Oh
Ser humano… te cuento que te asemejas a la vertiente de un río.
Las
personas te ven como fuente de vida y se acercan a tus orillas por tus
cualidades y lo que puedes ofrecer, depositan su confianza en ti a tal punto
que eres origen de sus familias y ves todo su desarrollo. Son personas
que confían en ti y que hasta cierto punto dependen de ti.
Pero
cuando menos lo esperan, una tormenta hace crecer tus problemas y cambias de
apacible fuente de vida a turbulenta furia que destruye sin medida todo lo que
está cerca, llevándote con tu furia los sentimientos de los que te aman y los
que confiaron en ti.
Entre
más fuertes son las tormentas de tu vida más te desquitas con los que te aman,
sin ellos tener la culpa, pero siempre tus aguas son recibidas por alguien más
poderoso que tú.
Sean
turbias o claras siempre sus olas están para recibirte y demostrarte que en
todas tus circunstancias Él siempre está
allí, esperando por ti.
Ay,
ser humano que no confías en sus aguas, siempre te recibirá con el abrazo más
profundo para que te disuelvas en sus aguas y la turbidez se difumine en la
claridad de sus corrientes.
Entonces
calentará tu alma en vapor para que purifiques tu vida y dejarás tus problemas
allá en sus manos y como clara gota de lluvia te depositará una vez más
en tu vida para que vuelvas a fluir por tus montañas.
Los
que antes destruiste con tus corajes, volverán a tus orillas, porque dejaste
todo en las manos de Dios y le permites a Él llevar tus problemas.
Oh ser
humano, sólo te resta ser agradecido y aprovechar la oportunidad para que otros
ríos te sigan como guía y puedan fluir hacia los brazos de Dios.
Autor: Jeffrey Rodríguez
Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales
contendieron los hijos de Israel con el Señor, y él se santificó en ellos. Números
20:13.
De sus manos destilarán aguas, Y su descendencia será en
muchas aguas; Enaltecerá su rey más que Agag, Y su reino será engrandecido.
Números 24:7.
Números 24:7.
Y saliendo él a los manantiales de las aguas, echó dentro la
sal, y dijo: Así ha dicho Yahvé: Yo sané
estas aguas, y no habrá más en ellas muerte ni enfermedad. 2
Reyes 2:21.
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