lunes, 17 de noviembre de 2014

ESO ES METER EN UN LIO VUESTRA RELACIÓN


Quizá nos demos cuenta, aunque sea intuitivamente, de que hay distintas clases de amores, o dicho de otra forma, hay amores que cuesta trabajo sacarlos hacia delante, y otros que van solos, que no cuestan, en los que se quiere al otro sin más.

Estos últimos son los amores verticales, los que se dan de padres a hijos y de hijos a padres. A una persona no le cuesta trabajo querer a su madre, ni a sus hijos. Aunque éstos no quieran ser queridos, una madre siempre los va a querer.

Una madre va a buscar lo mejor para su hijo, aunque éste no se dé cuenta, o aunque éste no lo quiera. Así hemos visto a las madres meter bocadillos o jerseys en las mochilas de sus hijos cuando se van de excursión o cuando piensan que van a necesitar algo. Muchas veces se adelantan y no les importa que sus hijos les hayan dicho que no lo hagan.

Todos podríamos decir que nuestra madre no hacía, o no hace, esfuerzos por querernos.

Nos quiere, así sin más, y este cariño se convierte en
obras concretas. Son, como he dicho, los amores verticales.

Con los amores horizontales no ocurre eso. Éstos hay que pelearlos, hay que lucharlos, hay que alimentarlos.

Uno no puede estabilizarse en la lucha, en el momento en que dice «basta», en ese momento se empieza a retroceder en el cariño.

Para mantenerlo es necesario estar alertado de una
manera continuada, no hay termino medio, o se avanza o se retrocede.

Los amores horizontales exigen compromiso, más cuidado en la relación. Son los amores que se dan en la pareja.

El matrimonio no va solo. Si no se alimenta, se queda raquítico.

¡Cuánto fracaso hay en este terreno por no alimentar de
una manera adecuada las emociones! ¡No seamos analfabetos en el terreno emocional por falta de formación en cómo se lleva adelante una relación!

Las relaciones de pareja no van solas. Hay que preguntar al que pueda ayudarnos.

Algunas veces, exigimos al cónyuge que no quiera a sus padres o que nos quiera más que a su madre, que a su padre, porque «somos lo primero».

Es verdad, el cónyuge deber ser lo primero para el otro, pero pedirle que no quiera a sus padres, eso es un sinsentido.

En primer lugar porque el sentido común dice que querer a los padres es bueno, y en segundo lugar es que ¡no puede dejar de quererlos!, ¡aunque quisiera!

Nos tenemos que dar cuenta de que no se puede pedir eso, quizá sí que cambie alguna actitud, que racionalice un poco más ese cariño, que le dedique menos tiempo.

Pero que no tenga manifestaciones de cariño con sus padres, eso no se puede pedir.

De acuerdo, estamos en primer lugar. Pero somos un cariño horizontal, la otra persona tiene que luchar por querernos. A sus padres no tiene que luchar por quererlos.

No nos sintamos celosos. El ser humano está hecho así. ¡No nos inventemos problemas!

José María Contreras

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