‘Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar Rabbí, porque uno solo es
vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie Padre vuestro
en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo’
(Mateo 23:8-9)
PRESENTACION
Muchos hermanos separados alegan que cuando los católicos nos referimos
al sacerdote como ‘padre’ mostramos que nuestra Iglesia Católica está contradiciendo
el mandato de Jesús en la Biblia, en donde dijo que a nadie debemos llamar
‘Padre’ en la tierra. Sin embargo están totalmente equivocados al respecto,
confirmando además lo erróneo del uso literal de la Palabra de Dios.
Otros fundamentalistas sostienen que era correcto usar la palabra
‘padre’ en el Antiguo Testamento, pero como Jesús dio esa prohibición durante
su vida en la tierra, no puede utilizarse la palabra ‘padre’ en el Nuevo
Testamento, excepto si con ella nos referimos a Dios. Pero todos ellos están
totalmente equivocados y por ello en este trabajo se intentará demostrar el por
qué de su error, así como lo acertado de la denominación de ‘padre’, tanto en
el Antiguo como en el Nuevo Testamento, lo cual no contradice en absoluto el mandato
de Jesús.
LA RESPUESTA CATOLICA
En primer lugar debemos diferenciar el significado de la palabra ‘padre’
en minúscula y la palabra ‘Padre’ en mayúscula. Cuando hablamos de ‘Padre’
siempre se aplica a Dios porque no habría otra analogía para la divina Paternidad.
Pero el término ‘padre’ lo utilizamos siempre en referencia a nuestro padre
biológico terrenal.
En la Biblia el concepto de paternidad no está restringido sólo a
nuestros padres terrenales y a Dios. Es usada también para referirnos a
personas diferentes a los padres biológicos o legales, y utilizada como un
signo de respeto hacia aquellos con quienes tenemos una relación especial.
Un ejemplo de ello nos lo dio José cuando les habló a sus hermanos
acerca de una relación fraternal que Dios le había concedido con el faraón de
Egipto: ‘O sea, que no fuisteis vosotros los que me enviasteis acá, sino
Dios, y él me ha convertido en padre del faraón, en dueño de toda su casa y amo
de todo Egipto’ (Génesis 45:8). También Job dice que tuvo un papel de
fraternidad con los menos afortunado: ‘… yo era padre de los pobres, abogado
del desconocido’ (Job 29:16). Y Dios mismo declara que Él le dará un estado
de paternidad a Eliaquín, el guardián de la Casa de David: ‘Aquel día
llamaré a mi siervo Eliaquín, hijo de Jilquías. Le vestiré con tu túnica, le
ceñiré tu fajín, le entregaré tu autoridad, y será lo mismo que un padre para
los habitantes de Jerusalén y para la Casa de Judá’ (Isaías 22:20-21).
Este tipo de paternidad no solamente aplica a quienes son sabios
consejeros, como José; o benefactores, como Job; o ambos, como Eliaquín.
También aplica en aquellos que tienen una relación espiritual fraterna con los
demás.
Definitivamente, al leer las Sagradas Escrituras nos damos cuenta que
siempre hace distinción entre ‘Padre’, como título de honor reservado al Dios
único, y ‘padre’ en minúscula, que es el padre de la vida humana y, en el caso
del sacerdote, de la vida espiritual. Lo mismo podríamos decir de la palabra
‘maestro’, que identifica a Jesús, pero que además también utilizamos para
referirnos a un profesor de escuela, a pesar de que el propio Jesús nos
advirtió que no llamásemos ‘Maestro’ a nadie.
A modo de confirmación de lo mencionado, veamos lo que el apóstol Pablo
dice en la Biblia: ‘Hijos, obedeced a vuestros padres, porque esto es lo
justo. Honra a tu padre y a tu madre, tal es el primer mandamiento que lleva
consigo una promesa: para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la
tierra. Padres, no exasperéis a vuestros hijos…’ (Efesios 6:1-4). Y si
Pablo les llama ‘hijos en la fe’ significa que esos hijos igual pueden llamarle
‘padre’: ‘… a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe…’ (1ª. Timoteo 1:2).
También el apóstol Juan se refiere a los ‘ancianos’ de la comunidad con el
nombre de ‘padres’: ‘Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que
es desde el principio’ (1ª. Juan 2:13).
EN LA BIBLIA, ‘PADRE’ EN EL
SENTIDO BIOLOGICO
Al leer la Biblia con atención observaremos que en varias ocasiones se
llama ‘padre’ a un hombre, en sentido biológico. Los siguientes son algunos
ejemplos de ello:
ANTIGUO TESTAMENTO
Génesis 22:7.- ‘Dijo Isaac
a su padre Abraham: ¡Padre! Respondió: ¿Qué hay hijo?’
Jueces 11:36.- ‘Ella le
respondió; padre mío…’
2ª. Reyes 5:13.- ‘Sus servidores se le
acercaron y le dijeron: padre mío…’
2ª. Reyes 2:12.- ‘Eliseo lo veía y clamaba:
¡padre mío! ¡padre mío!...’
NUEVO TESTAMENTO
Lucas 18:20.- ‘… honra a tu
padre y a tu madre…’
Lucas 15:12.- ‘El menor de
ellos dijo al padre: padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde…’
Lucas 16:24.- ‘Y gritando,
dijo: padre Abraham…’
Efesios 6:1.- ‘Hijos,
obedeced a vuestros padres en el Señor…’
Hechos 7:2.- ‘Hermanos y
padres, escuchad’
Romanos 9:10.- ‘Y más aún,
también Rebeca concibió de un solo hombre, de nuestro padre Isaac…’
Como podemos observar, la denominación ‘padre’ se utilizó bíblicamente
tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, e incluso se le denomina
‘padre’ fuera del aspecto de la paternidad biológica.
LA
PATERNIDAD ESPIRITUAL DEL SACERDOTE
La referencia más concreta sobre la teología de la paternidad espiritual
de los sacerdotes es la declaración de San Pablo en 1ª. Corintios 4:14, donde
dice: ‘No os escribo esto para avergonzaros, sino más bien para amonestaros
como a hijos míos queridos…’ Al referirse a ellos como ‘hijos
espirituales’, Pablo implícitamente se refiere a ellos como su ‘padre
espiritual’. Y los católicos reconocemos el significado de esa palabra en boca
de Pablo, por lo cual seguimos llamando ‘padre’ al sacerdote. No reconocer esto
es, de hecho, no honrar el regalo que Dios ha dado a su Iglesia: la paternidad
espiritual del sacerdocio.
Los católicos tenemos un afecto filial hacia los sacerdotes y por ello
les llamamos ‘padre’, sabiendo que como miembro de dicha Iglesia ellos tienen
el compromiso de nuestro cuidado espiritual, y nosotros tenemos una relación
filial con ellos. Por otra parte, los sacerdotes siguen los ejemplos bíblicos
de los apóstoles en lo referente a los miembros de su congregación, tratándoles
como ‘hijos’.
Lo que en realidad importa no es el título en sí que se da al sacerdote,
sino el humilde servicio que ellos nos prestan a nosotros, sus hijos
espirituales, por lo cual es que desde hace siglos los fieles llaman ‘padre’ al
sacerdote.
Toda autoridad en la Iglesia debe fundamentarse
en la fraternidad y en el servicio a Dios y a los hermanos. Quien enseña y
dirige la comunidad debe ser un amigo, un hermano, un padre y un servidor en
Cristo Jesús.
Agustín
Fabra
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