Hay muchos que tienen una idea equivocada…, acerca de lo que es la
Misericordia de Dios. Y están contribuyendo a esta equivocación todo aquel que
habla en términos generales de misericordia y se calla, que esta no es un
derecho que tenemos de podérsela exigir a Dios y Él no está obligado a
concedérnosla, porque nos lo merecemos. La misericordia es un don divino cono
todo lo que de Dios recibimos, pero también es un fruto de Él su divina
justicia y esté es un bien que Dios nunca lo va a pisotear en función de la
misericordia.
Nos dice San Agustín: “Nadie se lisonjee de impunidad fundado en la
misericordia de Dios, porque habrá juicio: así como nadie después de convertido
debe temer el juicio de Dios, pues este viene precedido de la misericordia”. Y también en otro escrito nos dice San Agustín:
“Aunque
debes confiar mucho en la misericordia de Dios, debes también tener presente a
toda hora su justicia. (…). Teme pues a su justicia si deseas alcanzar su
misericordia”. La misericordia es una actitud divina hacia quien le ha ofendo, fruto de
su inmenso amor que no tiene a los hombres, porque veamos: ¿Acaso Dios fue
misericordioso con los ángeles caídos? Meditemos porque Dios no es siempre
misericordioso, e inmediatamente comprenderemos, que para que se genere la
misericordia divina, es necesaria la previa existencia de un arrepentimiento.
La misericordia de Dios no se genera jamás, si no existe un previo
arrepentimiento, y si existe, después vendrá el perdón. La misericordia es la
actitud amorosa del Señor en virtud de la cual se nos perdona nuestras culpas.
No es conveniente estar hablando siempre de la misericordia de Dios, dando la
idea de que , hagamos lo que hagamos Él borra toda ofensa sin más, sin
mencionar para nada la previa necesidad de la existencia un arrepentimiento.
Nosotros por amor a Dios si estamos obligados a perdonar a nuestros
deudores, tal como lo expresamos en el rezo del Padre nuestro por la sencilla
razón de que nadie es, ni puede ser juez de los demás, pero Dios si puede y
nosotros no somos Dios. En este sentido San Lucas recoge estas palabras del
Señor: "36 Sed misericordiosos, como vuestro Padre es
misericordioso. 37 No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis
condenados; absolved y seréis absueltos”. (Lc 6, 36). En este mismo sentido se expresa
Santiago en su epístola, diciéndonos: “Un juicio sin misericordia le espera al que
no usó de misericordia”. (Sant 2,13).
La Virgen María,
nuestra Madre y Señora, en el canto del Magnificat,
alució a la misericordia divina y exclamó: "50 Su misericordia se derrama de
generación en generación sobre los que le temen”.
(Lc 1, 50). No derrama su misericordia sobre todos sino sobre los que le temen,
es decir de los que se arrepienten y le aman. También en la Salmodia podemos
encontrar varios versículos referentes a la divina misericordia, que debe de
ser precedida de una arrepentimiento: "8 Clemente y compasivo es Yahvé, tardo
a la cólera y lleno de amor; 9 no se querella eternamente ni para siempre
guarda su rencor; 10 no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a
nuestras culpas. 11 Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de
grande es su amor para quienes le temen; 12 tan lejos como está el oriente del
ocaso aleja él de nosotros nuestras rebeldías.”. (Sal 103, 8-12). Tanto en este
versículo de la Salmodia, como en el canto de la Virgen se hace referencia al
temor de Dios., lo cual es equivalente al arrepentimiento, porque quién teme a
Dios se arrepiente de haberle ofendido.
Estamos viviendo en un mundo ensoberbecido, que por sus pretendidos
avances tecnológicos, y por su economía más desarrollada, lo está y hace alarde
de esto, que pomposamente en países ricos, se llama el estrado de bienestar la obsesión que tiene, consiste en crear y
aumentar este llamado estado de
bienestar, dándoles la espalda la inmensa mayoría de hermanos suyos,
también, hijos queridos de Dios, que viven en países pobre, en un estado de malestar
¿Acaso alguno es tan incrédulo o inconsciente, que se cree que no va a
ser juzgado por su parte de responsabilidad en esto? ¿Tan seguro se encuentra
de la misericordia de Dios, que si ni siquiera se ha propuesto pensar en un
arrepentimiento de sus ofensas a Él? Este mundo en que vivimos les hace creer a
muchos que no hay porque preocuparse porque al final todo el mundo se salva, ya
que la misericordia de Dios es infinita. Si desde luego que lo es pero… siempre
que medie un previo arrepentimiento y tras él Dios perdona porque su
misericordia es infinita con el arrepentido, como es infinito todo en Él.
Pero el arrepentimiento, en sí, es un acto de amor, y para ejercitar un
acto de amor, es necesario tener la capacidad de amar y si bien esta, ahora la
tenemos, pero ella, no será eterna, para el que no se arrepienta a tiempo. Dios
es amor y solo amor y precisamente Él, es la única fuente de amor que existe.
Nosotros siempre que amamos, se a Dios o sea a los demás, estamos empleando un
reflejo del amor de Dios que Él nos dona En otras palabras, nosotros en este
mundo vivimos dentro del ámbito del amor
de Dios, y Él nos dona la capacidad que tenemos de amar, incluso por razón del libre albedríos que también nos ha
donado, podemos llegar hasta amar al demonio.
Pero si morimos en gracia y amistad de Dios, siendo templos vivos de Él,
nunca saldremos de su ámbito de amor y en nuestra eternidad podremos seguir
amando. Pero si no es así, al fenecer saldremos del ámbito de amor del Señor y
perderemos la capacidad de amar y ser amados, que ahora tenemos y el vacío que
se nos producirá por la pérdida de la capacidad de amar, lo ocupara de
inmediato la antítesis del amor , que es el odio, lo cual junto con las
tinieblas, que se producen al desaparecer la luz divina, es la esencia del
reino del demonio, el infierno..
Escribe Jean Lafrance diciendo que: “Dios no es una especie de abuelo indulgente y
bonachón que pasa la esponja sobre nuestras majaderías. Tiene demasiado respeto
por nuestra voluntad para obrar así. No se puede hablar de la misericordia si
no se cree en su justicia y en su santidad”. Y San Alfonso María Ligorio nos dice: “La
misericordia de Dios es infinita; pero los actos de ella, o sea los de conmiseración,
son finitos. Dios clemente pero también justo”. Para alcanzar la misericordia
de Dios sobre nuestras faltas y ofensas, es necesario que reconozcamos nuestra
debilidad, porque solo recociéndose uno su debilidad, puedes implorar a Dios su
misericordia. Porque la gracia actúa en el interior de la debilidad del hombre,
solo el corazón herido por la debilidad puede abrirse a la verdad de la amorosa
presencia divina”.
Por favor seamos conscientes, no juguemos con
fuego eterno, porque la misericordia divina, no es una patente de corso, para
hacer lo que nos apetece y mucho menos, para comulgar no estando ni viviendo en
gracia de Dios, por que como nos dice San Pablo: “26 Y
así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del
Señor hasta que él vuelva.27 Por eso, el que coma el pan o beba la copa del
Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor.28
Que cada uno se examine a sí mismo antes de su propia condenación”.
(1Cor 11,26-29).
No perdamos nunca nuestro contacto con Dios pues
ello será siempre señal inequívoca de que nos arrepentiremos con facilidad y la
misericordia divina nos perdonará. Pero si perdemos el contacto con Dios y no
oramos San Agustín nos dice: “Y mientras veas que Dios no te ha quitado la
gracia de la oración, ten también por cierto que no se ha apartado de ti la
misericordia divina”.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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