral del Vallo della Lucania, Italia
y, también una pequeña
cantidad de sangre que se conserva en un frasco guardado en la iglesia de San
Tomasso en Padua, Italia, en que la sangre siempre es líquida y roja.
Las más conocidos y que
generan peregrinaciones importantes son las licuefacciones en el Monasterio de
la Encarnación de Madrid, España y en la Catedral de Ravello, Italia.
Se trata de un evento
semejante al de San Genaro, pero no tan divulgado (ver aquí el
milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro).
.
Cuando llega el día 27 de julio un nutrido grupo de fieles, curiosos y turistas acude a observar como la sangre del santo se torna fluida y movediza en el relicario que la contiene.
.
Cuando llega el día 27 de julio un nutrido grupo de fieles, curiosos y turistas acude a observar como la sangre del santo se torna fluida y movediza en el relicario que la contiene.
La
festividad del 27 de julio se celebra en varias partes del mundo, entre ellas
en el barrio de Mataderos de Buenos Aires, donde concurría habitualmente el
cardenal Bergoglio arzobispo de Buenos Aires; hoy Papa Francisco.
QUIEN ES SAN PANTALEÓN
Sobre
la vida del santo se sabe que nació en Nicomedia -antigua ciudad perteneciente
a la actual Turquía- a finales del siglo III. Estudió medicina, y llegó a ser
doctor de la corte del emperador Galerio Maximiano.
Era
hijo de un senador del imperio romano, Eustorgio, y de una sencilla mujer
cristiana,
Eucuba, quien quería educar a Pantaleón en la fe cristiana, pero entonces
inútilmente, y murió pronto sin ver a su hijo convertido al cristianismo. Su
padre le animó a estudiar medicina con un médico famoso, Eufrosino, médico del
emperador Maximiano.
Un sacerdote, Hermolao, tratando con Pantaleón,
como catequista le insistía en que él
podría curar los cuerpos, pero Jesucristo era quien curaba cuerpos y almas.
Cuando Pantaleón comprobó que
había hecho curaciones que no se debían a su medicina sino a otra fuerza
superior, comprendió que la fuerza de Dios era mayor que su ciencia y quiso ser
bautizado. También su padre, al ver los prodigios que hacía su hijo fuera de
las leyes naturales de la medicina, se convirtió y se hizo bautizar.
Tras su conversión al cristianismo y la muerte de
su padre, Pantaleón comenzó a ejercer
gratuitamente su profesión, curando a pobres y mendigos, lo que suscitó
la envidia de otros médicos, quienes le denunciaron por ser cristiano y hacer
magia ante el emperador.
Pese
a la orden de Maximiano, Pantaleón no quiso renegar de su fe y fue torturado.
En las actas de su martirio se escribe que trataron de darle muerte de seis formas
diferentes: primero con fuego, después con plomo fundido, ahogándole,
arrojándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole con una
espada. Pantaleón salió ileso de todos esos castigos, por lo que en vista de
los fracasos obtenidos en las tentativas de su ejecución, fue finalmente
decapitado el 27 de julio de 305.
Cuenta la tradición que sus
discípulos recogieron la sangre tras la decapitación y la distribuyeron en
relicarios.
POR QUÉ UNA AMPOLLA CON SU
SANGRE ESTÁ EN EL MONASTERIO DE LA ENCARNACIÓN EN ESPAÑA
Hay
varias teorías sobre cómo llegó la sangre del santo a Madrid; la más extendida
y aceptada es la de que parte de sus reliquias, conservadas en la catedral
italiana de Ravello, fueron donadas en el siglo XVII por el virrey de Nápoles y
conde de Miranda a la ciudad de Madrid, yendo a parar al monasterio de la
Encarnación cuando su hija sor Aldonza del Santísimo Sacramento ingresó en el
convento como novicia.
Entonces Doña
María de Zúñiga, casada con don Juan de Zúñiga, condes de Miranda, donó a este Monasterio de Monjas Agustinas
Recoletas.
