jueves, 9 de octubre de 2014

DE LOS CARMINA BURANA, CÁNTICOS PROFANOS HALLADOS EN UN MONASTERIO BENEDICTINO


Una prueba más de ese gran almacén de cultura que fueron los monasterios durante el medievo y también después.

Carmina Burana (Las Canciones de Beuern) es una cantata compuesta por Carl Orff (1895-1982) en 1936 a partir de una selección de veinticuatro poemas de la colección medieval “Carmina Burana: Cantiones profanæ cantoribus et choris cantandæ comitantibus instrumentis atque imaginibus magicis” (Canciones de Beuern: canciones profanas para cantantes y coros, cantables con instrumentos e imágenes mágicas). Los Carmina son parte de los “Trionfi”, una trilogía que incluye “Catulli Carmina” y “Trionfo di Afrodite”.

Generalmente conocido como “el Carmina Burana”, así, en singular y con acento llano en la “i” de “carmina”, sería lo correcto denominarlos “los Cármina Burana”, en plural y con acento esdrújulo en la “a”.

Carl Off toma el texto de la edición de Johann Andreas Schmeller (1847), realizada a partir de un manuscrito del s. XI o XII guardado en la biblioteca del monasterio benedictino de Benediktbeuern, uno de los más antiguos de Baviera, fundado en el s. VIII por el mismísimo evangelizador de Alemania, San Bonifacio. Michel Hofmann, estudiante de latín y griego, le asiste en la selección y organización de veinticuatro cánticos, la mayoría en latín, pero algunos también en alemán medieval y viejo provenzal, con los que compone el libreto.

En cuanto a la temática, de lo más profana: la fortuna, el poder, la contingencia de la vida, los placeres, el juego, la bebida, la lujuria… Sólo a modo de ejemplo, les traigo aquí la letra del cántico 19 “Si puer cum puellula…” (Si un joven con una joven…)

“Si un joven y una joven se encuentran en una habitación, feliz unión. Si un joven y una joven se encuentran en una habitación, feliz unión. El amor se eleva juntos en el medio, lejos de los conflictos, e inefables las extremidades, los brazos y los labios… Si un joven y una joven se encuentran en una habitación, feliz unión”.

Particularmente divertido y celebrado por el público el cántico 14, “In taberna”, con un pasaje que reza como sigue:

“Bebe la señora, bebe el señor, bebe el soldado, bebe el cura, bebe el hombre, bebe la mujer, bebe el siervo con la criada, bebe el rápido, bebe el lento, bebe el blanco, bebe el negro, bebe el perseverante, bebe el vago, bebe el ignorante, bebe el sabio. Bebe el pobre y el desvalido, bebe el desterrado y el desconocido, bebe el muchacho, bebe el anciano,
bebe el presidente y el decano, bebe la hermana, bebe el hermano, bebe el viejo, bebe la madre, bebe éste, bebe aquél, beben cientos, beben miles”.

En cuanto a su estructura, se compone de cinco secciones y veinticinco movimientos, comenzados, y también finalizados, con el famoso “O Fortuna”, un ardid que quiere representar las idas y venidas de la vida y de la fortuna. Aunque originalmente llamados a ser un espectáculo de música, danza e interpretación, lo cierto es que terminó imponiéndose el formato meramente coral. Se hallan fuertemente influenciados por la música del renacimiento y del primer barroco, notablemente William Byrd y Claudio Monteverdi, tal vez también Stravinsky y sus “Bodas”. Alguno de sus solos representan un verdadero desafío para cantantes, notablemente el “Olim lacus colueram” o el aria “Dies nox et omnia”.

Los Carmina son estrenados en Frankfurt por la Frankfurt Opera y el Cäcilien-Chor Frankfurt bajo la dirección de Bertil Wetzelsberger, el 8 de junio de 1937, convirtiéndose en la obra musical más popular en la Alemania de su época, en pleno régimen nacional socialista.

En cuanto al autor, Carl Orff, nace en Munich el 10 de julio de 1895, en una familia vinculada a la milicia que posiblemente, en parte, tuviera precedentes judíos. Su madre es una pianista consumada, que empieza a darle clases desde muy pequeño. Pronto se orienta hacia la composición: con 16 años escribe “Zaratustra”, y un año más tarde, “Gisei, das Opfer” (Gisei, el sacrificio).

Participa en la Primera Guerra Mundial, y al volver, ocupa varios puestos en las óperas de Mannheim y Darmstadt, retornando a Múnich para proseguir sus estudios musicales. En los años 20 desarrolla un concepto que titula “Elementare Musik” (música elemental) llamado a involucrar danza, poesía, imagen, diseño y teatro, al modo y manera del “Gesamtkunstwerk” (obra de arte total) de Wagner (pinche aquí si desea conocer más sobre el genio alemán). Tras fundar junto a Dorothee Günther la Escuela Günther para gimnasia, música y danza en Múnich, en 1930 publica un manual titulado “Schulwerk” con su método educativo.

La publicación de los Carmina viene rodeada de tal éxito que Orff lo cataloga como el verdadero principio de su carrera musical, ordenando a su editor destruir toda su obra anterior. Este, por fortuna, no lo hará, pero lo cierto es que nada de su trabajo posterior -“Der Mond” (La luna), “Die Kluge” (La astuta), “Antigonae”, “Oedipus der Tyrann” (Edipo el tirano), “De temporum fine comœdia” y otras- alcanza el éxito de los Carmina. Un éxito que coincide, como se ha dicho, con el auge del nacional socialismo, con el que Carl Orff mantendrá una extraña relación a medio camino entre la colaboración y la resistencia. Tanto que al final de la guerra, su obra pasa de ser considerada “gray unacceptable” a “gray acceptable”.

Casado cuatro veces, sólo tendrá una hija, y muere en su Munich natal el 29 de marzo de 1982, a la edad de 86 años.

Y si quiere oír una magnífica interpretación de los Carmina Burana (cármina, recuerde), mañana y pasado mañana se los interpretan la Orquesta y Coro Filarmonía y el Orfeón Donostiarra, que abanderan un coro gigantesco de más de quinientas voces muy bien entrenadas por Nuria Fernández y José Antonio Sainz Alfaro, en el Auditorio de Madrid. De lo más prometedor. Y sin más por hoy y como siempre, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Mañana más.

Luis Antequera

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