Paseaban por el parque. El joven seguidor se mostraba preocupado, porque no sabía que
regalar a su mejor amigo en el día de su cumpleaños. El Anacoreta, sonriendo, le dijo:
- Lo importante no es el regalo en sí, sino que tú mismo te entregues con el regalo. Hay
regalos engañosos. Los hacemos para que nos hagan otro a su vez o para que nos admiren, incluso buscando sobre todo el agradecimiento. Habrás oído contar la historia de aquel niño que regaló una caja vacía a su padre. Era una caja llena de besos. En cierta manera, él iba incluido en el regalo.
Se detuvo un momento para contemplar una flor del parque. Continuó diciendo:
- Mira esta flor. Dios no sólo nos la ofrece, Él se entrega con ella. Si supiéramos ver en
todas las cosas a Dios que se nos da...
Sonrió ampliamente y concluyó:
- No importa tanto lo que regales, como que tú te entregues con él...
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