domingo, 5 de octubre de 2014

¿CUÁLES SON NUESTROS FRUTOS?


"Escuchad otra parábola: El dueño de una finca plantó una viña, le puso una cerca, construyó un lagar y levantó una torre para vigilarla. Luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, mandó unos criados a recibir de los labradores la parte de la cosecha que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. El dueño envió otros criados, en mayor número que al principio; pero los labradores los trataron a todos del mismo modo.

Por último mandó a su propio hijo, pensando: ‘Sin duda, respetarán a mi hijo.’ Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: ‘Este es el heredero; matémoslo y nos quedaremos con la viña.’ Así que le echaron mano, lo sacaron de la viña y lo mataron.

Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué creéis que hará con aquellos labradores?

Le contestaron:

– Matará sin compasión a esos malvados y dará la viña a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde.

Jesús les dijo:

– ¿Nunca habéis leído lo que dicen las Escrituras?: ‘La piedra que despreciaron los constructores es ahora la piedra principal. Esto lo ha hecho el Señor y nosotros estamos maravillados.’ Por eso os digo que a vosotros se os quitará el Reino, y se le dará a un pueblo que produzca los frutos debidos."

 Está claro que, en esta parábola, Jesús se refería en primer lugar a las autoridades religiosas de su tiempo, que, en lugar de cuidar la viña se apoderaban de ella, e incluso mataron al Hijo del amo.
Pero el Evangelio no sólo está escrito para recordar unos hechos y unas palabras, sino para transmitirnos lo que Jesús quiere hoy de nosotros. También es un error pensar que sólo va dirigido a los dirigentes religiosos. TODOS somos trabajadores en la viña.
Hoy también tenemos la viña del mundo en la que debemos trabajar y de la que debemos sacar el máximo fruto. ¿Es eso lo que hacemos? ¿No utilizamos la viña para nuestro propio provecho? ¿No hemos matado y eliminado a Jesús de la Iglesia? Nos quejamos de la falta de religiosidad de nuestra sociedad. ¿No seremos nosotros los culpables? ¿Acaso no seguimos condenando y hasta matando los profetas de nuestro tiempo?
Ser discípulo de Jesús es ser un auténtico viñador. Es dar nuestra vida para que el Reino fructifique en este mundo. Y esto significa, no luchar por nuestro bienestar, sino luchar por la justicia. Sin embargo somos insolidarios, luchamos por nuestros intereses, olvidamos las necesidades de los demás. ¿Dónde está la voz de la Iglesia gritando contra la corrupción?
Jesús es muy claro. Se nos quitará el Reino y se dará a quién se lo merezca más.

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