Decíamos en un post anterior que
Santa Hildegarda de Bingen en sus obras médicas nos invita a considerar la
salud en sus componentes físicos, mentales y espirituales ya que nuestra salud
depende en un 80% de nuestro estilo de vida y de nuestra alimentación.
De acuerdo con esto, todos
estamos llamados a ser responsables de nuestra salud y, en esa tarea, los
recursos y consejos de la medicina hildegardiana son muy útiles… Además de los
consejos sobre alimentación de los que ya nos hemos ocupado en post anteriores
( desayunar Habermus, comer galletas
de la alegría y la inteligencia, tomar sopa de pie de ternera, etc.)
tenemos que vivir de manera que nuestro modo de vida sea saludable y nos ayude
por un lado a mantener nuestra homeostasis (estado de armonía en general) y por
otro lado, a mejorar nuestro estado actual de salud; incluso llevándonos a un
nivel superior de bienestar del que teníamos antes de caer enfermos,
Recordemos (nunca me cansaré de
repetirlas) las seis reglas de oro para llevar una vida saludable según Santa
Hildegarda:
1 Que tu comida sea tu medicina.
2 Utiliza para conservar y
recuperar tu salud los remedios que te proporciona la naturaleza.
3 Procúrate una
alternancia natural del sueño reparador con el ejercicio conveniente.
4 Consigue un equilibrio
razonable entre el trabajo y el descanso, en el sentido de "Ora et labora” (En traducción libre:
“Ora, lee y trabaja”).
5 Purifica tu cuerpo de
sus toxinas.
6 Transforma tus rasgos
psicosociales negativos en actos generosos y de amor que te llenen de alegría
espiritual, vitalidad y humanidad.
Por lo tanto, el objetivo de
cualquier verdadera medicina
humanista debe ser la prevención de las
enfermedades, incluso antes de que se manifiesten, y esto usando métodos
naturales para restaurar la salud.
Abre tu corazón al poder curativo
de Dios creador, empieza a concienciarte de que las causas reales de la mayoría
de tus enfermedades están en ti, en tu esfera emocional y espiritual. Por lo
tanto, un tratamiento exclusivamente orientado a la parte física de la persona
sin trabajar la parte no física de la persona para eliminar bloqueos
emocionales, muchas veces, será inútil e infructuoso.
El se humano tiene un profundo
anhelo de tener una vida llena de sentido, se siente creado para el amor y la
inmortalidad, y tiene un fuerte sentimiento de ser algo único y valioso. Muchas
personas, por desgracia, llevan una vida muy chata, vacía de sentido, sin
trascendencia, sin Dios. Muchos sufren porque nunca han hecho algo
significativo en su vida. Otras personas se quejan de que nadie se preocupa por
ellas y del hecho de que a nadie le importe si viven o si se mueren.
La sensación de ser inútil,
prescindible y sin amor, debilita a las personas y las enferma. Algunos no
pueden soportar el vacío de su vida e intentan llenarlo con sucedáneos : la
adicción al trabajo, el alcohol, las drogas, la obsesión sexual o la búsqueda
de lo trascendental en prácticas llegadas desde Oriente como el reiki, el yoga
y otras disciplinas de la New Age cuya práctica está más que desaconsejada para
un católico por el Magisterio de la Iglesia Católica (véase el documento del
Vaticano: “Jesucristo Portador del Agua de la Vida”).
Todos hemos experimentado alguna
vez que sentirse amado y amar a los demás, tiene fuerza suficiente como para cambiar
toda una vida.
Practicando los consejos de santa
Hildegarda y cambiando nuestro estilo de vida podemos mantener o recuperar
nuestra salud de manera muy eficaz.
Podemos descubrir en nosotros
(todos los bautizados somos templos del Espíritu Santo) la fuerza que nos
permite dejar atrás una vida plana, mirar el futuro con esperanza y
experimentar que la vida vale la pena de ser vivida.
Me permito insistir, porque hoy
en muchos ambientes está muy olvidado, en la importancia de la regla número
cuatro ya que, de la misma forma que el alimento es necesario para mantener
sano y en vida nuestro cuerpo físico, de manera semejante, la oración es
imprescindible para mantener la vida y la salud de la parte espiritual del
hombre.
Si
seguimos este plan de vida, seremos capaces de amar sin límites, de
relacionarnos con la gente de manera positiva y de vivir en armonía con
nosotros mismos y con el mundo. Un foco de amor y armonía irradia a su
alrededor y contribuye a una verdadera “ecología” en lo social, en el mundo material
(Universo) y en el mundo espiritual. Santa Hildegarda nos ilumina y nos brinda
la oportunidad de vivir una vida digna y llena de sentido.
Juan
Antonio Timor Pineda
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