El Anacoreta
y su joven seguidor estaban sentados en el parque. Frente a ellos se alzaba una
airosa y grácil palmera.
- Esta
palmera me recuerda un poema de Miguel Hernández: "Alto soy de mirar a las
palmeras; de tanto mirarlas me he vuelto como ellas..."
El joven
seguidor no dijo nada. Sabía que en esos momentos debía esperar a que el
Anacoreta se explicara.
- Es algo
así como que somos aquello que comemos, o dime con quién andas y te diré quien
eres. O lo que decían los romanos, "asinus, asinus fricat" (el asno
se roza con el asno)...Si realmente tuviéramos siempre puesta nuestra mirada en
Jesús, seríamos altos como Él...
- Hemos de
buscar modelos altos como palmeras, y, ¿qué modelo mejor que Jesús?
Y siguieron contemplando la palmera
en silencio...
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