VATICANO, 05 Ago. 15 / 09:43 am (ACI).-El Papa Francisco retomó hoy las catequesis en las audiencias generales de los miércoles y dedicó la de esta mañana a los divorciados en nueva unión. De ellos dijo que no están excomulgados y no deben ser tratados así, una afirmación que no implica ninguna novedad en la doctrina católica.
A continuación el texto completo de la catequesis gracias a Radio
Vaticano:
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con esta catequesis retomamos nuestra reflexión sobre la familia. Después de haber
hablado, la última vez, de las familias heridas a causa de la incomprensión de
los cónyuges, hoy quisiera detener nuestra atención sobre otra realidad: cómo
cuidar a aquellos que, después del irreversible fracaso de su vínculo matrimonial,
han comenzado una nueva unión.
La Iglesia
sabe bien que una situación tal contradice el Sacramento cristiano. De todos
modos, su mirada de maestra viene siempre de un corazón de madre; un corazón
que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las
personas. He aquí porqué siente el deber, “por amor a la verdad” de “discernir
bien las situaciones”. Así se expresaba san Juan Pablo II, en la
Exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), dando como ejemplo la
diferencia entre quien ha sufrido la separación y quien la ha provocado. Se
debe hacer este discernimiento.
Si luego miramos también estos nuevos lazos con los ojos de los hijos
pequeños, los pequeños miran, los niños, vemos aún más la urgencia de
desarrollar en nuestras comunidades una acogida real hacia las personas que
viven tales situaciones. Por esto, es importante que el estilo de la comunidad,
su lenguaje, sus actitudes, estén siempre atentos a las personas, a partir de
los pequeños.
Ellos son quienes más sufren estas situaciones. Después de todo, ¿cómo
podríamos aconsejar a estos padres hacer de todo para educar a los hijos a la vida cristiana, dando ellos el ejemplo de
una fe convencida y practicada, si los tenemos alejados de la vida de la
comunidad como si fueran excomulgados? No se deben agregar otros pesos a
aquellos que ya los hijos, en estas situaciones, ¡ya deben cargar!
Lamentablemente, el número de estos niños y jóvenes es de verdad grande.
Es importante que ellos sientan a la Iglesia como madre atenta a todos,
dispuesta siempre a la escucha y al encuentro.
En estas décadas, en verdad, la Iglesia no ha sido ni insensible ni
perezosa. Gracias a la profundización realizada por los Pastores, guiada y
confirmada por mis Predecesores, ha crecido mucho la conciencia de que es
necesaria una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, a los
bautizados que han establecido una nueva convivencia después del fracaso del matrimonio sacramental.
En efecto, estas personas no son de hecho excomulgadas, no están
excomulgados, y no deben ser absolutamente tratadas como tales: ellas forman
parte siempre de la Iglesia.
El Papa
Benedicto XVI ha intervenido sobre esta cuestión, solicitando un discernimiento
atento y un sabio acompañamiento pastoral, sabiendo que no existen “recetas
simples” (Discurso al VII Encuentro Mundial de las Familias, Milán, 2 junio
2012, respuesta n. 5).
De ahí la reiterada invitación de los Pastores a manifestar abiertamente
y coherentemente la disponibilidad de la comunidad a acogerlos y a animarlos,
para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo, y a la
Iglesia: con la oración, con la escucha de la Palabra de Dios, con la
frecuencia a la liturgia, con la educación cristiana de los hijos, con la
caridad y el servicio a los pobres, con el compromiso por la justicia y la paz.
El ícono bíblico del Buen Pastor (Jn 10, 11-18) resume la misión que
Jesús ha recibido del Padre: la de dar la vida por las ovejas. Tal actitud es
un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que
dona su vida por ellos. “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta
del Padre […] Ninguna puerta cerrada. Todos pueden participar de alguna manera
en la vida eclesial, todos pueden integrar la comunidad. La Iglesia […] es la
casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” (Exort. ap.
Evangelii gaudium, n. 47).
Del mismo modo todos los cristianos están llamados a imitar al Buen
Pastor. Sobre todo las familias cristianas pueden colaborar con Él cuidando a
las familias heridas, acompañándolas en la vida de fe de la comunidad. Cada uno
haga su parte asumiendo la actitud del Buen Pastor, que conoce cada una de sus
ovejas ¡y a ninguna excluye de su infinito amor! Gracias.
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