EL PADRE OLIVIER-THOMAS VENARD ES SUBDIRECTOR DE LA ESCUELA BÍBLICA
El padre Venard es el subdirector de la Escuela
Bíblica de Jerusalén y una de las primeras autoridades mundiales en las
Sagradas Escrituras.
A finales de 2019, al acercarse
la Navidad, el diario francés Le Figaro sacó a la venta un número doble especial
bajo el título Jesucristo, ese desconocido,
en cuya redacción participó de forma relevante el padre dominico Olivier-Thomas
Venard, investigador
de la Escuela Bíblica de Jerusalén.
Ésta es su visión sobre las
fuentes históricas sobre la persona de Jesucristo, en
una entrevista de Michel De
Jaeghere e Isabelle
Schmitz en Le
Figaro que reproduce la Fundación
Tierra Santa:
-¿CUÁL
ES LA VOCACIÓN DE LA ESCUELA BÍBLICA Y ARQUEOLÓGICA FRANCESA DE JERUSALÉN?
-La Escuela
Bíblica es la institución académica
más antigua de tipo universitario que se ocupa, en Tierra Santa, de estudiar
científicamente la Biblia. Fundada en 1890 por el padre
Lagrange en la época de la famosa
"cuestión bíblica" en Europa cuando, debido a los descubrimientos
arqueológicos, paleográficos e históricos, se cuestionaba la gran síntesis
cristiana tradicional, esta institución quiso establecerse in situ,
donde tenían lugar las excavaciones, para comparar los monumentos con los
documentos.
»El fin era, y lo sigue siendo, esforzarse en comprender mejor
la Biblia estudiando el contexto de su elaboración por medio de todas las ciencias a las que
tienen acceso los historiadores para evaluar las fuentes literarias: la arqueología, la epigrafía, las lenguas antiguas de
Oriente Medio, las prosopografía, la numismática, la exégesis, etc.
El padre Marie-Joseph Lagrange (1855-1938). En 1988 se abrió su proceso de beatificación.
-COMO
CIENTÍFICO Y RELIGIOSO, ¿NO ESTÁ USTED CONDENADO A UNA TENSIÓN PERMANENTE ENTRE
ESTA RECONSTRUCCIÓN HISTÓRICA Y EL RESPETO AL MAGISTERIO?
-Es la pregunta que se planteaba
el padre Lagrange cuando fundó la Escuela Bíblica. Pero para un discípulo
de Santo Tomás de Aquino -¡somos dominicos!-, la fe no es contraria a la
razón. Todos los hombres comparten la misma luz inteligible, en grados
distintos, desde la simple razón a la incandescencia de la fe. En nuestra
opinión, no puede haber verdadera contradicción entre ellas. El mismo Dios,
adorado como Inteligencia absoluta, da a los hombres, para que las compartan,
la razón y la fe. Toda contradicción es un efecto
óptico: o nos equivocamos en la fe, o en la razón.
»Este fue el genio del padre Lagrange, o la gracia que se le concedió, de
apoyarse con firmeza en esta convicción tomista para decir que si surgían
contradicciones aparentes entre las ciencias históricas aplicadas a la Biblia y
la tradición magisterial, había que trabajar a dos niveles: el de la historia y la exégesis bíblica por un lado, y el de la teología
por el otro, con el fin de restablecer una forma de continuidad.
-¿EN
QUÉ CONSISTE LA BIBLIA EN SUS TRADICIONES ("LA BEST"), DE LA QUE USTED ES RESPONSABLE?
-"La Biblia en sus tradiciones" es un programa que ha lanzado la
Escuela Bíblica teniendo en cuenta las grandes metamorfosis que han
sufrido las ciencias bíblicas en los últimos sesenta años, y que podemos resumir en dos grandes fenómenos.
Ante todo, la cantidad de información disponible, sobre todo con los manuscritos de Qumrân y la arqueología israelí en Tierra Santa, nos permiten reconstruir la
vida judía en tiempos de Jesús. En Qumrân se ha descubierto una biblioteca
íntegramente judía, con textos que van desde el siglo III a. C. a mediados del
siglo I d.C., y que nos enseñan mil cosas sobre la historia de los textos
bíblicos y su diversidad; de hecho, acerca del momento en que fueron redactados
los relatos evangélicos, así como sobre el judaísmo del periodo del Templo,
diferente del judaísmo rabínico: las "escuelas"
farisaicas, o una secta como la de los esenios, presentan una oración que se
parece a la del cristianismo primitivo.
