La
misa católica tiene dos misterios impresionantes.
Uno
es la apertura del cielo y la aparición de seres celestiales en el templo
durante la liturgia.
Y
el otro es la transubstanciación que tienen las hostias y el vino, en el cuerpo
y la sangre de Cristo.
Hablaremos de ambos recurriendo a visiones místicas de dos videntes y a
la doctrina, poniendo más énfasis en la transubstanciación.
LA
LITURGIA DEL CIELO Y LA TIERRA JUNTAS
La Misa recrea los sucesos del Jueves Santo, Viernes Santo y el Domingo
de Pascua y es una
participación en el culto a Dios en el templo celestial.
Es una participación y una imitación de la liturgia
del templo en el cielo.
El altar en la tierra está unido y fusionado con el altar en el cielo.
Por lo
tanto, la misa es el cielo en la tierra.
Y la
liturgia de la tierra es un reflejo visible y el símbolo eficaz de la liturgia celestial de ángeles.
Esta unidad de los dos cultos se expresa por la liturgia misma en el
prefacio, donde se invita a la comunidad de la Iglesia (en la tierra) a unirse
con los Tronos y Dominaciones, los Querubines y Serafines, para cantar el himno
angélico de alabanza, al tres veces Santo.
Hay visiones místicas de lo que sucede, como la de Catalina Rivas.
EL
OFERTORIO VISTO POR CATALINA RIVAS
En una
visión mística de la misa, la vidente Catalina Rivas recibió estas impresiones
durante el ofertorio de la misa.
De pronto
empezaron a ponerse de pie unas figuras
que no había visto antes.
Era como si al lado de cada persona que estaba en la
Catedral, saliera otra persona y aquello se llenó de unos personajes
jóvenes, hermosos.
Iban vestidos con túnicas muy blancas y
fueron saliendo hasta el pasillo central dirigiéndose hacia el Altar.
Y la Virgen
María le explicó a Catalina:
“Observa, son los Ángeles de la Guarda de cada una
de las personas que está aquí.
.
Es el momento en que su Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.”
.
Es el momento en que su Ángel de la Guarda lleva sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.”
Y Catalina
sigue con su visión:
En aquel
momento, estaba completamente asombrada, porque esos seres tenían rostros tan hermosos, tan radiantes
como no puede uno imaginarse.
Lucían unos rostros muy bellos, casi femeninos,
sin embargo la complexión de su cuerpo,
sus manos, su estatura era de hombre.
Los pies
desnudos no pisaban el suelo, sino que iban
como deslizándose, como resbalando.
Aquella procesión era muy hermosa.
Algunos de
ellos tenían como una fuente de oro con
algo que brillaba mucho con una luz blanca-dorada.
Entonces
intervino nuevamente la Virgen María:
“Son
los Ángeles de la Guarda de las personas que están ofreciendo esta Santa Misa por muchas intenciones, aquellas
personas que están conscientes de lo que significa esta celebración, aquellas que tienen algo que ofrecer al
Señor.
Ofrezcan en este momento, ofrezcan sus penas, sus
dolores, sus ilusiones, sus tristezas, sus alegrías, sus peticiones.
Recuerden
que la Misa tiene un valor infinito
por lo tanto, sean generosos en ofrecer y en pedir.”
Pero
Catalina experimentó algo extraño también, detrás de los primeros Ángeles venían otros que no tenían nada en las
manos, las llevaban vacías.
Y le dijo la
Virgen:
“Son los Ángeles de las personas que estando aquí,
no ofrecen nunca nada, que no tienen interés en vivir cada momento litúrgico de
la Misa y no tienen ofrecimientos que llevar ante el Altar del Señor.”
Y finalmente
Catalina recuerda:
En último lugar iban otros Ángeles que estaban medio tristones, con las manos juntas en oración pero con la mirada baja.
Y la Virgen
María le cuenta:
“Son los Ángeles de la Guarda de las personas que
estando aquí, no están, es decir de las personas que han venido forzadas, que
han venido por compromiso, pero sin ningún deseo de participar de la Santa
Misa.
Y
los Ángeles van tristes porque no
tienen qué llevar ante el Altar, salvo sus propias oraciones”.
LA
CONSAGRACIÓN DEL PAN Y DEL VINO Y LA TRANSUBSTANCIACIÓN
El momento más misterioso de la misa es cuando el sacerdote consagra el
pan y el vino y se transforman súbitamente; se transubstancian.
Esto sucede
en la Plegaria
Eucarística.
