Sin embargo,
es posible ser contemplativo en la ciudad. Thomas Merton, en su libro
"Nuevas semillas de contemplación", nos da la clave:
"Guarda puros tus ojos, silenciosos tus oídos y serena tu mente. Respira
el aire de Dios."
Lo hemos
dicho otras veces. Hay que saber mirar las cosas con ojos distintos, con una
mirada diferente.
No se trata
de cerrar los oídos a los demás, sino de eliminar de ellos los ruidos, como
esos audífonos digitales que eliminan los sonidos de fondo y hacen que el sordo
escuche sólo la voz...
Para serenar
la mente debemos buscar al menos un momento al día, un tiempo de soledad. Un
escritor que se declara agnóstico, escribe en un libro de los más vendidos este
año por San Jorge, que le gusta entrar en Santa María del Mar u otra iglesia, quedarse
un rato en silencio. Y dice que eso le da paz y serenidad.
Respirar el
aire de Dios, es vivir en su presencia. Recordarlo, sentirlo junto a nosotros
en el metro, en la calle repleta de transeúntes, en el trabajo, siempre...
Ese es el camino para conseguir día
a día, ser contemplativos urbanos...
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