El
Espíritu Santo llega a liberarte y a ofrecerte sus dones y... ¿qué hacemos al
saberlo?
Son
hombres cargados de cadenas. Pasan su vida remando en el interior de barcos enormes
y casi no ven la luz del sol. En sus rostros no hay esperanza, ni anhelos, ni
futuro, porque nadie puede salvarles y sólo les espera el peso y lo abrumador
de los días.
Los barcos surcan continuamente el mar y los galeotes, en su interior, piensan únicamente en la comida del día y en sus penas, que les hacen suspirar sin descanso. Entre el golpe de los remos y el ruido de las olas, sólo se oye de vez en cuando:
- ¿Ya llega la comida? (suspiros, suspiros) La comida... ¿ya llega?
Así es la vida de los galeotes.
Pues bien, un día llegó un mensajero a bordo. Bajó hasta el interior del navío y, desenrollando un largo pliego de papel, comenzó a leer ante el asombro de los presos.
¡Era el nombre de un galeote y el edicto de liberación!
La bodega del barco se llenó de murmullos, y aún hablaba el mensajero cuando los vigilantes soltaron las cadenas del galeote y le arrancaron los grilletes. Después le alzaron agarrándole de los brazos y le pusieron un cartel colgado al cuello que decía: "Hombre libre". El mensajero caminó hacia él y le puso una gran suma de monedas en la mano, diciéndole:
- ¡Has sido rescatado, amigo! -y después, señalando al norte, concluyó:- Allí ¿ves?... ése es el camino de vuelta a casa.
Pero el galeote volvió a sentarse en su banco, haciendo comentarios sobre la comida del día y sobre lo oscura que estaba la bodega donde remaban...
Ése galeote eres tú. Y si no, recuerda:
El Espíritu Santo ha llegado a liberarte y a ofrecerte sus dones y... ¿qué hacemos al saberlo?
El próximo domingo 8 de junio celebraremos la fiesta de Pentecostés. Prepárate para recibir al Espíritu Santo, para sentirte libre de toda cadena y tener la paz que solo Él puede traerte.
Los barcos surcan continuamente el mar y los galeotes, en su interior, piensan únicamente en la comida del día y en sus penas, que les hacen suspirar sin descanso. Entre el golpe de los remos y el ruido de las olas, sólo se oye de vez en cuando:
- ¿Ya llega la comida? (suspiros, suspiros) La comida... ¿ya llega?
Así es la vida de los galeotes.
Pues bien, un día llegó un mensajero a bordo. Bajó hasta el interior del navío y, desenrollando un largo pliego de papel, comenzó a leer ante el asombro de los presos.
¡Era el nombre de un galeote y el edicto de liberación!
La bodega del barco se llenó de murmullos, y aún hablaba el mensajero cuando los vigilantes soltaron las cadenas del galeote y le arrancaron los grilletes. Después le alzaron agarrándole de los brazos y le pusieron un cartel colgado al cuello que decía: "Hombre libre". El mensajero caminó hacia él y le puso una gran suma de monedas en la mano, diciéndole:
- ¡Has sido rescatado, amigo! -y después, señalando al norte, concluyó:- Allí ¿ves?... ése es el camino de vuelta a casa.
Pero el galeote volvió a sentarse en su banco, haciendo comentarios sobre la comida del día y sobre lo oscura que estaba la bodega donde remaban...
Ése galeote eres tú. Y si no, recuerda:
El Espíritu Santo ha llegado a liberarte y a ofrecerte sus dones y... ¿qué hacemos al saberlo?
El próximo domingo 8 de junio celebraremos la fiesta de Pentecostés. Prepárate para recibir al Espíritu Santo, para sentirte libre de toda cadena y tener la paz que solo Él puede traerte.
Autor: P.
Miguel Segura
No hay comentarios:
Publicar un comentario