Un santo
muy curioso cuya tradición como vamos a ver, supera fronteras y reviste
singularidades muy especiales. Las fuentes sobre su vida son muchas, y no sólo
aparece en varios martirologios, sino en un sermón del Abad Oliba pronunciado entre los años 1018 y el 1046 en Gerona con
motivo de la fiesta del santo, en el “Resumen
historial de la vida, martirio y patrocinio del glorioso San Narciso y de las
Grandezas de Gerona” de Fr.
Ivan Gaspar Roig y Alpi, o en una obra del s. XVII titulada “Libro de memorias de las cosas de mi Señor
San Narciso”, entre otras.
Según ellos, Narciso nace en la ciudad de Gerunda, hoy Gerona, en la provincia Tarraconense de Hispania, en el seno de una familia noble, hijo de Lucio y de Serena. Huyendo de una persecución de las comunes en la época, y acompañado del diácono Félix, se dirige a Alemania y se instala durante nueve años en Augsburgo, ciudad de la que es nombrado obispo y donde convierte a la prostituta Afra y a otras mujeres de su burdel.
De vuelta a Gerunda, donde según parece ejercería también el episcopado de la ciudad, no escapa esta vez del martirio, que viene a sufrir el 18 de marzo del año 307 junto a su fiel Félix, en el lugar en el que luego se levanta la iglesia de San Félix, en cuyo altar se conservan sus restos. Cuentan las crónicas que después de su martirio, sus seguidores recogieron su cuerpo, y que cuando la ciudad es liberada de la dominación islámica por las huestes de Carlomagno en el año 785, éste es encontrado de nuevo.
A partir de ese momento, la devoción de San Narciso no para de crecer, y a él se dirigen los ojos y las oraciones de los gerundenses las muchas veces que nuestros no siempre tan amables vecinos franceses se ven tentados a asediar la ciudad, la cual ha defendido siempre con generosidad y con la ayuda inestimable del más original de los ejércitos, como vamos a ver.
En 1285, durante el asedio de Felipe III el Atrevido, del sepulcro del santo surge un verdadero ejército de moscas que atacan a los soldados franceses que intentaban profanar su tumba, haciéndolos huir y salvando así a la ciudad. No será la única vez que el alado ejército de San Narciso acuda en defensa de la capital frente al irascible gabacho. En 1653, asediada esta vez por las tropas de Pléssis Bellière en el marco de la Guerra de Cataluña en la que Luis XIV pretendía anexionarse la región española, los gerundenses llevan el sepulcro del santo a la muralla, y de él vuelven a salir los ejércitos de moscas que derrotan una vez más a los aguerridos soldados franceses. En 1684, con ocasión del sitio del Mariscal Bellefonds en el marco de las guerras que enfrentaban a España y Francia por Flandes, es vista en la mano del santo una mosca verdosa, alargada y delgada. Y de nuevo en 1710, en el marco ahora de la Guerra de Sucesión española. La protección del santo, como era de esperar, es invocada de nuevo en 1809, cuando en el marco de la Guerra de la Independencia, el Gral. Alvarez de Castro defiende la ciudad de los ejércitos napoleónicos en condiciones de auténtica heroicidad.
No es el único milagro que se atribuye al santo de las moscas: cuando el 9 de febrero de 1581 cae una centella sobre el campanario de la colegiata y los gerundenses acuden a solicitar su intercesión, se lo encuentran también a él con las manos elevadas implorando al cielo desde su sepulcro de mármol.
Se celebra su festividad tal día como hoy 29 de octubre, aunque en algunos momentos se ha celebrado el 18 de marzo en que tuvo lugar su martirio. San Narciso es patrono de Gerona desde 1387, en que reemplaza a San Félix, y también de la alemana Augsburgo, de la que fue obispo. Es invocado por lo gerundenses para toda clase de dolencias, y también contra las frecuentes inundaciones de la ciudad y por los pescadores locales, cuando la pesca era una de las grandes industrias de la ciudad. Y su tradición se extiende a otras ciudades muy distantes de las enumeradas, como Braga en Portugal, donde al parecer, también habría ejercido el obispado.
