El estudio holandés de Maria
Xiridou, publicado en el Journal AIDS, arrojó el resultado de que los
homosexuales con relaciones estables tiene en promedio 8 parejas sexuales al
año (Maria Xiridou, et al, "The Contribution of Steady and Casual
Partnerships to the Incidence of HIV Infection among Homosexual Men in
Amsterdam" AIDS 17 (2003): 1031)
Bell and Weinberg, en su estudio
sobre homosexualidad masculina y femenina encontraron que el 43% de varones
homosexuales de raza blanca tuvieron 500 o más compañeros sexuales durante su
vida mientras que el 28% tuvo más de 1000. Hay que señalar que el 79% de los
entrevistados reconocía que la mitad de sus compañeros sexuales eran extraños
(A. P. Bell and M. S. Weinberg, Homosexualities: A Study of Diversity Among Men and Women
(New York: Simon and Schuster, 1978), pp. 308, 309; ver también A. P. Bell, M.
S. Weinberg, and S. K. Hammersmith, Sexual Preference (Bloomington: Indiana
University Press, 1981)
El estudio realizado por Paul de
Ven sobre 2,583 homosexuales mayores (50+), publicado en el Journal of Sex
Research, dio como resultado que el número promedio de compañeros sexuales de
un gay adulto es de 101 a 500. Del 10 al 15% de los entrevistados tuvieron
entre 500 y 1000, mientras que un adicional 10% se encontraba en un rango que
superaba los 1000 compañeros sexuales (Paul Van de Ven et al., "A Comparative Demographic and Sexual Profile of Older
Homosexually Active Men," Journal of Sex Research 34
(1997): 354)
La universidad neozelandesa de
Otago, en su encuesta sobre comportamiento sexual homosexual
en Auckland (2008), realizada sobre 1525 hombres gay indicó que el
promedio de parejas sexuales en el lapso de 6 meses era de 2 a 5. Sólo el 38%
tuvo una relación por más de 6 meses; sin embargo, es de notar que el 52% de
este 38% admitió haber tenido relaciones sexuales fuera del compromiso con el
partner regular.
Otro dato curioso que revela este
estudio es la frecuencia en el uso de internet para encontrar parejas sexuales,
casi el 38% de los entrevistados hizo uso de este medio. Otros estudios revelan un uso incluso
mayor, casi del 65%.
Los resultados de las precedentes
investigaciones nos llevan a preguntarnos por la vivencia de la fidelidad en el
contexto de las relaciones homosexuales, ¿esta es posible? ¿es una práctica
minoritaria? ¿se realiza bajo ciertas condiciones? Según este sondeo solamente el 7% de los
estadounidenses piensa que las relaciones sexuales fuera del
matrimonio/compromiso son aceptables mientras que la reciente
investigación de la Doctora Coleen Hoff de la universidad de San
Francisco State arrojó un contundente 50% a favor entre los americanos
homosexuales (con relaciones estables) entrevistados. Otros estudios muestran
porcentajes mayores, entre el 75% y 95% (The Handbook of Sexuality in Close Relationships,
John H. Harvey 2005).
Las cifras de aprobación del
adulterio entre personas homosexuales podría ser incluso mayor si consideramos
que para muchos homosexuales la fidelidad en una relación estable no
necesariamente incluye la exclusividad sexual. El estudio ingles: "Gay
Monogamy: I Love You But I Can´t Have Sex With Only You",
realizado en el año 2010, comprobó que ninguna de las parejas gay entrevistadas
incluía la exclusividad sexual en su definición de «monogamia».
Estas investigaciones, de las
cuales hemos citado solamente algunas, nos plantean la siguiente pregunta: ¿en
qué sentido se puede hablar de monogamia en las relaciones homosexuales? Si es
que, como parece ocurrir, mantener una relación sentimental homosexual no
parece necesariamente incluir la exclusividad sexual, ¿en qué sentido se puede
hablar de fidelidad en este tipo de relaciones?
