miércoles, 21 de enero de 2015

7 ORIENTACIONES DEL PAPA PARA SABER LLORAR


El domingo 18 de enero el Papa se encontró con miles de jóvenes en los patios de la Pontificia Universidad de Santo Tomás en Manila, Filipinas. Algunas personas formularon preguntas al Papa. Una de esas preguntas, la de dos niños de la calle, conmocionó tanto a los presentes como al mismo Papa Francisco.

«He abandonado mi casa y mi familia porque no podían mandarme a la escuela. Me alimentaba con lo que encontraba en la basura», dice el pequeño Jun. Y a continuación Glyzelle pregunta al Papa, entre lágrimas: «¿Por qué Dios permite que pase esto si los niños no tienen la culpa? ¿Y por qué nos ayudan tan pocas personas».

La respuesta del Santo Padre bien se puede calificar de una «teología de las lágrimas». La presentamos dividiéndolas en 7 puntos:

I. […] el núcleo de la pregunta casi no tiene respuesta. Solamente cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que tú viviste, podemos entender algo y responder algo. La gran pregunta para todos: «¿Por qué sufren los niños?, ¿por qué sufren los niños?» Recién cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo.

II. Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. […] Una compasión que, a lo más, nos lleva a meter la mano en el bolsillo y a dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado, curado a tres o cuatro y se hubiera vuelto al Padre. Solamente cuando Cristo lloró y fue capaz de llorar, entendió nuestros dramas.

III. Queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero, aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades, no sabemos llorar.

IV. Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. Los invito a que cada uno se pregunte: «¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado en la calle, un niño que no tiene casa, un niño abandonado, un niño abusado, un niño usado por una sociedad como esclavo?». ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más?

V. […] Esto es lo primero que yo quisiera decirles: aprendamos a llorar, como ella nos enseñó hoy. No olvidemos este testimonio. La gran pregunta: ¿Por qué sufren los niños?, la hizo llorando; y la gran respuesta que podemos hacer todos nosotros es aprender a llorar.

VI. Jesús, en el Evangelio, lloró. Lloró por el amigo muerto. Lloró en su corazón por esa familia que había perdido a su hija. Lloró en su corazón cuando vio a esa pobre madre viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Se conmovió y lloró en su corazón cuando vio a la multitud como ovejas sin pastor. Si ustedes no aprenden a llorar, no son un buen cristiano. Y éste es un desafío. […] hoy nos han planteado este desafío.

VII. […] Cuando nos hagan la pregunta: «¿Por qué sufren los niños? ¿Por qué sucede esto o esto otro o esto otro de trágico en la vida?», que nuestra respuesta sea o el silencio o la palabra que nace de las lágrimas. Sean valientes. No tengan miedo a llorar.

Jorge Enrique Mújica, LC

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