«¡Yo
tenía cuatro años!»
El Papa ha
recibido hoy en audiencia a una delegación del Ejército de Salvación,
encabezada por el general Brian Peddle, superior la institución cristiana de
naturaleza protestante evangélica no denominacional.
(InfoCatólica) Discurso del Papa a los
miembros del Ejército de Salvación
Me complace tener esta
oportunidad para renovaros, así como a todos los miembros y voluntarios del
Ejército de Salvación mi grato aprecio por vuestro
testimonio sobre la primacía del discipulado y el servicio a los pobres que os hace un signo reconocible y creíble del
amor evangélico, en obediencia al mandato del Señor: «Amaos
los unos a los otros. Como yo os he amado, así también debéis amaros los unos a
los otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos» (Jn 13, 34).
Como alguna vez he recordado,-
también ahora, en el coloquio- recibí mi primera lección de
ecumenismo hace muchos años, ¡yo tenía cuatro! cuando con mi abuela encontré a
los miembros del Ejército de Salvación. Su
ejemplo de humilde servicio a los más pequeños entre nuestros hermanos y
hermanas es más elocuente que cualquier palabra. Me viene en mente la sabia
expresión de su predecesor, Sr. General, cuando nos encontramos hace cinco
años: «La santidad trasciende las fronteras
confesionales». La santidad que
se manifiesta en acciones concretas de bondad, de solidaridad y de sanación
habla al corazón y da testimonio de la autenticidad de nuestro discipulado.
Sobre esta base, los católicos y los miembros del Ejército de Salvación pueden
ayudarse mutuamente y colaborar cada vez más con respeto mutuo, también en la
vida de santidad.
Este testimonio común es como
la levadura que, en la parábola de Jesús, una mujer tomó y mezcló con harina
hasta que toda la masa subió (cf. Lc 13, 21). El amor gratuito que inspira los
gestos de servicio a los necesitados no es sólo la levadura, sino también la
fragancia del pan recién horneado. Atrae y convence. Los jóvenes en particular
necesitan sentir esta fragancia, porque en muchos casos les falta en su
experiencia diaria. En un mundo donde abundan el egoísmo y la división
precisamente el noble gusto por el amor incondicional sirve de antídoto y abre
el camino al significado trascendente de nuestra existencia.
Como
Obispo de Roma, deseo agradecer también al Ejército de Salvación lo que está
haciendo en esta ciudad en beneficio de las personas sin hogar y marginadas. También soy
consciente de su amplia participación en la lucha contra la trata de seres
humanos y otras formas actuales de esclavitud. ¡Que
Dios bendiga vuestro esfuerzo!
Gracias de nuevo por vuestra
visita. Acordémonos unos de otros en la oración y continuemos
trabajando por la difusión del amor de Dios a través de obras de servicio y
solidaridad.
El Ejército de Salvación
es un movimiento internacional, religioso y de caridad, con un sistema
distintivamente militar en su estructura y organización. Confesionalmente, es
una institución cristiana y no una iglesia ni comunidad eclesial, aunque sus
principios son netamente protestantes
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