La hermana
Doris es la última de un linaje de mujeres y monjas cerveceras cuya tradición
se remonta a la Edad Media. "Amo el trabajo, y amo el olor cuando hago
cerveza", dice la mujer de 65 años.
Doris Engelhard ha dedicado 50 años a servir a Dios en la abadía de Mallersdorf, en Alemania, y es la última de un linaje en extinción de monjas cerveceras.
La relación entre la iglesia y la preparación de cerveza no es resultado del azar. Esta data desde la Edad Media, cuando los monjes y monjas preparaban esta bebida para consumo propio y para los peregrinos que los visitaban. Además de sus propiedades nutritivas era de consumo más seguro que el agua.
La hermana Doris produce anualmente 80.000 galones de cerveza, utilizando métodos industriales modernos e ingredientes naturales.
No utiliza conservantes, por lo que la cerveza producida en Mallersdorf sólo puede encontrarse en el convento mismo y en las inmediaciones de la remota localidad bávara.
“Quería estudiar agricultura”, recuerda, “pero no era posible en la escuela de la abadía, así que la madre superiora me preguntó si estaría interesada en la cervecera”, afirma de acuerdo a PijamaSurf.
Doris comenzó su aprendizaje en 1966 de la mano de la maestra cervecera anterior y, para 1969, pudo hacerse cargo ella sola, después de completar sus estudios en una escuela técnica local. En la misma fecha tomó los votos eclesiásticos en Mallersdorf.
“Hay 490 hermanas en la abadía, y algunas trabajan como maestras en las escuelas, en hogares para niños y hospitales. También tenemos cocineras y una repostera. Todo lo hacemos nosotras. Amo el trabajo, y amo el olor cuando hago cerveza. Y amo trabajar con cosas vivas –la levadura, la cebada y la gente que disfruta la cerveza-”, sostiene.
A pesar de su mala fama, la hermana Doris no cree que la cerveza sea un instrumento del pecado: “Hacer cerveza es ciertamente una profesión curiosa para una mujer, especialmente una monja. Pero amo beber cerveza. La cerveza es la más pura de las bebidas alcohólicas… Es una bebida muy sana, siempre y cuando no te excedas en ello”.
“Puedes servir a Dios en todas partes, sin importar la profesión o trabajo que tengas. Como escribió San Benito: ‘Glorifica a Dios en todas las cosas’, y eso también es cierto para la cerveza”, afirma orgullosa de su trabajo.
Doris Engelhard ha dedicado 50 años a servir a Dios en la abadía de Mallersdorf, en Alemania, y es la última de un linaje en extinción de monjas cerveceras.
La relación entre la iglesia y la preparación de cerveza no es resultado del azar. Esta data desde la Edad Media, cuando los monjes y monjas preparaban esta bebida para consumo propio y para los peregrinos que los visitaban. Además de sus propiedades nutritivas era de consumo más seguro que el agua.
La hermana Doris produce anualmente 80.000 galones de cerveza, utilizando métodos industriales modernos e ingredientes naturales.
No utiliza conservantes, por lo que la cerveza producida en Mallersdorf sólo puede encontrarse en el convento mismo y en las inmediaciones de la remota localidad bávara.
“Quería estudiar agricultura”, recuerda, “pero no era posible en la escuela de la abadía, así que la madre superiora me preguntó si estaría interesada en la cervecera”, afirma de acuerdo a PijamaSurf.
Doris comenzó su aprendizaje en 1966 de la mano de la maestra cervecera anterior y, para 1969, pudo hacerse cargo ella sola, después de completar sus estudios en una escuela técnica local. En la misma fecha tomó los votos eclesiásticos en Mallersdorf.
“Hay 490 hermanas en la abadía, y algunas trabajan como maestras en las escuelas, en hogares para niños y hospitales. También tenemos cocineras y una repostera. Todo lo hacemos nosotras. Amo el trabajo, y amo el olor cuando hago cerveza. Y amo trabajar con cosas vivas –la levadura, la cebada y la gente que disfruta la cerveza-”, sostiene.
A pesar de su mala fama, la hermana Doris no cree que la cerveza sea un instrumento del pecado: “Hacer cerveza es ciertamente una profesión curiosa para una mujer, especialmente una monja. Pero amo beber cerveza. La cerveza es la más pura de las bebidas alcohólicas… Es una bebida muy sana, siempre y cuando no te excedas en ello”.
“Puedes servir a Dios en todas partes, sin importar la profesión o trabajo que tengas. Como escribió San Benito: ‘Glorifica a Dios en todas las cosas’, y eso también es cierto para la cerveza”, afirma orgullosa de su trabajo.
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