Bajo la imagen de la Virgen, con
esclerosis múltiple.
Desde que
se produjeron en Irlanda las
apariciones de Knock en 1879 (explicadas aquí en CariFilii), cientos de miles de personas han
visitado su santuario (www.knock-shrine.ie) y se han recogido
testimonios de gracias recibidas por intercesión de la Virgen, pero sin duda el caso más radical y asombroso es el de la
curación repentina y médicamente inexplicable de la esclerosis múltiple de
Marion Carroll en 1989.
Aún hoy esta mujer, devota de la Virgen desde niña, se mantiene sana y viaja por el mundo contando su experiencia y testimonio. Lo ha contado con detalle a televisiones internacionales y a la prensa regional, como el Independent Westmeath.
UNA APARICIÓN SIN PALABRAS Y MUY PECULIAR
La aparición, aunque cuenta con reconocimiento eclesiástico, en sí ya es peculiar. La tarde del 21 de agosto de 1879, Mary Mcloughlin y Mary Byrne regresaban a casa bajo la lluvia y al pasar junto a la parte trasera de la parroquia de la aldea de Knock vieron, asombradas, a una mujer vestida de blanco en actitud de oración, con una corona brillante ajustada en la frente con una rosa.
A la derecha vieron un hombre con túnica blanca y otro hombre vestido como obispo con ropaje blanco predicando. Junto a las figuras había un altar grande, y sobre él un cordero, y detrás una gran cruz. Llamaron a más testigos y durante dos horas, en este escenario, revoloteaban ángeles en torno al cordero.
Seis semanas después de la visión, el Arzobispo de Tuam, John McHale, constituyó una comisión de investigación, en la que se examinaron a los 15 testigos. Sus conclusiones fueron rotundas: los testimonios de los 15 videntes eran coherentes entre sí y fiables. En 1936, el arzobispo de Gilmartin constituyó otra comisión para examinar a tres videntes sobrevivientes: Mary O´Connell (Mary Byrne), Patrick Byrne y John Curry. Los tres confirmaron sus declaraciones originales de 1879.
La Iglesia interpretó la visión (que no contaba con mensajes hablados ni palabras) como una aparición de la Virgen María, San José, San Juan Evangelista (el obispo) y Jesucristo como Cordero y Cruz, remitiéndose al Libro de Apocalipsis, atribuido a Juan.
UNA CURACIÓN PARA ASOMBRO DE LA CIENCIA
Pero las curaciones y gracias que se han recibido en Knock durante más de un siglo se vieron reforzados en 1989 con un caso que ha asombrado a la medicina del siglo XX y la del XXI y que se ha enviado a dicasterios vaticanos para su análisis. El análisis incluye dejar pasar décadas para ver si la curación es definitiva, duradera, y 26 años después parece que así es.
Marion Carroll vive aún en Athlone, la ciudad donde su familia durante varias generaciones tuvo una zapatería. De niña, en los años 50, poco después de hacer su primera comunión, sufrió un brote de tuberculosis que casi la mata. Se curó en el hospital y su padre, Joe McCormack, en agradecimiento a la Virgen hizo construir una capillita con una imagen.
Desde niña Marion fue devota de la Virgen, y de joven ingresó en la Legión de María (www.legiondemaria.org). Siempre dedicó mucho tiempo a la iglesia, y le gustaba rezar el rosario desde su juventud.
Se casó en 1971 con Jimmy Carroll. Ya en su primer embarazó notó que tenía extraños problemas de salud, pero en esa época se conocía poco la esclerosis múltiple. Sólo se le diagnosticó oficialmente en 1978.
Cada vez más partes de su cuerpo empezaban a fallar, sus miembros no le obedecían. A veces, mejoraba momentaneamente, pero enseguida se agravaban sus síntomas. Desde 1985 ya no hubo mejorías y quedó prácticamente paralizada en casa.
Marion mantuvo su fe y no se enfadó con Dios ni lo criticó. Veía acercarse la muerte y pensaba que Dios era bueno por haberle dado un buen marido e hijos, que muchos otros no habían podido tener. Su marido se levantaba varias veces cada noche para atenderla, y madrugaba luego para llevar los niños al colegio. Estuvo en Lourdes y en algunos otros encuentros donde sintió paz y confianza en Dios, pero no pedía nunca su curación, sólo fuerza para sobrellevar la enfermedad.
EN CAMILLA A KNOCK: UNCIÓN DE ENFERMOS
Un domingo de septiembre de 1989 todo cambió. Su hígado tenía varias infecciones, estaba paralizada y quizá le quedaban pocos días de vida. Unos amigos del hospital St Vincent de Athlone le habían ofrecido llevarla al santuario de Knock en camilla, a una oración por los enfermos. Ella había aceptado tan solo para que su marido e hijos no tuvieran que atenderla durante unas horas y pudieran descansar.
