Su mano inocente fue la que guió el primer rescate
tras el accidente de Chapecoense.
RAUL ARBOLEDA - STR - AFP
Algunas crónicas periodísticas -de las tantas que por estos días emergen
luego del trágico accidente que sufrió el avión que llevaba al equipo de fútbol
brasileño Chapeconese hacia Medellín para disputar la final de la Copa
Sudamericana- lo afirman sin tapujos: un “ángel” salvó
a Alan Ruschel, uno de los seis sobrevivientes.
Es que según la agencia EFE, en base a testigos locales, gracias
a trabajo de “guía” de un niño de unos 10 años -especulan sobre
su edad quienes lo vieron- fue posible el rescate de este futbolista entre los
restos de la aeronave que cayó Cerro El Gordo (Antioquia, Colombia).
“Cuando
estábamos estacionando las camionetas llegó un niño y nos dijo que a unos
heridos los estaban sacando por otro lado”, afirmó a EFE Sergio Marulanda, un lugareño que colaboró con las
tareas de rescate.
Este niño, cuya identidad no trascendió, con ese gesto aparentemente
insignificante, terminó siendo parte fundamental en la coordinación del
rescate.
“Un policía me
dijo: ‘usted es el primero en llegar, monte al niño en la camioneta y vaya a
recoger los heridos'”, agregó Sergio, quien se había
hecho presente en el lugar debido a la llamada de su hermano, un médico que le
pidió colaboración ante lo sucedido.
Posteriormente, ya en el lugar, la camioneta de Sergio fue la que
recibió en primera instancia a Alan y otros rescatistas para tareas de primeros
auxilios.
Sergio se convirtió en eslabón
fundamental para que Alan continuara con vida, pero antes fue vital la mano de
la inocencia, la mano del pequeño de 10 años que hizo de veces de guía y, por
ende, para muchos, de “ángel”.
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