Esta reliquia a su vez se les
había regalado el papa Pablo V: una ampolla con sangre del santo, extraída de
una ampolla mucho más grande que está en la Catedral de Ravello, en la costa
amalfitana de Italia. Hasta allí la habían llevado en el primer milenio unos
mercaderes desde Estambul.
Este
monasterio las Monjas Agustinas Recoletas lo estrenaron en 1616, gracias a la
construcción de Margarita de Austria-Estiria y de su esposo Felipe III.
EL PRODIGIO DE LA LICUEFACCIÓN
DE LA SANGRE EN MADRID
Una
de las primeras referencias históricas del prodigio la tenemos en la oración
panegírica que pronunció el obispo auxiliar de Toledo D. Manuel Quintano
Bonifaz
en solemnes cultos que en el “religiosísimo y Real Monasterio de la
Encarnación de Agustinas Recoletas de esta Imperial villa y corte de Madrid”
se celebraron el 27 de julio de 1733, reinando el “muy católico Rey y
Señor”.
Quintano
asegura que todos los años el 26 y 27 de julio, aniversario de la decapitación
del santo, la sangre “se vuelve fluida, perdiendo su natural condensación”.
Continúa además diciendo Quintano Bonifaz que:
“También se produce la
licuefacción en los sucesos prósperos o infaustos, como ha acreditado diversas
veces la experiencia, con la diferencia portentosa de que cuando es feliz el
color es alegre y rubicundo, y cuando infausto, triste y macilento”.
Así mismo, el
hagiógrafo Luís Muñoz, en su obra “Vida de la venerable madre Mariana
de San José” publicada en 1646 describe este prodigio de la siguiente
manera: “Es una pirámide de cristal con una pequeña redoma en su interior y
en ella una cantidad de sangre del mártir, que todo el año está coagulada, y en las primeras vísperas de su festividad,
que es el día 26 de julio, se ve desleírse poco a poco, y al día siguiente, que
se celebra el Santo, ya se nota fluida y moverse, y en las segundas vísperas,
vuelve a coagulase, quedando como una bolita de cera”.
Otro panegirista de San Pantaleón, don Francisco Calvo Garrido, resume
así el suceso:
“Su sangre, como la de San
Genaro, se licúa maravillosamente desde el 26 de julio, víspera de su fiesta,
hasta el anochecer del 27. Todo el año está seca, como helada, y en su día
corre de un lado a otro si se mueve la ampolla en que se guarda y empaña las
paredes del vaso que la encierra”.
LAS CORROBORACIONES Y
TESTIMONIOS
Hay
constancia fehaciente de que todos los años sucede el mismo fenómeno, de tal forma
que es totalmente falso que el año que no aparezca licuada habrá catástrofes,
porque la licuefacción ha sucedido
puntualmente todos los años; y no sólo sucede aquí, sino que lo mismo acontece
en la ampolla grande de la catedral de Ravello.
Los
milagros atribuidos y relacionados con la sangre de San Pantaleón y sus
cambios de estado de sólido a líquido llevaron a la iglesia a intervenir para
saber cuál era el origen de esos fenómenos.
El 28 de enero de 1724, el
Arzobispo de Santiago de Compostela y juez ordinario inquisidor, comenzó el
juicio a la Sangre de San Pantaleón. Tras la declaración de varios testigos
ilustres de la época, que acudieron cada 27 de julio durante 10 años
consecutivos para verificar la licuefacción, el suceso se dio por verídico. Así
consta en un manuscrito del Monasterio de la Encarnación, datado el 30 de
agosto de 1729.
El manuscrito dice así: “Su señoría, señor juez,
declara y confiesa haberla visto
líquida y fluida dicho día de San Pantaleón, veintisiete de julio, y después de
su festividad condensada y dura, todo repetidas veces en el tiempo de diez
años. Y conformándose con el parecer de los expresados teólogos,
canonistas y médicos, lo tienen y veneran por prodigio y maravilla”.
EL PROCESO DE CAMBIO
DE LA SANGRE
Actualmente la reliquia en la que se opera el
cambio de estado de la sangre, se conserva en una ampolla de una capacidad de un centímetro cúbico encerrada en un
fanalillo prismático y trapezoidal de unos quince centímetros de altura.