Wikipedia lo
define de esta forma
Los partidarios de la Transubstanciación
creen que la sustancia del pan cambia, por un milagro y por las palabras de la
consagración que pronuncia el sacerdote.
Y se convierte en la sustancia del cuerpo de Cristo, el pan ya no
tiene lo que lo hacía pan, ahora es el cuerpo de Cristo.
De
igual manera pasa con el vino, pero permaneciendo
los accidentes del pan y el vino como su olor, textura,
sabor y otros elementos perceptibles.
Como
la substancia es la de Cristo, cualquier
pedazo minúsculo contiene a Cristo todo entero, igualmente cualquier gota del
vino.
De este modo comiendo sólo el pan o bebiendo sólo el vino se come o bebe
el cuerpo entero de Cristo. (Ver Catecismo de
la Iglesia Católica: 1376, 1412 y 1413)
¿Cuándo ocurre exactamente la transubstanciación durante la misa?
Se produce
cuando el sacerdote, In Persona Christi
(en la Persona de Cristo), dice las Palabras de la Institución.
La opinión común de los teólogos es que las ocho palabras: “Este es Mi Cuerpo” y “Esta
es Mi Sangre”, son por sí mismas necesarias y suficientes para la “Forma Sacramental” de la Eucaristía.
¿Esto cambiaría si un sacerdote consagrara fuera de la Plegaria
Eucarística?
De acuerdo
con el Derecho Canónico #927, está
explícitamente prohibido para un sacerdote consagrar fuera de la Celebración
Eucarística.
Esto
significa que es posible que se produzca la Transubstanciación, pero sería un grave pecado.
¿Por qué enseña la Iglesia que se produce en ese momento?
Simplemente
porque es conocido por la tradición.
Eso es lo que enseñaron los apóstoles y eso es lo que la Iglesia
Católica cree.
¿Cómo se produce la transubstanciación?
El cambio de la Transubstanciación es instantáneo. No es gradual.
Es decir, la
presencia de Cristo no pasa del 0% y lentamente llega al 100% durante las
palabras de la Institución.
En la Transubstanciación,
cada elemento se cambia en el Cuerpo,
Sangre, Alma y Divinidad de Cristo.
Es decir, el pan cambia completamente en el Cuerpo y la
Sangre.
Del mismo modo el vino cambia en el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
El pan no
cambia en el Cuerpo por sí solo y el vino en la Sangre por sí sola. (Ver: Trento, sesión 13 c 3.. , Suma Teológica Q76.2
, y los artículos de la Presencia
Real y la Comunión
bajo las Dos Especies )
La “Presencia de Cristo dura todo el tiempo que
subsistan las Especies Eucarísticas”.
Una vez transubstanciados el Cuerpo y la Sangre son el Cuerpo y la
Sangre, siempre que existan, hasta su destrucción por el consumo o
descomposición.
¿Por qué la transubstanciación ocurre en ese momento y no en otro?
El #1376 del
catecismo de la Iglesia católica afirma que esto es porque Cristo dijo en la última cena, que lo que
ofrecía bajo la especie de pan era verdaderamente su Cuerpo.
LA
VISIÓN DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN SEGÚN SANTA HILDEGARDA
A Santa
Hildegarda de Bingen parece habérsele
dado el entendimiento de lo que sucede con el pan y el vino.
La siguiente
es una descripción de una visión de su primer libro, Scivias (abreviatura de
Scito Vias Domini , “Conocer los caminos de Dios”).
“Cuando
el Evangelio de la paz había sido recitado y la ofrenda a ser consagrada había
sido colocada sobre el altar, y el
sacerdote cantaba la alabanza de Dios Todopoderoso, “Santo, Santo, Santo, Señor
Dios del universo”, comienza el misterio de los ritos sagrados.
El cielo se abrió de repente y un brillo intenso de incalculable
resplandor descendió sobre esa ofrenda y la irradió por completo de luz, así
como el sol ilumina todo lo que alumbra.
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Y, de este modo, iluminándola, la brillantez la llevó a lo alto hacia dentro de los lugares secretos del cielo y luego la devolvió sobre el altar” (Libro 2, Visión 6).
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Y, de este modo, iluminándola, la brillantez la llevó a lo alto hacia dentro de los lugares secretos del cielo y luego la devolvió sobre el altar” (Libro 2, Visión 6).
El
significado de esta visión, Hildegarda explicaría, es que en el momento de la consagración el pan, el
vino y el agua son conducidos al cielo por una luz especial para su conversión
y luego colocados de nuevo sobre el altar.
En la
siguiente cita Hildegarda explica por
qué el cuerpo y la sangre de Cristo permanecen invisibles.
