viernes, 17 de febrero de 2017

CUÁNTAS COSAS SE PODRÍAN HACER DESDE EL PODER ABSOLUTO YA PERFECTAMENTE CONSOLIDADO


Ayer me planteé una interesante cuestión teórica. Me imaginaba hablando con un presidente de una república exsoviética. Uno de esos presidentes que tienen todo el poder político, legislativo y judicial en sus manos. Por ejemplo, Nazarbáyev en Kazijistán. Y que yo le decía: “Tiene todo el dinero que un hombre puede desear. Su posición como Presidente está totalmente consolidada. Siempre suele ganar el 95% de los votos. ¿Qué podría hacer por su pueblo? ¿Qué podría dejarle para el futuro? Déjele una democracia modélica, déjele una Justicia envidiable, deje a sus ciudadanos un estado de derecho”.

Si después de varios meses de conversaciones, él me dijera: “Sí, quiero dejar eso a mi pueblo. Evidentemente, no quiero quedar expuesto a mis enemigos. Las cosas siempre se pueden ir de las manos. ¿Qué puedo hacer para no dejar el Poder, pero sin dejarlo democratizar el país?”.

Ésa fue la cuestión que me pareció muy interesante a nivel teórico. ¿Cómo se puede democratizar un país y, al mismo tiempo, mantener todos los poderes en tu mano?

Se me ocurrió que una solución podría ser esta: Mantenga todos los resortes del Poder en su mano. Pero cree ya en vida las estructuras más modélicas de tipo judicial y legislativo. Cree un Tribunal Supremo que sea perfecto. Con los magistrados más independientes y modélicos. Los cuales, a su vez, irán creando tribunales a imagen y semejanza del más alto tribunal.

Pero dígales a esos jueces que usted, hasta el último día, será judicialmente inviolable. Para el resto de las personas se seguirá este plan progresivo:

La policía podrá ser juzgada dentro de un año con la nueva Justicia. Es decir, se les instruirá acerca de lo que se puede hacer y no se puede en un Estado que respeta los derechos de los ciudadanos. Pero podrán quedar tranquilas las fuerzas de seguridad. Sólo se les juzgará de lo que hagan a partir de un año después del decreto presidencial. Para todos los posibles crímenes, delitos y faltas cometidas con anterioridad, se les seguirá juzgando según los tribunales y criterios que hasta entonces habían regido.

Dos años después, se podrá juzgar con la nueva justicia a los políticos. Para los crímenes, delitos y faltas cometidas con anterioridad, se les aplicará la Justicia anterior.

Tres años después, se podrá juzgar a las más altas instancias policiales y políticas, la cúpula del país, que hasta entonces había quedado exenta de la jurisdicción de los nuevos jueces.

Cuatro años después se podrá juzgar a los familiares del Presidente y a los más altos oligarcas.

Durante cinco años, el Presidente podrá conceder a cualquier ciudadano la conmutación parcial o total de las penas. Después de cinco años, el Presidente se comprometerá a no interferir con indultos en las condenas de los tribunales.

Durante esos cinco años, creará un Senado con los más prestigiosos e independientes juristas. Esos senadores propondrán leyes que tendrán que ser aprobadas por el Presidente. Pero el propósito es que el Senado ya vaya trabajando en su labor legislativa con total independencia y profesionalidad, en vida del Presidente. Para que cuando falte él, pueda seguir haciendo su función sin necesidad de que el nuevo presidente ratifique las leyes.

Por último, el Presidente creará una cámara de parlamentarios que sea realmente representativa de la nación. El Presidente podrá seguir gozando del 95% de los votos, pero se preocupará de que esos parlamentarios sean de verdad lo mejor de ese país y que representen todas las posturas e ideas razonables y constructivas.

Resultaría apasionante (por más que sea algo altamente improbable) que un Presidente con plenos poderes se dedicara en los últimos quince años de su vida a crear dos cámaras y un alto tribunal lo más perfectos posibles, que se consolidasen y que pudiesen echar a andar en cuanto él faltase.

Soy muy consciente lo difícil que es que esto suceda en ningún país del mundo. Pero sería formidable poder dedicarse a la tarea de crear esas instituciones desde el mismo Poder sin abandonar el Poder.


P. FORTEA

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