A simple vista, la ampolla que contiene la sangre
de San Pantaleón tiene el aspecto de estar embadurnada en sus paredes por una tenue capa de color bermejo oscuro;
capa que, según los testigos oculares del fenómeno, se desprende para
convertirse en líquido purpúreo con todas las características de la sangre.
Hoy día para
contemplar mejor este proceso se ha recurrido a un circuito cerrado de
televisión, y mediante dos pantallas se muestra una imagen ampliada y a tiempo
real de cómo la licuefacción se lleva a cabo.
Éste no es un proceso instantáneo ya que cuando se
inclina la ampolla el líquido se va acomodando a la forma del recipiente de
forma progresiva, de manera que inicialmente toda la masa permanece compacta y
no se mueve, pero a última hora de la
tarde del 26 de julio, la sangre ya parece que comienza a licuarse, en un
proceso que durante el día 27 ya se puede apreciar por completo.
Es
en ese estado líquido, al inclinar nuevamente la ampolla, cuando la sangre
adopta la forma del recipiente, y a partir del día 28 comienza lentamente a
solidificarse, aunque algún año ha permanecido en estado líquido durante más
tiempo.
En las observaciones que se realizan recientemente
se comprueba que se trata de un proceso
muy lento. Y en las dos ampollas, la de Madrid y la de Ravello, sucede
lo mismo y en los mismos tiempos.
Unos
dos meses antes el contenido de una y otra ampolla va cambiando de color, de
más opaco -un color marrón-violáceo oscuro- se va haciendo más transparente y
rojizo; al principio disminuye el volumen, como se si contrajera, y después
aumenta el volumen cuando paulatinamente va a pasar al estado líquido; el día
27 es cuando mayor grado de liquidez muestra; después de la fiesta, otra vez,
también poco a poco y progresivamente pasa al estado sólido: disminuyendo de
volumen, perdiendo la transparencia y volviendo recobrar el color más oscuro en
el que permanece el resto del año.
Es
un fenómeno no tiene nada que ver con calor o frío, porque nadie manipula la
ampolla, e iría en contra de lo natural, pues cuando hace más calor la sangre se
solidificaría y cuando hace frío podría permanecer más tiempo líquida.
Los
médicos y enfermeras que han observado la ampolla aseguran que su contenido se
comporta como verdadera sangre, pero ni
siquiera con métodos físicos podría lograrse en la sangre un cambio de sólido a
líquido y luego de líquido a sólido, y así sucesivamente; sólo podrían
realizar una vez el paso de sólido a líquido con una porción, pero luego no
podrían pasar esa misma porción de líquido a sólido; y tampoco los dos pasos
sucesivos al revés.
TESTIMONIO EXPERTO DE LA
LICUEFACCIÓN DE LA SANGRE EN RAVELLO Y MADRID
La sangre de San Pantaleón fue cuidadosamente examinada en 1924, por el capitán inglés I.
R. Grant, en Ravello, cerca de Amalfi (Italia). El relicario se halla en
la capilla del Santísimo Sacramento de la cátedra.
Veamos lo que dice el análisis: El relicario es un vaso de vidrio en forma de
disco circular, cuyas caras son planas.
Contiene
en su parte inferior un asiento de substancia oscura opaca, que según la
tradición sería un poco de arena o de tierra, sobre la que se volcó la sangre,
cuando la cabeza del mártir fue separada del cuerpo.
Sigue inmediatamente una capa de substancia blanquecina y sobre ella una capa muy estrecha,
parecida a una cinta de sangre, de color pardo oscuro; todo
perfectamente opaco.
Encima
hay una capa de materia que parece desecada, finalmente un poco encima de esta
última, una línea de minúsculas ampollas desecadas, que marca el
nivel más alto alcanzado por la materia adiposa durante la licuación.
Más alto todavía, y enteramente separadas del resto
se ven en el interior del vidrio, algunas
placas no transparentes, de color rojizo.
Sobre
la cara exterior del relicario hay un depósito notable de fino polvo, que
comprueba que no se la ha tocado desde hace mucho tiempo.
