LA MÁS VALIOSA PARA
MÍ FUE LA 5A. ¿Y PARA TI?
El sentimiento de satisfacción
que tenemos de ayudar a los demás es realmente muy gratificante. Nos sentimos
en paz con nosotros mismos y la sonrisa de las personas a nuestro alrededor
crea una nube de positividad de la que no queremos alejarnos.
Sin embargo, vivir nos pone
ojos optimistas para reconocer las pequeñas bondades del día a día, así como
fuerza para enfrentar las dificultades. Por eso, intentar resolver los
problemas de los demás puede causar muchos trastornos, e incluso impedir el
crecimiento de las personas a las que quieres.
VAMOS A ENTENDER
MEJOR POR QUÉ
1. LAS PERSONAS SON DIFERENTES.
Por eso, cada vez que te
descubras pensando “la vida de esta persona sería
mucho mejor si…”, recuerda que esa es la vida de ella y no la tuya. Por
más que quieras ayudar, la perspectiva de ella sobre el mundo es diferente de
la tuya, y proyectar expectativas sobre el otro no le ayudará en absoluto.
2. NO PUEDES RESOLVER LOS PROBLEMAS DE PERSONAS QUE
NO QUIEREN RESOLVER SUS PROBLEMAS.
¿Por qué? Sencillo: hay
personas que, literalmente, cultivan sus problemas y se apegan a ellos de tal
forma que ya no consiguen verse sin ese algo por lo que lamentarse. En cuanto a
ti… bien, tú no puedes cambiar a nadie. Lo único que puedes hacer es aceptar
(que duele menos, como ya dice la sabiduría popular) y amar a esa persona así
como es.
3. INTENTAR “RESCATAR” A ALGUIEN PUEDE AHOGARTE A
TI.
Y a partir del momento en que
te hundes en problemas que no son tuyos, los transforma en suyos también. Te
implicas con tanta profundidad que pasas a vivir en función de la vida del
otro, olvidándose de sí mismo. ¿Resultado? ¡Nadie ayuda a nadie!
4. POTENCIAL SIGNIFICA “PODER”, NO “QUERER”.
El hecho de que te parezca
increíble como una persona se expresa, no significa que tengas que convencerla
de que se ha equivocado de profesión. O que debería hacer un intercambio. O que
podría hacer un nuevo negocio.
El hecho de que esa persona
sea muy inteligente no significa que tu tengas la “obligación
de amigo” de informarle de que los estudios que ha elegido son demasiado
simples o que tiene que dejar de ser maestro para presidir una gran empresa.
Una vez más, no es tu vida. ¡Así que no cuides de ella!
5. AYUDAR NO SIGNIFICA RESOLVER.
Puedes, por supuesto, ayudar a
un amigo(a), compañero(a) o familiar con una buena conversación, demostrándole
que estás agradecido por su compañía, invitándole a comer y diciéndole lo
especial que él(ella) es en tu vida. Lo que no puedes hacer es sentirte en la
obligación de tomar las riendas de la vida de esa persona y organizarla tu;
aunque ella quiera, aunque lo pida, aunque lo implore.
Con esa actitud sólo le
quitarás el estímulo para creer en su propio potencial, y la convertirás en
dependiente de ti para siempre. Si es lo que deseas, busca un psicólogo – ¡te
pasa algo!
6. ¡NO NECESITAS QUE EL OTRO SEA FELIZ PARA SER
FELIZ TÚ!
Parece sencillo, pero puede
ser que tu desesperación por ayudar a los demás sea un reflejo de las
expectativas que pones sobre ellos. Recuerda: ¡no necesitas que el otro sea
feliz para ser feliz tú!
Está claro que compartir
alegrías es una forma maravillosa de vivir nuestras relaciones, pero como ya
sabemos, la felicidad no viene de fuera: parte de nuestro interior. Si la
persona a la que quieres ayudar no logra ser feliz, es un problema de ella, no
tuyo.
Por más que te duela leer eso,
respira hondo, mira hacia adentro y simplemente sonríe sinceramente para ti
mismo. Si eres capaz de eso, serás capaz de inspirar a quien quieres para que
sea feliz como tu, y eso vale mucho más que servir de muleta a los demás.
7. ¡CUIDAR DE TI MISMO AYUDA MÁS DE LO QUE
IMAGINAS!
Y cuidar de ti mismo exige
tiempo y dedicación. Por decir la verdad, incluso un poquito de egoísmo. No
ganas nada con barrer tus problemas debajo de la alfombra, y correr a casa de
tu amigo(a) para darle consejos. Tu hipocresía sólo te hará daño a ti, a tu
amigo y a su relación.
Sé sincero, afronta tus
dificultades, mira en tu interior y, cuando todo esté en armonía (no
necesariamente perfecto), tu positividad será suficiente para inspirar a los
que están a tu alrededor.
8. LOS PROBLEMAS NO SON NECESARIAMENTE COSAS MALAS.
Los problemas nos ayudan a
crecer y a entender que la vida no es un mar de rosas, como mi abuelo ya decía.
Es preciso tener el discernimiento para darse cuenta de que “shit happens” (las mierdas suceden) y que nadie
está obligado a sentirse feliz a tiempo completo (ya lo decía Wander Wildner).
A partir del momento en que
comprendas eso, te darás cuenta de que las dificultades son necesarias para que
maduremos y aprendamos a despegar: a fin de cuentas, al contrario de lo que
nuestra sociedad consumista dice, nada es para siempre.
9. NO PUEDES CAMBIAR A LAS PERSONAS, SÓLO AMARLAS.
No eres mejor que nadie.
Acéptalo. Así que no puedes cambiar a las personas, ni resolver sus problemas,
ni mucho menos decidir lo que es bueno o no para ella.
Si recordamos el dicho popular
“cada mochuelo a su olivo”, ¡podemos pensar
sólo en pasar de vez en cuando por el olivo del amigo para darle un poco de
cariño, y volver en seguida al nuestro para no romper el de nadie y acabar
estrellado en el suelo!
(Por Letícia
Flores, via Resiliência Mag)
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