Al igual que las madres de los sacerdotes; que al poner en sus difuntas manos, durante su funeral, el manutergio que se colocó y limpió las manos "bañadas" de Crisma sirve como muestra del Sacerdocio del Hijo (alter Christus) y ésta goza del cielo en la eternidad.
El
padre (papá) del sacerdote también goza de estos derechos con lo siguiente:
El recién
ordenado sacerdote entrega a su padre una estola confesional morada después de
que el sacerdote escuche sus 3 primeras confesiones.
Es decir;
que el neo-Presbítero ha de escuchar a 3 personas y confesarlas como
perdonarlas previas a su cantamisa y guardar dicha estola como se guarda el
manutergio que se le entrega a la Madre.
Después
de haber entregado el manutergio a la Madre; el nuevo Sacerdote, se dirige a su
padre y le dice: "Papá; te entregó la estola
de mis primeras confesiones; que al morir se colocarán entre tus brazos; brazos
y manos que me cargaron y me forjaron como hombre; hombre de Dios; y así será
como Dios dispondrá de tu entrada automática al Reino por el simple hecho de
ser mi Padre".
De modo
que al morir; durante su funeral, la estola se coloca entre el hombro, pecho y
manos del difunto padre, para que cuando se presente ante Dios y de una vez
acabado el juicio particular, éste pueda sacar la estola que trae en sus manos
y decir: "Mi hijo me ha perdonado, Tú mismo me
has perdonado"; esto pues, refleja el carácter "in persona Christi capitis" que el
sacramento imprime en el sacerdote.
Esta
tradición reconoce el hecho de que los padres son esenciales para la formación
de hombres buenos y santos, ya que los hijos miran constantemente a sus padres
para saber lo que significa ser un hombre.
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