Una vez en el santuario, la llevaron atada en su camilla frente al altar principal, bajo la estatua de la Virgen. El obispo Colm O´Reilly le administró la Unción de los Enfermos. La llamó por error Mary, en vez de Marion, y ella se puso de mal humor, incluso enfadada, porque no decían bien su nombre.
"Recibí después la Santa Comunión, y sentí un dolor malísimo en mis tobillos... y cuando ese dolor se fue, todos los dolores de mi cuerpo se fueron", explica. "Tenía una sensación hermosa en mi interior; como si una brisa susurrante me hubiera dicho que si se quitaban las correas de mi camilla, podría levantarme y caminar".
No lo hizo allí, en la iglesia, ante todos. Pero al acabar la misa pidió a sus amigos que quitaran las correas. "Mis dos piernas colgaron... y me mantuve en pie, y fue como si nunca hubiera enfermado", explica Marion.
En el camino de vuelta iba sentada y bebiendo té. Cuando llegó a casa, su marido salió para recogerla con la silla de ruedas... y quedó anonadado al ver que ella bajaba caminando de la ambulancia.
EL ASOMBRO DE LOS TÉCNICOS SANITARIOS
Ese día le acompañaban dos profesionales sanitarios de Athlone que la conocían bien y que han contado cómo lo experimentaron al "Independent Westmeath" y a todos los que les preguntan: la enfermera residente en Athlone Ann Flanagan y el técnico de emergencias médicas Gerry Glynn.
Los dos visitaron a Marion al día siguiente... y la que había estado paralizada 24 horas antes les preparó un té. "Caminaba por la casa, un poco furtivamente, pero por todas partes y no podíamos creerlo. Era una experiencia irreal. Sus músculos deberían haber estado laxos después de tanto tiempo inmóbiles, pero ahora ponía un pie delante de otro y caminaba", recuerda la enfermera Ann Flanagan.
Marion, que durante años estuvo protegida y escudada del mundo por su marido, ahora lleva ya varios años viajando y contando su testimonio. Cuando habla con gente que dice haber recibido algún don de la Virgen o de Dios suele comentarles que puede tratarse de dones sólo para la persona en sí, que no necesariamente deben difundirse, pero en su caso concreto está convencida de que debe hablar de lo que ha vivido. "Me gusta hacer lo que hago, pero no para que me reconozcan como Marion Carroll, sino porque el Señor me ha llamado y me ha dado un cubo y una fregona, no una corona", comenta alegre.
Aún hoy esta mujer, devota de la Virgen desde niña, se mantiene sana y viaja por el mundo contando su experiencia y testimonio. Lo ha contado con detalle a televisiones internacionales y a la prensa regional, como el Independent Westmeath.
UNA APARICIÓN SIN PALABRAS Y MUY PECULIAR
La aparición, aunque cuenta con reconocimiento eclesiástico, en sí ya es peculiar. La tarde del 21 de agosto de 1879, Mary Mcloughlin y Mary Byrne regresaban a casa bajo la lluvia y al pasar junto a la parte trasera de la parroquia de la aldea de Knock vieron, asombradas, a una mujer vestida de blanco en actitud de oración, con una corona brillante ajustada en la frente con una rosa.
A la derecha vieron un hombre con túnica blanca y otro hombre vestido como obispo con ropaje blanco predicando. Junto a las figuras había un altar grande, y sobre él un cordero, y detrás una gran cruz. Llamaron a más testigos y durante dos horas, en este escenario, revoloteaban ángeles en torno al cordero.
Seis semanas después de la visión, el Arzobispo de Tuam, John McHale, constituyó una comisión de investigación, en la que se examinaron a los 15 testigos. Sus conclusiones fueron rotundas: los testimonios de los 15 videntes eran coherentes entre sí y fiables. En 1936, el arzobispo de Gilmartin constituyó otra comisión para examinar a tres videntes sobrevivientes: Mary O´Connell (Mary Byrne), Patrick Byrne y John Curry. Los tres confirmaron sus declaraciones originales de 1879.
La Iglesia interpretó la visión (que no contaba con mensajes hablados ni palabras) como una aparición de la Virgen María, San José, San Juan Evangelista (el obispo) y Jesucristo como Cordero y Cruz, remitiéndose al Libro de Apocalipsis, atribuido a Juan.
UNA CURACIÓN PARA ASOMBRO DE LA CIENCIA
Pero las curaciones y gracias que se han recibido en Knock durante más de un siglo se vieron reforzados en 1989 con un caso que ha asombrado a la medicina del siglo XX y la del XXI y que se ha enviado a dicasterios vaticanos para su análisis. El análisis incluye dejar pasar décadas para ver si la curación es definitiva, duradera, y 26 años después parece que así es.
