Los templos, imágenes, libros y ornamentos tienen la intención de dar gloria a Dios con el culto. Las expresiones artísticas han sido en la historia una parte importante del culto. Sin embargo, también se transformaron en tesoros de la humanidad. La Iglesia, como comunidad y jerarquía, conserva estos tesoros como patrimonio de la humanidad, no como riqueza propia.
Una forma
constante de ataque que los detractores de la Iglesia usan para tratar de dar
cuenta de su hipocresía es comparar las riquezas artísticas de la Ciudad del
Vaticano con la pobreza de muchos cristianos. La formulación entonces es: Si el
Papa (y en general, la jerarquía) vive rodeada de bellas y lujosas obras
artísticas y muchos cristianos mueren de hambre por su pobreza, ¿por qué el
Papa no vende sus propiedades y con lo obtenido ayuda a los pobres del mundo?
En primera instancia esta es una objeción razonable, pues parece que el Papa
vive rodeado de lujos y riquezas. Pero, ¿en verdad son suyos el Vaticano, junto
con sus museos, bibliotecas, pinacotecas y obras de arte?
EL
VATICANO ES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
No
obstante ser un Estado soberano, y el más pequeño del mundo, La Ciudad del
Vaticano es patrimonio de la humanidad por las obras de arte y los tesoros
culturales y artísticos que contiene. Así como no podríamos aceptar que un
particular comprara la Torre Eiffel o las Pirámides de Egipto, tampoco se
podría aceptar que la Ciudad del Vaticano se vendiera a un particular.
La Ciudad
del Vaticano es un repositorio de tesoros culturales de toda la humanidad.
Desde 1984 es Patrimonio cultural de la humanidad por decisión de la UNESCO.
Por lo tanto sus tesoros artísticos y culturales pertenecen a todos los hombres
y no al Papa o a los cardenales. Debemos saber que, a lo largo de 2000 años el obispo
de Roma ha recibido regalos, auspiciado bibliotecas y apoyado artistas sin
olvidarse de la ayuda material de los miembros de la Iglesia. Vender el
patrimonio artístico de la Iglesia representa privar a la humanidad de la
posibilidad de admirar a los grandes maestros del Renacimiento y otros tiempos
en un lugar público y accesible.
Es así
que los bienes de la Ciudad del Vaticano, y en especial los tesoros artísticos
y culturales, no pertenecen al Papa ni a la jerarquía, sino que son patrimonio
de la Iglesia de Roma y de la humanidad.
EL
PATRIMONIO DE LA IGLESIA
La
Iglesia romana, como asamblea, se ha formado a lo largo de los siglos de un
patrimonio gracias al que se puede dar gloria a Dios con el culto y que ha
servido como lugar de expresión artística de cada tiempo. El patrimonio es un
conjunto de propiedades que pertenecen a toda la comunidad eclesial de Roma,
dividida en sus parroquias, etc. Este patrimonio que se compone de templos,
ornamentos, obras de arte, etc., ha pasado de generación en generación hasta
nuestros días. No le pertenece a una sola persona, sino que le pertenece a la
Iglesia, que es asamblea. Todos pueden participar de él, incluso, los más
pobres aportan lo que pueden para tener un lugar digno y agradable para el
culto.
Por otra
parte, a lo largo de los siglos, el Papa fue mecenas y apoyo de muchos
artistas. Sin el apoyo del obispo de habría sido difícil que Miguel Ángel o
Rafael encontraran un lugar apropiado para dar gloria a Dios a través de la
expresión artística humana. El obispo de Roma mantiene abiertos los museos,
pinacotecas, bibliotecas y archivos vaticanos a quien quiera acercarse a ellos
para disfrutar de los maestros universales del arte o hacer investigación. En
este sentido, el Papa es un custodio de muchas obras que pone a disponibilidad
de los interesados.
La
Iglesia, como asamblea tiene derecho a poseer bienes comunitarios. No se puede
decir que la Basílica de San Pedro o los Museos vaticanos pertenezcan a un sólo
hombre, sino que son de la comunidad eclesial romana, y en sentido amplio, de
la humanidad, es decir, de cada hombre.
NO HAY
VATICANO QUE BASTE PARA DESTRUIR LA POBREZA
Aún si el
Papa y la Iglesia romana como asamblea y jerarquía decidieran vender todo su
patrimonio, no alcanzaría para calmar la pobreza del mundo. Esto se dice no
sólo en el sentido numérico o proporcional, sino en el sentido de que se pierde
mucho por una acción desproporcionada. Sin duda el Papa y la Iglesia de Roma
tienen la intención de ayudar a las Iglesias pobres y a los hombres desamparados
de cualquier origen. Sin embargo esta acción sería desproporcionada porque se
perdería un patrimonio milenario sin lograr una acción contundente. La
intención de la ayuda sería buena, pero la acción desproporcionada, pues mucho
se perdería y poco se lograría.
No
obstante las buenas intenciones, el patrimonio de la Iglesia romana no alcanza
a ser moneda de cambio directa para ayudar a los más pobres. Esta situación no
indica que la Iglesia romana y el obispo de Roma olviden las necesidades de los
hombres. Presidiendo en la caridad a todas las Iglesias, la romana sostiene
muchas obras de caridad a través de donaciones y ayuda internacionales. Además
de esto el Papa trata de vivir una vida sencilla, sin lujos.
Parecería
que el Papa no vive sencillamente, pues vive en un palacio y se viste de telas
finas. Más notable es esta impresión cuando en las celebraciones litúrgicas
aparece vestido de finos bordados y telas. Sin embargo el Papa usa los
ornamentos guardados en la sacristía de la Basílica de San Pedro. Los
ornamentos nuevos generalmente son donaciones o regalos que el Papa acepta por
deferencia. En su vida personal el Papa se sirve de poca ropa y alimentos
frugales. Es costumbre que invite a ciertas personas para que no coma solo y el
tiempo pase en agradable conversación.
Gabriel González
Nares
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