LOS HERMANOS BÜRNER TENÍAN 7 Y 9 AÑOS Y LOS EXORCISMOS FUERON SOBRECOGEDORES
La célebre escena de la levitación en «El exorcista» (1973) de William Friedkin. El caso real en el que se basó la película se parecía en algunos aspectos a la posesión de los niños de Illfurth un siglo antes: sobre todo, en el carácter sobrecogedor y abrumador de los signos de la presencia demoniaca.
Los
endemoniados de Illfurth, como son conocidos los hermanos Thibault y Joseph Bürner, son uno de
los casos de posesión diabólica más impresionantes de la historia
moderna. Rino
Cammilleri lo ha recordado en Il Timone,
en un artículo recogido por el portal mariano Cari
Filii:
*
LOS
ENDEMONIADOS DE ILLFURTH
Illfurth es una
pequeña localidad de Alsacia del sur,
tierra siempre en disputa entre Francia y Alemania y que hoy está en el
departamento francés del Alto Rin. La zona se llama Sundgau. Cerca de la plaza
principal, no muy lejos de la capilla de la Burnkirch (que no nos asombren los
nombres, la región es medio germanófona), hay una gran estatua
de la Inmaculada que tiene una historia singular.
FENÓMENOS
MISTERIOSOS
En 1864
dos niños, Thibault y Joseph Bürner,
hijos de un vendedor ambulante, empezaron a experimentar extraños fenómenos.
Podían leer las mentes y mover los objetos sin tocarlos. Los fenómenos eran
cada vez más inquietantes: los dos eran capaces de expresarse en lenguas
extranjeras, conversaban entre ellos en un francés perfecto a pesar de no saber
todavía leer ni escribir y se retorcían en posiciones antinaturales. Thibault,
de nueve años (su hermano tenía siete), cada vez estaba más delgado y pálido, casi
esquelético. El médico cantonal de Altkirch no conseguía hacer un diagnóstico.
Llamó a algunos reputados colegas para consultarles, pero también ellos tiraron
la toalla.
El año
siguiente fue peor: los dos hermanos se tumbaban sobre sus espaldas, empezaban
a dar vueltas a una velocidad increíble y después, con una fuerza sobrehumana,
estrellaban los muebles contra las paredes y caían casi desmayados, como si
estuviesen muertos. Cuando se despertaban del
estado comatoso, devoraban cantidades desproporcionadas de comida. Thibault a veces contaba que por la
noche le perseguía un monstruo horrible con plumas. El hecho es que, después,
se encontraba su habitación llena de plumas apestosas: quemadas, no dejaban ni siquiera la ceniza. A veces, a
los dos, estando sentados, los lanzaba por el aire una fuerza invisible
que los arrojaba contra las paredes. También se oía el grito ronco de un
adulto provenir de sus voces, si bien sus bocas estaban cerradas. El párroco, Karl Brey, intentó hacer todo lo posible con objetos benditos,
medallas, cruces, agua santa... pero una violenta furia se apoderaba de ellos
cada vez. Los padres, Joseph y Marie Anne Folzer,
estaban desesperados. Mientras tanto se esparció la voz y empezaron a llegar
curiosos.
EXORCISMOS
También
el alcalde Tresch quiso intentar ayudar, pero cuando oían los
nombres de María y Jesús los dos niños se encolerizaban. No era
posible mantener al margen a la opinión pública, y los periódicos empezaron a hablar del caso de Illfurth;
naturalmente, debido al clima positivista de la época, lo ridiculizaron. Desenterraron
el viejo cuento de Blancanieves (los hermanos Grimm,
de habla alemana, habían muerto recientemente) y dijeron que los dos niños se
habrían comido una manzana ofrecida por una bruja. De esta también dijeron que
era una anciana a la que habían expulsado de su ciudad natal y que había
llegado hasta esa zona.
Mientras
tanto, se multiplicaban los testimonios que decían haber oído a los dos niños,
que solo conocían el dialecto local, maldecir en latín y blasfemar sobre las
cosas sagradas. Así, en 1868, el obispo, informado
por el clero y el alcalde, ordenó un exorcismo y convocó para
llevarlo a cabo a un grupo de benedictinos de la célebre abadía
suiza de Einsiedeln; al mismo tiempo, una comisión de ilustres teólogos examinaba el caso.
Según el procedimiento,
a los demonios se les ordenó identificarse. Thibault tenía dos, Oribas e Ypes,
y cuando este último, que era sordo, prevalecía, el poseído no reaccionaba ni a
un tiro de pistola disparado al lado de su oído. Joseph había sido poseído por
Solalethiel, que respondía en un inglés impecable. El obispo de
Estrasburgo, para cubrirse las espaldas, invitó al prefecto para controlar que no se tratase de una falacia
ideada por los Bürner para sacar provecho, vista la creciente afluencia de
curiosos en Illfurth.
LA
CAÍDA ANTE ELLA
Los niños fueron separados y asignados a dos monjas de Niederbronn, a las que, si bien no las habían visto antes,
llamaron por sus nombres religiosos y les preguntaron por sus parientes,
diciendo sus nombres. A una de ellas, el más pequeño le pidió que le
llevase la botella azul que tenía en su baúl que, cerrado, seguía en la
estación. En 1869, Thibault fue llevado al orfanato de Shiltigherim, gestionado
por monjas. Intentaron hacerle entrar en la capilla, pero sin éxito. La reconocía
incluso con los ojos vendados y empezaba a ladrar. Durante el
exorcismo tenían que sujetarlo entre cinco. Solo cuando, el 4 de septiembre, le pusieron delante la
estatua de la Virgen, cayó sacando espuma por la boca. Cuando
se despertó no recordaba nada.
El 27 de
octubre fue el turno de Joseph, en la pequeña iglesia de Burnkirch. Y, también
aquí, solo cuando se le repitió unas cuantas veces el nombre de
la Inmaculada cayó, finalmente
liberado.
El
domingo hubo un solemne Te Deum y campanadas de celebración. En 1872 como
recuerdo, fue inaugurada una gran estatua de la Inmaculada con debajo la inscripción: "In Memoriam perpetuam liberationis duorum
possessorum Theobaldi et Josephi Bürner, obtentae per intercessionem Beatae
Mariae Inmaculatae. Anno Domini MDCCCLXIX".
Thibault
Bürner murió en 1871 con dieciséis años. Joseph se casó y murió con veintisiete
años en Zillisheim en 1884, asistido por el padre Brey, que murió casi con
setenta años en 1895 en olor de santidad.
Traducción de Elena Faccia Serrano.
Artículo tomado de Cari
Filii.
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