El precedentemente mencionado
estudio de la Doctora Coleen Hoff puede darnos algunas luces. Este fue
realizado sobre una muestra de 556 parejas homosexuales de sexo masculino
durante tres años. Los sondeos realizados dieron como resultado que el 50% de
los entrevistados tuvieron relaciones sexuales ajenas al compromiso con
conocimiento y aprobación del «partner». «En parejas heterosexuales - declara
la Dra. Hoff. - este comportamiento se llama traición, pero con parejas gay
esto no tiene una connotación tan negativa». (Vease el artículo del NYTimes sobre los resultados
de esta investigación)
El estudio de la Doctora Hoff es
posterior a la investigación «The male couple» de McWhirter y Mattison,
quienes descubrieron algo similar. En su investigación se muestra que ningún
hombre de los entrevistados pudo ser sexualmente fiel a su pareja por más de
cinco años. Los autores llegaron a la conclusión de que las relaciones
homosexuales que han logrado superar la marca de los 10 años sin romper el
vínculo afectivo se caracterizan por haber abandonado la pretensión de mantener
una relación afectiva sexualmente exclusiva. McWhirter y Mattison reconocen,
sin embargo, que es de la actividad sexual fuera de la relación de donde nacen
los problemas de confianza, amor propio y dependencia.
Los resultados de sus estudios
llevaron a McWhirter y Mattison a considerar que la fidelidad homosexual no
puede basarse en la exclusividad sexual sino en un tipo de dependencia
afectivo-emocional. Esta conclusión no puede menos que resultar paradójica dado
que contemplar una relación emocionalmente fiel sin la certeza de compartir en
modo exclusivo la intimidad sexual del otro, en mi opinión, es una pretensión
impracticable, fantasiosa e inclusive contradictoria con las conclusiones de
los mismos McWhirter y Mattison.
Los desafíos internos con los que
tienen que lidiar las uniones homosexuales aún son muy grandes. Hasta que
situaciones como la descrita no se resuelvan y haya una mayor comprensión de la
naturaleza de estos vínculos toda propuesta de equiparación a la institución
del matrimonio heterosexual o de adquisición de derechos inherentes a este
último deben ser consideradas, por lo menos, apresuradas. Especialmente cuando se
habla de adopción infantil valdría la pena preguntarse si es que el desarrollo
psicológico y afectivo de un niño dependen también de la estabilidad afectivo
emocional del hogar familiar. Si esto es así (cosa que resulta obvia) por un
lado me parece injusto colocar sobre las uniones homosexuales un encargo más
grande del que su propia naturaleza les permite asumir; y por otro, considero
socialmente irresponsable permitir que los niños crezcan en un ambiente que no
favorece suficientemente su pleno desarrollo psicológico y afectivo.
Un contra-argumento típico en
contra de lo dicho es que una gran cantidad de parejas heterosexuales son
infieles y tienen altos índices de divorcio. Esto es un hecho innegable; sin
embargo, la infidelidad sexual en la institución del matrimonio no forma parte
de la naturaleza del vínculo, es más bien un vicio, una omisión en el
cumplimiento de las responsabilidades inherentes al compromiso. Esta condición
«no constitutiva» de la infidelidad no queda clara en las uniones homosexuales,
y como hemos tratado de argumentar a través de los distintos estudios citados,
esta ha empezado a volverse una práctica cada vez más esencial al vínculo
homosexual(*). Por esta razón, es radicalmente distinta la comprensión que debe
hacerse de la infidelidad matrimonial, entendida como vicio, de la infidelidad
homosexual, entendida - cada vez con más frecuencia - como condición de
posibilidad.
En el debate jurídico hodierno
sobre los pretendidos derechos al matrimonio y la adopción por parte de personas
con tendencia homosexual, es fundamental detenerse a reflexionar sobre la
naturaleza y las propiedades de este tipo de relaciones. El concepto de
fidelidad y su práctica concreta son sólo un ejemplo, entre tantos, de la
diferencia profunda que existe entre la institución del matrimonio y las
uniones homosexuales.
(*) La gran mayoría de estudios citados afrontan las relaciones homosexuales masculinas y no femeninas. Las conclusiones en este artículo no son generalizables.
Mauricio Artieda
Cassinelli
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