"Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos. Y
yo pediré al Padre que os envíe otro defensor, el Espíritu de la verdad, para
que esté siempre con vosotros. Los que son del mundo no lo pueden recibir,
porque no lo ven ni lo conocen; pero vosotros lo conocéis, porque él está con
vosotros y permanecerá siempre en vosotros.
No voy a dejaros abandonados: volveré para estar
con vosotros. Dentro de poco, los que son del mundo ya no me verán; pero
vosotros me veréis, y viviréis porque yo vivo. En aquel día os daréis cuenta de
que yo estoy en mi Padre, y que vosotros estáis en mí y yo en vosotros. El que
recibe mis mandamientos y los obedece, demuestra que me ama. Y mi Padre amará
al que me ama, y yo también le amaré y me mostraré a él."
Jesús nos dice en este evangelio, que, si le
amamos, obedeceremos sus mandamientos. Y en el evangelio de Juan los
mandamientos son amar a Dios y al prójimo.
Si amamos no estaremos solos. Nos acercamos a la
fiesta de Pentecostés y Jesús nos promete aquí al Espíritu. Juan lo denomina
"paráclito", es decir, defensor.
Vivir en este mundo amando, luchando por la
justicia, defendiendo la igualdad y la solidaridad, no es fácil. Seguro que nos
traerá problemas. Pero no estamos solos. El Espíritu estará siempre con
nosotros. Él, Jesús, está con nosotros. Y además, tenemos el convencimiento de
que el Padre nos ama.
Todo esto nos sonaría a músicas celestiales, si no
tuviéramos el ejemplo de aquellas personas que nos han precedido dando la vida
por los demás, sin flaquear, porque sabían que no estaban solas. Personas
conocidas y muchas más anónimas, que, en el tercer y cuarto mundo, han quemado
y queman su vida con alegría, como una ofrenda, para intentar hacer de esta
sociedad un colectivo de igualdad, amor y solidaridad.
Si realmente nos consideramos seguidores de Jesús,
debemos estar convencidos de que no estamos solos y entregarnos sin miedo a los
demás. Ahora es tiempo de amar.
Enviat per Joan Josep Tamburini
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