Paseaban por un camino en la montaña junto a la
ciudad hacia una fuente para descansar, cuando unos perros les cerraron el
camino ladrando con furia. El joven seguidor tuvo miedo y sugirió hacer marcha
atrás. El Anacoreta rió y dijo:
- Aquí sucede como en la vida. Si nos detenemos
cuando nos ladran los perros, nunca llegaremos al final del camino.
Y siguieron andando hasta la fuente...
Enviat per Joan Josep Tamburini
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