3 mártires
misioneros, víctimas del terrorismo marxista en 1991.
El estadio de Chimbote, en Perú, acogió a unas 28.000 personas para la
beatificación de los 3 misioneros mártires.
En la mañana del sábado en la ciudad de Chimbote, al norte de Perú, el
cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos, proclamó beatos a los sacerdotes mártires Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew
Strzalkowski. Los tres
presbíteros fueron asesinados en 1991 por el grupo terrorista marxista Sendero
Luminoso.
Para la celebración, realizada en el Estadio Centenario de Chimbote, asistieron obispos de distintas diócesis del Perú, y un gran número de sacerdotes.
Al inicio de la ceremonia, alrededor de las 10:30 a.m. (hora local), el Obispo de Chimbote, Mons. Ángel Simón Piorno, pidió al Papa Francisco, por mediación del Cardenal Amato, que se proclame beatos a los tres sacerdotes misioneros. Tras la lectura breve de las biografías de los mártires, el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos leyó el mensaje del Santo Padre con el que los tres sacerdotes fueron proclamados oficialmente beatos.
A continuación se desveló la imagen oficial de los beatos Alessandro, Miguel y Zbigniew. La festividad de los beatos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski será el 9 de agosto, mientras que la del beato Alessandro Dordi será el 25 de agosto. Estas fechas fueron precisamente en las que fueron asesinados por Sendero Luminoso, en 1991.
En su homilía, el Cardenal Angelo Amato destacó la relación entre el martirio y la próxima celebración de la Navidad. “Con su encarnación, Jesús ha traído a la tierra el idioma del cielo, la lengua del cielo, que es la caridad”, indicó.
A pesar de que “provenían de países lejanos, tenían idiomas distintos. El P. Miguel y el P. Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano”, y cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar español. “Pero en realidad, la lengua de los tres mártires fue sobre todo la de la caridad”, aseguró, pues “su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad. Porque la caridad vence al odio y aplaca la venganza”, dijo. “La caridad perdona a los asesinos”, dijo, y con ello alienta la reconciliación.
Para el Cardenal Amato, “es la caridad el auténtico ‘sendero luminoso’ que trae vida y no muerte”, paz y no guerra y fraternidad y no división.
En el caso de los mártires asesinados en el norte peruano, su apostolado fue el “de la ayuda a los necesitados, de la defensa de los pequeños y los débiles”. La autoridad vaticana recordó que “durante el periodo del terror revolucionario, la ideología de la muerte causó atentados sobre todo contra la Iglesia y los sacerdotes, incendiando, profanando” y matando.
En respuesta, la vida cristiana de los fieles de la Iglesia probó que “la religión cristiana no anestesia a los pueblos sino que promueve los auténticos valores humanos creando justicia y armonía social”.
Los mártires beatificados “educaban a los niños y los jóvenes en el amor de Jesús. Ayudaban a los necesitados, asistían a los enfermos”, especialmente en la epidemia de cólera que golpeó Perú en 1991.
Además, recordó, “enseñaron a cultivar los campos, a construir carreteras. No tenían enemigos, todos les respetaban y les amaban”.
“Los mártires nos invitan a afrontar también nosotros el martirio del cansancio cotidiano, que significa fidelidad en la familia”, así como el perdón continuo para quien nos ofende, el “compromiso en la educación de los hijos” y la colaboración con el bien común en el trabajo.
Para el 6 de diciembre, las parroquias en las que ejercían su labor pastoral los padres Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski han programado Misas en Acción de Gracias por la beatificación, así como actividades artísticas y de compartir entre los fieles.
Cristina Fernández, periodista de El Comercio, recoge en su crónica los sentimientos de personas que conocieron a los mártires.
"Doña Prudencia Huánuco llora desconsoladamente al recordarlos. No controla el llanto cuando narra los momentos que vivió junto a los jóvenes sacerdotes polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, quienes en solo dos años al servicio de decenas de pueblos andinos de Áncash calaron en la gente más que cualquiera", escribe.
