jueves, 26 de abril de 2012

CONTEMPLATIVOS URBANOS

Es difícil ser contemplativo en la ciudad. Para serlo, nos hacen falta momentos de soledad buscada, y la sociedad, todo lo contrario, nos sumerge en una vorágine de ruidos, actividades, imágenes...

Sin embargo, es posible ser contemplativo en la ciudad. Thomas Merton, en su libro "Nuevas semillas de contemplación", nos da la clave: "Guarda puros tus ojos, silenciosos tus oídos y serena tu mente. Respira el aire de Dios."

Lo hemos dicho otras veces. Hay que saber mirar las cosas con ojos distintos, con una mirada diferente.

No se trata de cerrar los oídos a los demás, sino de eliminar de ellos los ruidos, como esos audífonos digitales que eliminan los sonidos de fondo y hacen que el sordo escuche sólo la voz...

Para serenar la mente debemos buscar al menos un momento al día, un tiempo de soledad. Un escritor que se declara agnóstico, escribe en un libro de los más vendidos este año por San Jorge, que le gusta entrar en Santa María del Mar u otra iglesia, quedarse un rato en silencio. Y dice que eso le da paz y serenidad.

Respirar el aire de Dios, es vivir en su presencia. Recordarlo, sentirlo junto a nosotros en el metro, en la calle repleta de transeúntes, en el trabajo, siempre...

Ese es el camino para conseguir día a día, ser contemplativos urbanos...

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