El joven seguidor se quejaba de que, a pesar de que
intentaba hacer contemplación con todas sus fuerzas, no sentía nada y no
lograba avanzar. El Anacoreta, sonriendo, le dijo:
- La puerta de la contemplación es la aridez. No
verás, ni sentirás, ni captarás nada...Si sigues constante, a medida que vayas
avanzando sentirás una presencia en el corazón y comprenderás que Dios se
revela en la aridez, porque está por encima de nuestras facultades. Entonces
encontrarás la paz. Esa tenue presencia te llevará a encontrar a Dios en los
demás, en todo lo que te rodea. Cuando hayas logrado esta visión, toda tu vida
será contemplación.
Enviat per Joan Josep Tamburini
No hay comentarios:
Publicar un comentario