Ella habla
aquí en primera persona, asumiendo la voz de Dios:
“Pero
tú, oh hombre, no puedes tomar este don
espiritual de forma visible, como si comieras carne visible y bebieras
sangre visible; porque tú eres suciedad de suciedad.
Pero,
como el espíritu vivo en ti es
invisible, así también el Sacramento vivo en esa oblación es invisible y
debe ser recibido de manera invisible por ti.
El alma humana, que es invisible, invisible recibe
el sacramento, que existe de forma invisible en esa oblación.
Mientras
que el cuerpo humano, que es visible,
recibe de forma visible, la oblación que encarna visiblemente el
sacramento.
Pero los dos son uno, así como Cristo es Dios y Hombre, y el alma
racional y la carne mortal constituyen un ser humano” (Libro 2, Visión 6, capítulo
14).
Hay una
conexión especial entre la consagración y el nacimiento de Cristo.
En esta
cita, de nuevo en la voz de Dios, se nos dice de una manera amorosa y paternal
que Dios recuerda el nacimiento de Su
Hijo en cada momento de la consagración:
“Por
lo tanto, cuando Yo veo el cuerpo y la sangre de Mi Hijo cada día consagrados
en el altar en Mi nombre, y tú, hombre, siendo santificado por ese sacramento,
comiendo Su carne y bebiendo Su sangre, Yo
siempre contemplo el nacimiento.
Para
cuando el sacerdote hace su oficio como le ha sido asignado, invocándome en
palabras sagradas, allí estoy Yo con
poder, al igual que Yo que estuve allí cuando mi Unigénito, sin mancha, se
encarnó” (Libro 2, Visión 6, capítulo 34).
CONSAGRACIÓN
Y TRANSUBSTANCIACIÓN SEGÚN CATALINA RIVAS
Catalina, cuenta otra parte de lo que sucede.
Cuando llegó
el momento final del Prefacio de la Misa y cuando la asamblea decía: “Santo, Santo,
Santo” de pronto, todo lo que estaba detrás de los celebrantes
desapareció.
Del lado izquierdo del señor Arzobispo hacia atrás en forma diagonal
aparecieron miles de Ángeles, pequeños, Ángeles grandes, Ángeles con alas
inmensas, Ángeles con alas pequeñas, Ángeles sin alas, como los anteriores.
Todos
vestidos con unas túnicas como las
albas blancas de los sacerdotes o los monaguillos.
Todos se arrodillaban con las manos unidas en
oración y en reverencia inclinaban la cabeza.
Se escuchaba una música preciosa, como si fueran muchísimos coros con distintas voces y todos decían al
unísono junto con el pueblo: Santo, Santo, Santo…
Había
llegado el momento de la Consagración,
el momento del más maravilloso de los Milagros.
Del lado derecho del Arzobispo hacia atrás en forma también diagonal,
una multitud de personas, iban vestidas con la misma túnica pero en colores
pastel: rosa, verde, celeste, lila, amarillo; en fin, de distintos colores muy
suaves.
Sus rostros
también eran brillantes, llenos de gozo, parecían tener todos la misma edad.
Se podía
apreciar (y no puedo decirlo por qué) que había gente de distintas edades, pero
todos parecían igual en las caras, sin
arrugas, felices.
Todos se arrodillaban también ante el canto de “Santo, Santo,
Santo, es el Señor…”
Y nuestra
Señora le explicó:
“Son todos los Santos y Bienaventurados del
cielo y entre ellos, también están las almas de los familiares de
ustedes que gozan ya de la Presencia de Dios.”
Entonces la
vi dice Catalina.
Allá
justamente a la derecha del señor
Arzobispo, un paso detrás del celebrante, estaba un poco suspendida del
suelo, arrodillada sobre unas telas muy finas, transparentes pero a la vez
luminosas, como agua cristalina, la
Santísima Virgen, con las manos unidas, mirando atenta y respetuosamente al
celebrante.
Me hablaba
desde allá, pero silenciosamente, directamente al corazón, sin mirarme.
Esto le dijo
la Virgen:
“¿Te
llama la atención verme un poco más atrás de Monseñor, verdad? Así debe ser.
Con
todo lo que me ama Mi Hijo, no Me ha
dado la dignidad que da a un sacerdote de poder traerlo entre Mis manos
diariamente, como lo hacen las manos sacerdotales.
Por
ello siento tan profundo respeto por un
sacerdote y por todo el milagro que Dios realiza a través suyo, que me
obliga a arrodillarme aquí.”
Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de personas en color
gris que levantaban las manos hacia arriba.
Y le dijo la
Virgen Santísima:
“Son las almas benditas del Purgatorio
que están a la espera de las oraciones de ustedes para refrescarse.
No dejen de rezar por ellas.
Piden por ustedes, pero no pueden pedir por ellas
mismas,
son ustedes quienes tienen que pedir por ellas para ayudarlas a salir para
encontrarse con Dios y gozar de Él eternamente”.
Y continuó:
“Ya
lo ves, aquí estoy todo el tiempo.
Al pie del Altar donde se celebra la Eucaristía, siempre me van
a encontrar.
Al pie del Sagrario permanezco Yo con los Ángeles, porque estoy
siempre con Él.”
A
continuación el celebrante dijo las
palabras de la “Consagración”.
Era una
persona de estatura normal, pero de
pronto empezó a crecer, a volverse lleno de luz.
Una luz sobrenatural entre blanca y dorada lo envolvía y se hacía muy fuerte en la
parte del rostro, de modo que no podía ver sus rasgos.
Cuando levantaba la forma vi sus manos y tenían unas marcas en el dorso
de las cuales salía mucha luz.
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¡Era Jesús! Era Él que con su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo.
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¡Era Jesús! Era Él que con su Cuerpo envolvía el del celebrante como si rodeara amorosamente las manos del señor Arzobispo.
En ese
momento la Hostia comenzó a crecer y
crecer enorme y en ella, el rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su
pueblo.
Por instinto
quise bajar la cabeza y dijo nuestra Señora:
“No
agaches la mirada, levanta la vista, contémplalo, cruza tu mirada con la Suya y repite la oración de Fátima:
Señor,
yo creo, adoro, espero y Te amo, Te pido perdón por aquellos que no creen, no
adoran, no esperan y no Te aman. Perdón y Misericordia.
Ahora dile cuánto lo amas, rinde tu
homenaje al Rey de Reyes.”
Inmediatamente
Monseñor dijo las palabras consagratorias del vino y junto a sus palabras, empezaron unos relámpagos en el cielo y en el
fondo.
No había techo de la Iglesia ni paredes, estaba todo oscuro solamente aquella luz brillante en el Altar.
De pronto suspendido en el aire, vi a Jesús, crucificado, de la cabeza a la parte baja
del pecho.
El tronco transversal de la cruz estaba sostenido por unas manos grandes, fuertes.
De en medio de aquel resplandor se desprendió una lucecita como de una paloma muy
pequeña muy brillante, dio una vuelta velozmente toda la Iglesia.
Y se fue a posar en el hombro izquierdo del
señor Arzobispo que seguía siendo Jesús, porque podía distinguir Su
melena y Sus llagas luminosas, Su cuerpo grande, pero no veía Su Rostro.
Arriba, Jesús crucificado, estaba con el rostro caído
sobre el lado derecho del hombro.
Podía
contemplar el rostro y los brazos golpeados y descarnados.
En el costado derecho tenía una herida en el pecho y salía a borbotones, hacia
la izquierda sangre y hacia la derecha, pienso que agua pero muy brillante.
Más bien eran chorros de luz que iban dirigiéndose hacia los fieles moviéndose a derecha e
izquierda.
¡Me asombraba la cantidad de sangre que
fluía hacia el Cáliz. Pensé que iba a rebalsar y manchar todo el Altar, pero no
cayó una sola gota!
Dijo la
Virgen en ese momento:
“Este es el milagro de los milagros, te lo he
repetido, para el Señor no existe ni tiempo ni distancia y en el momento de la
Consagración, toda la asamblea es trasladada al pie del Calvario en el instante
de la crucifixión de Jesús.
¿Puede
alguien imaginarse eso? Nuestros ojos no lo pueden ver, pero todos estamos allá, en el momento en que a Él
lo están crucificando y está pidiendo perdón al Padre, no solamente por
quienes lo matan, sino por cada uno de nuestros
pecados:
‘¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!’”
Fuentes:
- http://christianity.stackexchange.com/questions/14256/when-does-the-bread-and-wine-become-body-and-blood
- https://thefivebeasts.wordpress.com/2016/06/28/st-hildegards-vision-of-the-moment-of-consecration/
- http://www.mercaba.org/FICHAS/SACRAMENTOS/EUCARISTIA/plegaria_eucaristica.htm
- http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p2s2c1a3_sp.html
- http://www.reinadelcielo.org/wp-content/uploads/2014/04/La-Santa-Misa-Testimonio-de-Catalina.pdf
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