Marion Carroll vive aún en Athlone, la ciudad donde su familia durante varias generaciones tuvo una zapatería. De niña, en los años 50, poco después de hacer su primera comunión, sufrió un brote de tuberculosis que casi la mata. Se curó en el hospital y su padre, Joe McCormack, en agradecimiento a la Virgen hizo construir una capillita con una imagen.
Desde niña Marion fue devota de la Virgen, y de joven ingresó en la Legión de María (www.legiondemaria.org). Siempre dedicó mucho tiempo a la iglesia, y le gustaba rezar el rosario desde su juventud.
Se casó en 1971 con Jimmy Carroll. Ya en su primer embarazó notó que tenía extraños problemas de salud, pero en esa época se conocía poco la esclerosis múltiple. Sólo se le diagnosticó oficialmente en 1978.
Cada vez más partes de su cuerpo empezaban a fallar, sus miembros no le obedecían. A veces, mejoraba momentaneamente, pero enseguida se agravaban sus síntomas. Desde 1985 ya no hubo mejorías y quedó prácticamente paralizada en casa.
Marion mantuvo su fe y no se enfadó con Dios ni lo criticó. Veía acercarse la muerte y pensaba que Dios era bueno por haberle dado un buen marido e hijos, que muchos otros no habían podido tener. Su marido se levantaba varias veces cada noche para atenderla, y madrugaba luego para llevar los niños al colegio. Estuvo en Lourdes y en algunos otros encuentros donde sintió paz y confianza en Dios, pero no pedía nunca su curación, sólo fuerza para sobrellevar la enfermedad.
EN CAMILLA A KNOCK: UNCIÓN DE ENFERMOS
Un domingo de septiembre de 1989 todo cambió. Su hígado tenía varias infecciones, estaba paralizada y quizá le quedaban pocos días de vida. Unos amigos del hospital St Vincent de Athlone le habían ofrecido llevarla al santuario de Knock en camilla, a una oración por los enfermos. Ella había aceptado tan solo para que su marido e hijos no tuvieran que atenderla durante unas horas y pudieran descansar.
Una vez en el santuario, la llevaron atada en su camilla frente al altar principal, bajo la estatua de la Virgen. El obispo Colm O´Reilly le administró la Unción de los Enfermos. La llamó por error Mary, en vez de Marion, y ella se puso de mal humor, incluso enfadada, porque no decían bien su nombre.
"Recibí después la Santa Comunión, y sentí un dolor malísimo en mis tobillos... y cuando ese dolor se fue, todos los dolores de mi cuerpo se fueron", explica. "Tenía una sensación hermosa en mi interior; como si una brisa susurrante me hubiera dicho que si se quitaban las correas de mi camilla, podría levantarme y caminar".
No lo hizo allí, en la iglesia, ante todos. Pero al acabar la misa pidió a sus amigos que quitaran las correas. "Mis dos piernas colgaron... y me mantuve en pie, y fue como si nunca hubiera enfermado", explica Marion.
En el camino de vuelta iba sentada y bebiendo té. Cuando llegó a casa, su marido salió para recogerla con la silla de ruedas... y quedó anonadado al ver que ella bajaba caminando de la ambulancia.
EL ASOMBRO DE LOS TÉCNICOS SANITARIOS
Ese día le acompañaban dos profesionales sanitarios de Athlone que la conocían bien y que han contado cómo lo experimentaron al "Independent Westmeath" y a todos los que les preguntan: la enfermera residente en Athlone Ann Flanagan y el técnico de emergencias médicas Gerry Glynn.
Los dos visitaron a Marion al día siguiente... y la que había estado paralizada 24 horas antes les preparó un té. "Caminaba por la casa, un poco furtivamente, pero por todas partes y no podíamos creerlo. Era una experiencia irreal. Sus músculos deberían haber estado laxos después de tanto tiempo inmóbiles, pero ahora ponía un pie delante de otro y caminaba", recuerda la enfermera Ann Flanagan.
Marion, que durante años estuvo protegida y escudada del mundo por su marido, ahora lleva ya varios años viajando y contando su testimonio. Cuando habla con gente que dice haber recibido algún don de la Virgen o de Dios suele comentarles que puede tratarse de dones sólo para la persona en sí, que no necesariamente deben difundirse, pero en su caso concreto está convencida de que debe hablar de lo que ha vivido. "Me gusta hacer lo que hago, pero no para que me reconozcan como Marion Carroll, sino porque el Señor me ha llamado y me ha dado un cubo y una fregona, no una corona", comenta alegre.
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