Demonios para tentarnos a nadie le faltan…., pero para bien o desgracia
de los demonios, todos ellos tienen el trabajo que han de realizar, de acuerdo
con sus funciones, muy mal distribuido. Unos tienen adjudicado almas, que les
llevan de cabeza, porque su nivel de amor al Señor es tan grande que se las
saben todas y son un hueso duro de roer, porque no hay forma de colarles una
tentación. Mientras que otras almas son pura mantequilla y solo con ponerles
por delante una imagen de carácter sexual, ya están en el saco. Pero siempre,
los demonios que trabajan sobre estas clase de almas han de estar muy atentos,
porque en la medida en que el cuerpo material humano, que es el gran aliado de
los demonios, va derrumbándose, y en consecuencia, aumente en el ser humano la
fuerza de control del alma humana, lo que parecía ser fácil y dan la sorpresa
de una conversión fulminante, que destruye todo el trabajo realizado durante
años.
Todos tenemos demonios a nuestro lado, al igual que ángeles. Y pienso
que también existen demonios, de la misma forma que existen ángeles con
funciones especiales y específicas, tal como ya antes hemos dicho, existen
también demonios especiales, para atender a la condenación de las personas que
formen parte de todo tipo de iglesias, países, institutos, asociaciones o
corporaciones, a fin de que los rectos fines de estos organismos, siempre se
malogren, y así se malogren también las rectas intenciones de sus miembros.
Prueba evidente de esto, es la corrupción de todo tipo que existe en
todas las naciones y en sus gobernantes y en grandes sociedades o entidades. Y
no quiero decir nada de aquellas otras asociaciones y corporaciones con fines
no confesables (sectas masónicas, asociaciones satánicas…etc.). Estas
seguramente, tendrán adjudicado un demonio de alta calificación profesional. En
resumen podríamos pensar y acertar diciendo, que donde hay un ángel también hay
un demonio, dispuesto a contrarrestar la labor del ángel, y darnos argumentos
para no escucharle.
Tanto los ángeles caídos, es decir los demonios, como los ángeles
triunfantes, debieron de pasar por una prueba, demostrativa de amor y fidelidad
a su Creador. Esta prueba, según la tradición, se originó cuando Luzbel, “luz
de Dios”, un bello ser espiritual el más bello de los ángeles, quiso apropiarse
de su propia belleza y auto divinizarse. El Apocalipsis nos dice que los
demonios fueron precipitados sobre la tierra y su condena definitiva, aún no se
ha producido, si bien es irreversible la selección que fue efectuada en su
momento y que distinguió a los ángeles de los demonios.
Los ángeles caídos o demonios, todavía conservan un cierto poder
permitido por Dios, aunque “por poco tiempo”. Por eso, estos apostrofan Jesús,
en el episodio de los cerdos que se despeñaron por el acantilado en Garasa,
diciéndole: “¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?” (Mt 8,
29). Pero no obstante su caída, los ángeles caídos o demonios, siguen siendo
ángeles; siguen siendo espíritus al servicio de Dios, incluso contra su
voluntad. Su actividad está completamente subordinada a los planes de Dios.
Dios habría podido lanzar, después de que pecaron, a los ángeles rebeldes a la
prisión del infierno para siempre, como lo hará al final de los tiempos, pero
ha preferido dejarles una cierta libertad de acción, para emplearlos en su
servicio: utiliza su poder y su malicia para ejercitar la virtud de los
hombres.
La funciones de los demonios, que determinan su actividad como espíritus
puros que son, al igual que la de nuestro ángel de la guarda, es muy sutil, y
la mayoría de las veces, por no decir casi siempre, pasa desapercibida a
nuestros ojos, aunque no las consecuencias de esta actividad, una vez
finalizado el proceso de las llamadas tentaciones. En la medida en que un alma,
dispone de un elevado grado de vida espiritual, esta alma, mejor dicho, la
persona que posee esta alma, es más capaz de apreciar y percibir, no solo las
actuaciones demoníacas, sino también las referentes a las de su ángel de la
guarda, en razón, a la percepción humana de los ángeles.