“Estábamos desprotegidos. Un año y medio antes los terroristas hicieron estallar la comisaría y los policías huyeron de aquí. A los sacerdotes no les importaron las amenazas que recibían y decidieron quedarse”, cuenta doña Prudencia, vecina y amiga de los curas polacos asesinados.
La amenaza iba en realidad contra la autoridad católica de ese entonces, el obispo de Chimbote Luis Bambarén. “Si no te vas de Chimbote, te mataremos dos curas cada semana”, le dijeron los terroristas. Aunque él pidió a los sacerdotes extranjeros que dejasen sus parroquias, ni Tomaszek ni Strzalkowski ni el sacerdote italiano Alessandro Dordi aceptaron.
Luego de 16 días del asesinato en Pariacoto, Dordi tuvo el mismo destino. Era domingo cuando el cura italiano, conocido como padre Sandro, fue emboscado y cruelmente asesinado en una carretera del valle de Santa, a la salida de Vinzos.
Él llevaba 11 años trabajando en Santa y sus veinte anexos. Vestía y comía como la gente del campo. “Sabíamos de las amenazas y tratábamos de no dejarlo solo. Cuando nos enteramos de su muerte, no podíamos creerlo. No hubo sacerdote tan comprometido con la formación de los niños y con tanta preocupación porque las mujeres se preparen para que no dependan de sus maridos”, narra Marcos Sing Balta, agente pastoral por ese entonces.
Lina Robles de Sing, quien junto a su esposo integraba la catequesis familiar, recuerda lo devastador que fue para el pueblo la pérdida del padre Sandro. “Era tan humilde que lo único que poseía era una pequeña maleta en la que guardaba un viejo pantalón y un saco de corduroy. No pensaba en él, siempre se preocupaba por dar a los demás”, cuenta.
Han pasado 24 años, pero las poblaciones de Pariacoto y Santa aún lloran la ausencia física de Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y Alessandro Dordi y recuerdan sus enseñanzas. Estos dos pueblos celebran con algarabía la beatificación dispuesta por el papa Francisco y realizada este sábado en Chimbote.
Para la celebración, realizada en el Estadio Centenario de Chimbote, asistieron obispos de distintas diócesis del Perú, y un gran número de sacerdotes.
Al inicio de la ceremonia, alrededor de las 10:30 a.m. (hora local), el Obispo de Chimbote, Mons. Ángel Simón Piorno, pidió al Papa Francisco, por mediación del Cardenal Amato, que se proclame beatos a los tres sacerdotes misioneros. Tras la lectura breve de las biografías de los mártires, el Prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos leyó el mensaje del Santo Padre con el que los tres sacerdotes fueron proclamados oficialmente beatos.
A continuación se desveló la imagen oficial de los beatos Alessandro, Miguel y Zbigniew. La festividad de los beatos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski será el 9 de agosto, mientras que la del beato Alessandro Dordi será el 25 de agosto. Estas fechas fueron precisamente en las que fueron asesinados por Sendero Luminoso, en 1991.
En su homilía, el Cardenal Angelo Amato destacó la relación entre el martirio y la próxima celebración de la Navidad. “Con su encarnación, Jesús ha traído a la tierra el idioma del cielo, la lengua del cielo, que es la caridad”, indicó.
A pesar de que “provenían de países lejanos, tenían idiomas distintos. El P. Miguel y el P. Zbigniew hablaban polaco, Don Alessandro italiano”, y cuando vinieron a Perú aprendieron a hablar español. “Pero en realidad, la lengua de los tres mártires fue sobre todo la de la caridad”, aseguró, pues “su predicación, su comportamiento, su apostolado, su aceptación del martirio fueron lecciones de caridad. Porque la caridad vence al odio y aplaca la venganza”, dijo. “La caridad perdona a los asesinos”, dijo, y con ello alienta la reconciliación.
Para el Cardenal Amato, “es la caridad el auténtico ‘sendero luminoso’ que trae vida y no muerte”, paz y no guerra y fraternidad y no división.