Se ve además
una gran grieta que comienza un poco debajo del nivel de la sangre, toca
la parte superior del relicario y se prolonga sobre el otro lado.
Fué, se dice, el resultado de un accidente. En 1759, la sangre estaba líquida; un
canónigo acercó la llama de un cirio al vidrio, que se resquebrajó. La sangre
comenzó a filtrar a través de la grieta.
El canónigo suplicó al Santo que detuviera el desastre. La sangre cesó en
seguida de filtrar, pero quedan sobre la pared exterior, a lo largo de
la grieta, algunas gotas de color pardo oscuro, como de cera; me pareció que la
grieta era demasiado marcada para que retuviera un líquido cualquiera por sobre
su nivel.
El
sábado 19 de julio de 1924, inmediatamente después de la Misa de las seis, el
arcipreste me invitó a subir sobre la pequeña plataforma detrás del relicario a
examinar su contenido. Era la primera vez que yo lo veía después de la fiesta
de la Traslación, en mayo, y no había
cambio apreciable.
El
viernes siguiente, 23 de julio, a la misma hora, subimos de nuevo juntos sobre la
plataforma. Nada hubo que observar.
Mientras todos nos pusimos un instante de rodillas,
el arcipreste recitó una breve oración;
cuando nos levantamos, vimos que la licuación había comenzado ya.
Todos observamos indistintamente que la parte izquierda de la estrecha banda de
sangre había tomado color vivo, del tinte de un rubí.
Examinando
el relicario de frente, vi muy claramente que las gotitas pardas oscuras que
estaban en la parte exterior de la grieta, se habían humedecido, volviéndose
casi enteramente líquidas, aunque su color permaneciera el mismo
El
26 de julio la licuación no era todavía completa; el 27 de julio pude comprobar
que el prodigio se había cumplido enteramente por la mañana.
No
podía tenerse la menor duda sobre el carácter líquido de las gotitas, anteriormente
endurecidas, que adherían a la parte exterior del recipiente, y un examen más atento hecho el martes 29 de
julio me demostró que las mismas eran de un rojo oscuro, si se proyectaban
sobre la sangre colocada en el interior y un rojo más claro, si se destacaban
sobre la sustancia lechosa citada más arriba.
Así he descrito mis propias observaciones acerca de este prodigio de Ravello.
Otra porción de la sangre de San Pantaleón se
conserva no sólo en Nápoles, como lo indicó el Padre Thurston, sino también en
el Convento de la Encarnación de
Madrid.
A mi solicitud, Cronin, doctor en teología, observó los fenómenos concernientes a
esa reliquia; él comprobó que el cambio ocurre la víspera de la fiesta (26 de
julio), mientras es objeto de veneración de los presentes.
Se conserva en la iglesia, en una ampolla móvil. La sangre consiste en una masa dura, seca,
sólida, como una especie de barro cocido de un tono pardo muy oscuro, que toma
el aspecto de la sangre fresca, líquida y de color vivo.
Permanece en ese estado el día
de la fiesta, luego se solidifica progresivamente, durante la noche
siguiente. En Ravello, en cambio, se comprueba que la sangre permanece
líquida durante más de seis semanas después de la fiesta; mientras que la
conservada en Valle della Luciana y que también vi, queda líquida todo el año.
Me atrevo a expresar mi convencimiento de que los
hechos que he visto y descrito, no
parecen susceptibles de ser explicados por causas naturales.
Fuentes:
- http://forosdelavirgen.org/29816/los-milagros-de-sangrado-de-cuerpos-y-objetos-2/
- https://it.wikipedia.org/wiki/Pantaleone_di_Nicomedia
- http://santuariosanpantaleon.blogspot.com/
- http://www.sanpantaleonbsas.com.ar/patronal.htm
- https://es.wikipedia.org/wiki/Real_Monasterio_de_la_Encarnaci%C3%B3n
- http://derebusmatritensis.com/2014/07/21/el-real-monasterio-de-la-encarnacion-y-el-milagro-de-la-sangre-de-san-pantaleon/
- http://www.corazones.org/santos/pantaleon.htm
Foros de la
Virgen María
No hay comentarios:
Publicar un comentario