La gente dice que hay dos formas de aprender:
Por la experiencia, la cual se obtiene de los errores cometidos; y por la
sabiduría, la cual se obtiene de los errores de otros.
Recomiendo que hasta donde sea posible, se aprenda de los errores de otros.
Aprender de los fracasos es siempre más fácil con la ayuda de un buen
consejero. Después que cometo mis errores garrafales, pido consejo de algunas
personas: mi papá, Jack Hayford, Elmer Towns, y mi esposa Margaret, quien
siempre está dispuesta a compartir conmigo sus opiniones acerca de mis
fracasos.
Es importante buscar consejo de la persona correcta.
Oí la historia de un servidor público recién nombrado que estaba
instalándose en su nueva oficina.
Al sentarse ante su escritorio por primera vez, descubrió que su predecesor
le había dejado tres sobres con instrucciones que deberían abrirse únicamente
en tiempos de angustia.
No habían pasado muchos días antes que el hombre entrara en conflicto con
la prensa, así es que decidió abrir el primer sobre.
La nota decía: «Échele la culpa a su predecesor». Y eso fue lo que hizo.
Durante un tiempo todo anduvo bien. Pero unos pocos meses más
tarde, de nuevo estaba en problemas, así es que procedió a abrir el segundo
sobre.
La nota decía: «Reorganícese». Y eso fue lo que hizo.
Eso le permitió disponer de más tiempo. Pero debido a que en realidad nunca
había resuelto ninguno de los asuntos que estaban complicándole la vida, volvió
a tener problemas, y esta vez, peores que nunca. De modo que, desesperado,
abrió el último sobre.
La nota adentro decía: «Vaya preparando tres sobres».
Pida consejos, pero asegúrese que sea de alguien que haya aprendido a
manejar sus fracasos en forma exitosa.
Maxwell, John C.:
Aprendizaje es un elemento esencial en la vida. Dios es un maravilloso
Maestro que nos enseña a través de las circunstancias de la vida. No pierdas ni
un solo detalle.
Aun si fuera verdad que me he desviado, mis errores son asunto mío. Job
19:4.
¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los
que no estoy consciente! Salmo 19:12.
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