Se impone un discernimiento, dado
que este tema es más delicado. ¿Qué considerar como protagonismo? Sería aquella
forma de actuar y aquel talante que mueve al sujeto a realizar las diversas
tareas pastorales y de apostolado con el único fin de aparecer delante de los
demás como bueno y justo, o buscando la gratificación fácil del aplauso y del
reconocimiento de los demás.
Suele ser una tentación clara y
evidente: lucirse, figurar, acaparar.
Esta tentación induce a buscar
tareas y apostolados que lucen y que se realizan a los ojos de todos:
difícilmente se sentirá a gusto realizando actividades escondidas y humildes,
sean las que sean, sino que se escabullirá o las dejará apartadas. Necesita ser
visto y actúa para ser visto; desde fuera, al principio, parecerá una persona
con gran fuego interior y celo apostólico, pero en cuanto las tareas
apostólicas ya sean discretas u ocultas, desistirá rápido o ni siquiera las
empezará. Y es que el motivo de su actuar no era sobrenatural (por puro amor de
Cristo), sino por vanagloria.
Esta tentación es distinta a la humildad de
realizar el apostolado o las tareas pastorales por puro amor de Jesucristo,
aunque se realicen delante de los demás, y distinta de la actitud sana del
quiere que el ministerio encomendado salga a flote aunque le exija más trabajo
y todo lo tenga que realizar él solo. Porque la humildad le hace a uno ser muy
libre, para acometer apostolados o tareas que son muy visibles o para los
apostolados humildes que nadie ve... porque sólo va buscando la Gloria del
Señor.
El que cede al protagonismo no
busca la gloria de Jesucristo, sino su propia gloria; no busca alabar y servir
a Dios, sino que lo alaban a él. Y cuando los motivos del querer y del actuar
no son rectos, destruye de raíz todo germen bueno que se pudiese contener en
aquel “apostolado de lucimiento y vanidad”. "El que se gloríe, que se
gloríe en el Señor" (1Cor 1,31).
El
protagonismo provoca reacciones de rechazo en la comunidad cristiana, y provoca
rivalidades y envidias. Es una tentación muy peligrosa para una comunidad: crea
bandos y partidismos. Por eso, todo aquel que trabaja en favor del Evangelio
colaborando con el ministerio pastoral y realizando el apostolado que le es
propio, deberá siempre revisar el cómo de su apostolado y deberá purificar
constantemente sus motivaciones, purificar el corazón, para no buscarse a sí
mismo sino buscar en todo el rostro del Señor. Así se ejercerá todo trabajo por
el Evangelio desde la sencillez, la humildad y la alabanza del Señor, y el bien
sembrado, la semilla de la Palabra esparcida, dará fruto, que crecerá hasta la
vida eterna.
"No hagáis nada por rivalidad o vanagloria; sed, por el contrario, humildes, y considerad a los demás como superiores a vosotros mismos. Que no busque cada uno sus propios intereses, sino el interés de los demás" (Flp 2,3-4).
"No hagáis nada por rivalidad o vanagloria; sed, por el contrario, humildes, y considerad a los demás como superiores a vosotros mismos. Que no busque cada uno sus propios intereses, sino el interés de los demás" (Flp 2,3-4).
Javier Sánchez Martínez
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