Cuando le preguntaron al Señor
sobre cuál era el principal mandamiento no respondió “conocerás a Dios” sino “amarás a Dios”:
“Amarás al Señor, tu Dios, con
todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mt, 22. 37)
Es lógico, por tanto, pensar que
siendo esta materia tan importante debería haber multitud de libros, textos,
que incluyeran comparaciones y ejemplos que nos facilitaran en la práctica el
ir avanzando en ella.
Sin embargo, nada más lejos de la
realidad. Hasta ahora se han dedicado muchos más esfuerzos a la descripción de Dios (Teología) que a
enseñar a amarle (Heptalogía,
nombre que hace referencia a las siete etapas de la vida espiritual de las que
habla Santa Teresa). Valga como síntoma que las obras fundamentales al respecto
(“Las Moradas” de Santa Teresa y “Subida al Monte Carmelo” de San Juan de la
Cruz) son libros admirables pero escritos hace quinientos años y para
religiosos, y con un lenguaje no siempre fácil de entender.
Era de esperar que en tantos años
hubieran surgido muchas obras que, conservando lo fundamental de las dos
citadas, las sistematizaran, las completaran con enseñanzas nuevas y adecuadas
para seglares y, en fin, hicieran fácil a cualquier persona (monje o seglar)
entenderlas y aplicarlas en la práctica. Pero esto no ha sido así.
Alguno dirá que ya existe la Ascética, pero esta es
hoy principalmente Teología Ascética, y es más bien teoría, sin duda muy útil
para leer y estudiar, mientras que la Heptalogía quiere ser praxis, para
involucrarse cuando la persona ya tiene la preocupación de amar a Dios. En la
primera hay erudición, en la segunda ha de haber principalmente práctica. Por
ello la conveniencia de darle un nuevo nombre.
Para paliar en lo posible esta
carencia, el Padre Miguel de Bernabé, fundador del Gardendal, ha escrito un
práctico tratado sobre Heptalogía
(de próxima publicación). Con él pretende proporcionar una guía práctica a los
cristianos para que sepan, en cuanto a su vida espiritual, en qué lugar se
encuentran, lo que les falta, las ayudas que van a tener, las dificultades que
van a encontrar…, y, también, para proporcionar una herramienta a los
formadores.
La Heptalogía del P. de Bernabé
está inspirada en Las Moradas de Santa Teresa pero tiene con ellas estas tres
importantes diferencias:
1ª. El
lenguaje de Las Moradas de Santa Teresa es el de una persona del siglo XVI y,
por lo tanto, difícil de entender hoy salvo para especialistas. La Heptalogía
del P. de Bernabé está escrita, naturalmente, con un lenguaje de hoy, para que la entienda perfectamente del primero al
último de los católicos.
2ª. Las
Moradas son un texto que la Santa escribió pensando en sus monjas, mientras que
la Heptalogía está escrita pensando en
los seglares, aunque lógicamente, la mayoría de las cosas son válidas
para cualquier cristiano.
3ª. Por
último, está ampliada con las
aportaciones de San Juan de la Cruz, y otros autores posteriores, como el padre
Faber, etc.
Sólo queda insistir en que la Heptalogía ha de ser, y es, sobre todo
praxis pues se trata de amar. No debe ser una teoría para aumentar
conocimientos sino una enseñanza práctica para, cuando la persona ya tiene la
preocupación de amar a Dios, ayudarle a subir por las diversas etapas hasta la
mayor de todas, la santidad.
En los próximos artículos iremos desarrollando
esta materia, empezando el lunes que viene con el Viaje Misterioso.
Los Tres
Mosqueteros
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