En el caso de los mártires asesinados en el norte peruano, su apostolado fue el “de la ayuda a los necesitados, de la defensa de los pequeños y los débiles”. La autoridad vaticana recordó que “durante el periodo del terror revolucionario, la ideología de la muerte causó atentados sobre todo contra la Iglesia y los sacerdotes, incendiando, profanando” y matando.
En respuesta, la vida cristiana de los fieles de la Iglesia probó que “la religión cristiana no anestesia a los pueblos sino que promueve los auténticos valores humanos creando justicia y armonía social”.
Los mártires beatificados “educaban a los niños y los jóvenes en el amor de Jesús. Ayudaban a los necesitados, asistían a los enfermos”, especialmente en la epidemia de cólera que golpeó Perú en 1991.
Además, recordó, “enseñaron a cultivar los campos, a construir carreteras. No tenían enemigos, todos les respetaban y les amaban”.
“Los mártires nos invitan a afrontar también nosotros el martirio del cansancio cotidiano, que significa fidelidad en la familia”, así como el perdón continuo para quien nos ofende, el “compromiso en la educación de los hijos” y la colaboración con el bien común en el trabajo.
Para el 6 de diciembre, las parroquias en las que ejercían su labor pastoral los padres Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski han programado Misas en Acción de Gracias por la beatificación, así como actividades artísticas y de compartir entre los fieles.
Cristina Fernández, periodista de El Comercio, recoge en su crónica los sentimientos de personas que conocieron a los mártires.
"Doña Prudencia Huánuco llora desconsoladamente al recordarlos. No controla el llanto cuando narra los momentos que vivió junto a los jóvenes sacerdotes polacos Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, quienes en solo dos años al servicio de decenas de pueblos andinos de Áncash calaron en la gente más que cualquiera", escribe.
“Estábamos desprotegidos. Un año y medio antes los terroristas hicieron estallar la comisaría y los policías huyeron de aquí. A los sacerdotes no les importaron las amenazas que recibían y decidieron quedarse”, cuenta doña Prudencia, vecina y amiga de los curas polacos asesinados.
La amenaza iba en realidad contra la autoridad católica de ese entonces, el obispo de Chimbote Luis Bambarén. “Si no te vas de Chimbote, te mataremos dos curas cada semana”, le dijeron los terroristas. Aunque él pidió a los sacerdotes extranjeros que dejasen sus parroquias, ni Tomaszek ni Strzalkowski ni el sacerdote italiano Alessandro Dordi aceptaron.
Luego de 16 días del asesinato en Pariacoto, Dordi tuvo el mismo destino. Era domingo cuando el cura italiano, conocido como padre Sandro, fue emboscado y cruelmente asesinado en una carretera del valle de Santa, a la salida de Vinzos.
Él llevaba 11 años trabajando en Santa y sus veinte anexos. Vestía y comía como la gente del campo. “Sabíamos de las amenazas y tratábamos de no dejarlo solo. Cuando nos enteramos de su muerte, no podíamos creerlo. No hubo sacerdote tan comprometido con la formación de los niños y con tanta preocupación porque las mujeres se preparen para que no dependan de sus maridos”, narra Marcos Sing Balta, agente pastoral por ese entonces.
Lina Robles de Sing, quien junto a su esposo integraba la catequesis familiar, recuerda lo devastador que fue para el pueblo la pérdida del padre Sandro. “Era tan humilde que lo único que poseía era una pequeña maleta en la que guardaba un viejo pantalón y un saco de corduroy. No pensaba en él, siempre se preocupaba por dar a los demás”, cuenta.
Han pasado 24 años, pero las poblaciones de Pariacoto y Santa aún lloran la ausencia física de Miguel Tomaszek, Zbigniew Strzalkowski y Alessandro Dordi y recuerdan sus enseñanzas. Estos dos pueblos celebran con algarabía la beatificación dispuesta por el papa Francisco y realizada este sábado en Chimbote.
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