»El segundo eje de la metamorfosis de las
ciencias bíblicas atañe a la propia manera de interpretar
los textos. La historia, en el
siglo XIX, se había teñido de un sentimiento romántico que adornaba los
orígenes con todas las virtudes: cuánto más antiguo
y simple, más bello, verdadero y auténtico parecía. Este prejuicio
aplicado a la Biblia llevó a reconstruir idealmente el texto más antiguo, y a
ver la verdad histórica… Hasta el día en que volvimos a tener conciencia del
hecho que el significado de un texto no está definido sólo por sus orígenes,
las condiciones de su aparición, sino también en gran medida por su recepción,
sus lectores, y por la comprensión que estos habían tenido antes de nosotros.
»Para los
estudios bíblicos católicos, ¡fue pan bendito! Fue en
nombre del carácter exigente de la ciencia por lo que se hizo necesario
estudiar un texto, no sólo para reconstruir su significado original a partir de
los datos a menudo heterogéneos del propio texto, sino remontándose
pacientemente a partir del significado que tiene hoy en día, al término de toda
una tradición,
a través de las lecturas y las interpretaciones que habían sido hechas del
mismo y que, lo quisiéramos o no, nos habían influido, hasta llegar a una
aproximación de su significado histórico originario, esclarecido, claro está,
por los descubrimientos recientes.
»Estos dos elementos han dado lugar a la puesta en
marcha de la "Biblia en sus tradiciones".
Por una parte, hemos vuelto a traducir el texto bíblico. O más bien,
los textos. En el tiempo de Jesús, los judíos de Tierra Santa recibían las
Escrituras, a la vez, en sus formas hebrea y aramea (conservadas en Babilonia,
de donde vino a continuación el Talmud) y griega (a partir de las traducciones
de los judíos de Alejandría: la Septuaginta).
Con la "Best" presentamos estas diversas versiones juntas, pero sin mezclarlas, con la
pretensión de reconstituir el texto originario.
»Por otra parte, tomamos nota de estos textos
celebrando la riqueza de la recepción de la palabra del Dios único en culturas
distintas: la judía, la griega, la siríaca, la
latina. Comparamos las versiones, situamos cada texto en su contexto y
hacemos hipótesis sobre su sentido original, pero lo estudiamos también a
través de todas las interpretaciones que se han hecho hasta nosotros:
teológicas, espirituales, literarias y artísticas… Los lectores de Le Figaro pueden
hacerse una idea, lúdica y a la vez instructiva, a
través de nuestra newsletter semanal.
-¿CÓMO
SE FIJÓ EL TEXTO CANÓNICO DE LOS EVANGELIOS Y DE LAS EPÍSTOLAS?
-La Iglesia no ha canonizado un
texto, una versión particular, sino listas de libros. Incluso en el
Nuevo Testamento, los escritos se agrupan por espacios geográficos: judío
para Mateo y Santiago, romano para Marcos y Pedro, griego para Pablo y Lucas, oriental para Juan. En los primeros
siglos, cuando la Iglesia se organizaba, los obispos se intercambiaron entre
ellos "cartas canónicas", en las que proporcionaban la lista de los libros
leídos en sus respectivas Iglesias. A partir de finales del siglo II, Ireneo de Lyon defendió
las cuatro obras de Mateo, Marcos, Lucas y Juan
como el verdadero Evangelio "cuadriforme".
[Lee en
ReL: Las pruebas de que los cuatro
Evangelios son fiables como fuente histórica sobre Jesucristo]
» A finales del siglo IV, el tercer concilio de Cartago proporcionó la
composición del Nuevo Testamento, que incluía las Epístolas y el Apocalipsis.
Pero fue sólo en el siglo XVI cuando la Iglesia definió su canon definitivo, en respuesta a la Reforma, cuando un cierto
número de cristianos empezó a rechazar determinados libros. Recordemos a este
respecto la perplejidad de Lutero ante
la Epístola de Santiago, que concede gran importancia a las obras, mientras que
él privilegiaba la sola fe.