El demonio furioso de odio y de envidia contra nosotros quiere aplastar
en nosotros a Cristo, causarle perjuicio y derrotas, a Él, cabeza nuestra, que
en nosotros vive y le combate. Pero a pesar de la superioridad intelectiva que
los demonios tienen sobre nosotros, estos nada nos pueden hacer, si no es con
el permiso de Dios y aquiescencia de nuestra voluntad. Y Dios por su parte,
nunca permite que nos pase nada, de aquello, que no seamos capaces de hacerle
frente con la ayuda de su divina gracia. Esto significa, que nunca seremos
tentados, en fuerza superior a la que la fuerza de nuestra voluntad puede
oponer.
En demonio es el primer enemigo, contra quien ha de luchar, nuestro
ángel de la guarda. Nuestro ángel tiene a su favor el hecho de ser más
inteligente que el demonio que tiene enfrente, pero como antes ya hemos dicho,
tiene en contra el hecho de que, son muchas las veces, en que inclinados por
nuestra concupiscencia y nuestros deseos, generalmente corporales, nos aliamos
con el demonio frente a nuestro propio ángel. Los demonios particulares que
cada uno tenemos adjudicado, digamos que como todos los que circulan por el
mundo, están de vacaciones y desde luego ninguno de ellos, quiere que se le
acabe el “chollo”, que tienen con nos otros,
sobre todo, con muchos de nosotros, por no decir con todos nosotros: digamos,
que con unos, más que con otros.
Con el fin del mundo, la función de todos los demonios, incluido
naturalmente el nuestro, concluirá su labor y entonces se les acabarán sus
vacaciones y sufrirán de verdad su condición de condenados. En otras palabras,
entrarán definitivamente en prisión para cumplir con su condena eterna; por
ahora se encuentra en libertad condicional, y no desean que esta clase de
libertad se les acabe. Es de suponer que cuanto mejor sea su trabajo, más
posibilidades tienen de seguir de vacaciones, por lo que hacen siempre lo
posible en esmerarse en el cumplimiento de su función.
En su estructura interna, los demonios están vinculados entre sí por una
estrechísima jerarquía y conservan el grado que tenían cuando eran ángeles:
principados, tronos, dominios, etc.…. Es una jerarquía de esclavitud, no de
amor como existe entre los ángeles, triunfantes cuyo jefe de milicias es
Miguel. Y esta estructura jerárquica, perfectamente organizada, por seres
puramente espirituales, mucho más inteligentes que nosotros, solo tiene una
finalidad, cual es la de conseguir arrastrarnos a nosotros, como criaturas
especialmente amadas de Cristo, a nuestra condenación. El odio y deseo de venganza
que anida en sus corazones, al no poderlo volcar directamente contra Dios, al
que pese a todo, se ven obligados a servirle, lo vuelcan contra nosotros, pues
son plenamente conscientes del amor y deseo que Dios tiene, de que todos nos
salvemos.
Dadas las modernas modas, acerca de la negación de la existencia del
demonio. Todo esto a más de uno, puede ser que le parezca un poco infantil,
pero se equivoca de cabo a rabo.
La función provisional de los demonios, mientras no llegue la Parusía,
comandados por el demonio en jefe satanás, la hemos expuesto ya; es la de
cumplir la función de incitarnos a la desobediencia de las normas divinas,
trabajo que cumplen muy a gusto ya que a ello, les incita su odio a Cristo y el
deseo de que todos corramos su misma suerte, porque furioso de odio y de
envidia contra nosotros quieren aplastar en nosotros a Cristo, causarle
perjuicio y derrotas, a Él, cabeza nuestra, que en nosotros vive y los combate.
Mi más cordial saludo lector y el deseo de
que Dios te bendiga.
Juan
del Carmelo
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