Y sin más por hoy, día de San Narciso de las moscas, santo patrono de Gerona y de Augsburgo, les deseo como siempre que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Hasta mañana.
Según ellos, Narciso nace en la ciudad de Gerunda, hoy Gerona, en la provincia Tarraconense de Hispania, en el seno de una familia noble, hijo de Lucio y de Serena. Huyendo de una persecución de las comunes en la época, y acompañado del diácono Félix, se dirige a Alemania y se instala durante nueve años en Augsburgo, ciudad de la que es nombrado obispo y donde convierte a la prostituta Afra y a otras mujeres de su burdel.
De vuelta a Gerunda, donde según parece ejercería también el episcopado de la ciudad, no escapa esta vez del martirio, que viene a sufrir el 18 de marzo del año 307 junto a su fiel Félix, en el lugar en el que luego se levanta la iglesia de San Félix, en cuyo altar se conservan sus restos. Cuentan las crónicas que después de su martirio, sus seguidores recogieron su cuerpo, y que cuando la ciudad es liberada de la dominación islámica por las huestes de Carlomagno en el año 785, éste es encontrado de nuevo.
A partir de ese momento, la devoción de San Narciso no para de crecer, y a él se dirigen los ojos y las oraciones de los gerundenses las muchas veces que nuestros no siempre tan amables vecinos franceses se ven tentados a asediar la ciudad, la cual ha defendido siempre con generosidad y con la ayuda inestimable del más original de los ejércitos, como vamos a ver.
En 1285, durante el asedio de Felipe III el Atrevido, del sepulcro del santo surge un verdadero ejército de moscas que atacan a los soldados franceses que intentaban profanar su tumba, haciéndolos huir y salvando así a la ciudad. No será la única vez que el alado ejército de San Narciso acuda en defensa de la capital frente al irascible gabacho. En 1653, asediada esta vez por las tropas de Pléssis Bellière en el marco de la Guerra de Cataluña en la que Luis XIV pretendía anexionarse la región española, los gerundenses llevan el sepulcro del santo a la muralla, y de él vuelven a salir los ejércitos de moscas que derrotan una vez más a los aguerridos soldados franceses. En 1684, con ocasión del sitio del Mariscal Bellefonds en el marco de las guerras que enfrentaban a España y Francia por Flandes, es vista en la mano del santo una mosca verdosa, alargada y delgada. Y de nuevo en 1710, en el marco ahora de la Guerra de Sucesión española. La protección del santo, como era de esperar, es invocada de nuevo en 1809, cuando en el marco de la Guerra de la Independencia, el Gral. Alvarez de Castro defiende la ciudad de los ejércitos napoleónicos en condiciones de auténtica heroicidad.
No es el único milagro que se atribuye al santo de las moscas: cuando el 9 de febrero de 1581 cae una centella sobre el campanario de la colegiata y los gerundenses acuden a solicitar su intercesión, se lo encuentran también a él con las manos elevadas implorando al cielo desde su sepulcro de mármol.
Se celebra su festividad tal día como hoy 29 de octubre, aunque en algunos momentos se ha celebrado el 18 de marzo en que tuvo lugar su martirio. San Narciso es patrono de Gerona desde 1387, en que reemplaza a San Félix, y también de la alemana Augsburgo, de la que fue obispo. Es invocado por lo gerundenses para toda clase de dolencias, y también contra las frecuentes inundaciones de la ciudad y por los pescadores locales, cuando la pesca era una de las grandes industrias de la ciudad. Y su tradición se extiende a otras ciudades muy distantes de las enumeradas, como Braga en Portugal, donde al parecer, también habría ejercido el obispado.
Y sin más por hoy, día de San Narciso de las moscas, santo patrono de Gerona y de Augsburgo, les deseo como siempre que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos. Hasta mañana.
Luis
Antequera
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