-¿SEGÚN
QUÉ CRITERIOS SE DISTINGUIERON LOS EVANGELIOS CANÓNICOS DE LOS APÓCRIFOS?
-Los Evangelios que dan fe son los que están revestidos de autoridad
apostólica. En el siglo II, se identificó a Marcos como
discípulo de san Pedro y san Lucas, pero también de san Pablo, mientras que los
Evangelios según Mateo y Juan remiten directamente a la autoridad de uno de los
apóstoles. Cualquiera que sea la atribución, el hecho es que todos los
personajes de los que hablan los Evangelios no murieron al mismo tiempo que
Jesús, por lo que pudieron garantizar, confirmar
o afirmar lo que de Él se contó durante decenios.
»Este punto es estudiado de manera exhaustiva por la exégesis histórica
actual. Los testigos oculares de
la vida de Jesús y los hombres (¡y las mujeres en
primer lugar!) que afirmaron haberle visto resucitado han tenido un
papel clave por el peso que han dado a las tradiciones, que ellos han
ratificado. Los escritos construidos a partir de su palabra tenían una
autoridad mucho mayor que cualquier otra elaboración más indirecta.
»Los
Evangelios que llamamos apócrifos son casi todos ellos más tardíos, más
marcados por lo sobrenatural. Pretender que algunos apócrifos hayan podido
tener tanta importancia como los Evangelios sinópticos, que habían sido fieles
al "Jesús de la historia", es una
broma. El único sobre el que existe verdaderamente un debate es el Evangelio de Tomás, una colección de palabras atribuidas a
Jesús, de las que algunas sí que se podrían remontar a Él. Pero este evangelio
está marcado por unas tendencias llamadas "gnósticas"
muy posteriores al tiempo de la elaboración de las tradiciones evangélicas
de los cuatro evangelios sinópticos.
-¿CÓMO
SE EXPLICAN LAS CONTRADICCIONES QUE HAY ENTRE LOS CUATRO EVANGELIOS CANÓNICOS?
-La primera manera de explicar
estas contradicciones o, en todo caso, diferencias, es que a pesar de apoyarse
en testimonios y fuentes precedentes, los Evangelios son cuatro obras
redactadas por cuatro autores distintos. Según la
finalidad que cada autor asignaba a su obra,
podía utilizar el mismo material, ese mismo episodio o esa misma
parábola, de manera diferente. Podemos añadir que dichas
disparidades son también prueba de autenticidad: si fuera un relato de ficción, sus autores habrían
unificado mejor las cosas.
» Nuestros evangelistas parecen incluso incómodos a veces con el material
que heredan. San Lucas, por ejemplo, tiene el tono de un
historiógrafo grecorromano; pero lo que él debe ordenar y relatar
son las tradiciones semi-informales de comunidades parcialmente organizadas
alrededor de las autoridades apostólicas, por lo que hereda un conjunto
polimorfo y no muy bien estructurado con el que, como dice en el prólogo,
quiere componer la gran historia del acontecimiento de Jesús. De golpe, él
trata de encontrar referencias en la Historia: un
censo allí, un emperador allá… A veces se lía con las referencias
cronológicas, pero que en su relato haya desaciertos es más bien una buena
señal: demuestra que el material se le resiste y
que no se lo inventa, no lo crea, sino que sólo le da forma.
-¿EN
QUÉ CONSISTE, ENTONCES, LA INSPIRACIÓN DEL TEXTO EVANGÉLICO?
-En el hecho de que el texto
evangélico transmite sólo cosas verdaderas y sinceras
respecto a la vida, la persona y las enseñanzas de Jesús, la única fuente de la
salvación. Que los detalles anecdóticos e incluso la cronología sean
inexactos no plantea ningún problema teológico. Hay, por ejemplo, un debate
histórico sobre la duración del ministerio apostólico de Jesús, entre uno y
tres años, que no pone en entredicho la verdad de los Evangelios.
Traducción de Elena
Faccia Serrano.
Publicado en Fundación
Tierra Santa.
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