Entre las
cinco acepciones que el Diccionario de
la Real Academia Española da del término “religión” nos interesan estas
tres:
“1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
2. f. Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido.
3. f. Profesión y observancia de la doctrina religiosa”.
Ello, no sin antes informarnos de que procede del latín “religio-onis”, que se presenta como insuficiente respuesta a la pregunta que nos hacemos hoy, a saber, ¿de dónde procede el término “religión”?
La verdad es que se trata de una cuestión polémica que no recibe una única respuesta sino varias, y que ha suscitado interés desde tiempos muy antiguos, siendo así que las respuestas dadas a la misma son asimismo muy antiguas.
Cicerón (107-44 a.C.) en su obra “De natura deorum” (“De la naturaleza de los dioses”) la hace proceder del verbo “relegere”, “tratar cuidadosamente”. Dice el maestro romano de la retórica:
“Los que se encargaron cuidadosamente todo lo relacionado con los dioses fueron llamados religiosi, de relegere”.
Por su parte, el apologista cristiano consejero del Emperador Constantino, Lactancio (h. 250-h. 325), en su obra “Divine Institutes”, lo hace derivar de otro verbo morfológicamente muy similar, aunque semánticamente muy diferente: “religare”, “atar”. Dice Lactancio:
“Estamos ligados a Dios y unidos a Él [religati] por el vínculo de piedad, y es a partir de esto que la religión ha recibido su nombre”.
Lactancio no es desconocedor de la etimología que proporciona Cicerón, la cual incluso rebate abiertamente:
“Y no, como sostiene Cicerón, de la consideración cuidadosa (relegendo)”.
El gran santo de Hipona San Agustín (354-430) en su tratado “Sobre la verdadera religión” se adhiere a la doctrina de Lactancio cuando dice:
“La religión nos une [religat] al único Dios Todopoderoso”.
Lo que no es óbice para que en su “Ciudad de Dios” presente una tercera teoría que liga el término al verbo igualmente latino “religere”, en su acepción de “recuperar”:
“Al haber perdido a Dios debido a la negligencia [negligentes], lo recuperamos [religentes] y somos atraídos hacia Él”.
“Tratar cuidadosamente”, “sentirse atado”, “ser recuperado”, pronúnciese Vd. por la que opción que estime más acertada; por mi parte cumplo con exponerlas aquí, para todos Vds. Por lo demás y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, les sigo esperando en esta columna.
“1. f. Conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad, de sentimientos de veneración y temor hacia ella, de normas morales para la conducta individual y social y de prácticas rituales, principalmente la oración y el sacrificio para darle culto.
2. f. Virtud que mueve a dar a Dios el culto debido.
3. f. Profesión y observancia de la doctrina religiosa”.
Ello, no sin antes informarnos de que procede del latín “religio-onis”, que se presenta como insuficiente respuesta a la pregunta que nos hacemos hoy, a saber, ¿de dónde procede el término “religión”?
La verdad es que se trata de una cuestión polémica que no recibe una única respuesta sino varias, y que ha suscitado interés desde tiempos muy antiguos, siendo así que las respuestas dadas a la misma son asimismo muy antiguas.
Cicerón (107-44 a.C.) en su obra “De natura deorum” (“De la naturaleza de los dioses”) la hace proceder del verbo “relegere”, “tratar cuidadosamente”. Dice el maestro romano de la retórica:
“Los que se encargaron cuidadosamente todo lo relacionado con los dioses fueron llamados religiosi, de relegere”.
Por su parte, el apologista cristiano consejero del Emperador Constantino, Lactancio (h. 250-h. 325), en su obra “Divine Institutes”, lo hace derivar de otro verbo morfológicamente muy similar, aunque semánticamente muy diferente: “religare”, “atar”. Dice Lactancio:
“Estamos ligados a Dios y unidos a Él [religati] por el vínculo de piedad, y es a partir de esto que la religión ha recibido su nombre”.
Lactancio no es desconocedor de la etimología que proporciona Cicerón, la cual incluso rebate abiertamente:
“Y no, como sostiene Cicerón, de la consideración cuidadosa (relegendo)”.
El gran santo de Hipona San Agustín (354-430) en su tratado “Sobre la verdadera religión” se adhiere a la doctrina de Lactancio cuando dice:
“La religión nos une [religat] al único Dios Todopoderoso”.
Lo que no es óbice para que en su “Ciudad de Dios” presente una tercera teoría que liga el término al verbo igualmente latino “religere”, en su acepción de “recuperar”:
“Al haber perdido a Dios debido a la negligencia [negligentes], lo recuperamos [religentes] y somos atraídos hacia Él”.
“Tratar cuidadosamente”, “sentirse atado”, “ser recuperado”, pronúnciese Vd. por la que opción que estime más acertada; por mi parte cumplo con exponerlas aquí, para todos Vds. Por lo demás y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos, les sigo esperando en esta columna.
Luis
Antequera
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