La fe es un don y
una tarea, nos da vida y nos mantiene con vida aquí y en la eternidad.
Por: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente:
es.catholic.net
Somos lo que pensamos y lo que creemos. Según
pensamos en positivo o negativo, vivimos en el cielo o en el infierno. Todo es
posible para el que cree, pues si Dios está con nosotros, ¿quién podrá contra
nosotros? Dios camina con nosotros y no tenemos que temer, sino apoyarnos en Él
y saber que de derrota en derrota se ha logrado
llegar a la victoria final (Churchill).
Estamos en las manos de Dios.
La fe es don y tarea, es misterio, exige compromiso. El cristiano tiene una gran tarea y una gran ocasión en la sociedad de la incredulidad funcional y de la incredulidad de los hombres ávidos de sentido: se trata de ser testigos de la profundidad en medio de la profanidad (J. M. Mardones).
La fe nos da la seguridad de que Dios camina con nosotros, de que para Él y con Él todo es posible, de que con su presencia tenemos todo: sol, luz, paz, bien, vida. Si falta Él, no tenemos nada. Lord Byron tiene estas significativas palabras: Cuando nos acercamos a casa, es dulce oír cómo ladra el perrito al sentir nuestra presencia, como si quisiera darnos la bienvenida. También nosotros marcharemos un día a la casa del Padre, y es consolador pensar que Cristo nos espera en ella con una dulce sonrisa. Sin fe, estamos perdidos.
La fe nos salva, nos mantiene vivos, nos da la vida aquí, y la eterna.
La fe es don y tarea, es misterio, exige compromiso. El cristiano tiene una gran tarea y una gran ocasión en la sociedad de la incredulidad funcional y de la incredulidad de los hombres ávidos de sentido: se trata de ser testigos de la profundidad en medio de la profanidad (J. M. Mardones).
La fe nos da la seguridad de que Dios camina con nosotros, de que para Él y con Él todo es posible, de que con su presencia tenemos todo: sol, luz, paz, bien, vida. Si falta Él, no tenemos nada. Lord Byron tiene estas significativas palabras: Cuando nos acercamos a casa, es dulce oír cómo ladra el perrito al sentir nuestra presencia, como si quisiera darnos la bienvenida. También nosotros marcharemos un día a la casa del Padre, y es consolador pensar que Cristo nos espera en ella con una dulce sonrisa. Sin fe, estamos perdidos.
La fe nos salva, nos mantiene vivos, nos da la vida aquí, y la eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario