CIENCIA SIN CARIDAD EL NOMBRE DE DEMONIO DAIMONES SEGÚN LOS CLÁSICOS.
(Platón en el Cratylo y Lactancio en sus Institut. 1.2), se deriva de ciencia o sabiduría.
El demonio en realidad era sabio, pero la ciencia hincha y la caridad edifica (1 Cor. 8,1), lo cual quiere decir que la ciencia no aprovecha si no va unida a la caridad. "Los demonios tienen ciencia, pero sin caridad, y por ello están tan hinchados y soberbios que desean se les tributen, y, en cuando pueden, trabajan por conseguirlo, los honores divinos y el servicio de la religión, que no ignoran deben concederse sólo a Dios. No comprenden bien los hombres, hinchados también de una soberbia inmunda y parecidos en su falsa ciencia a los demonios, cuánto aprovecha la humildad de Dios, que apareció en forma de siervo, contra aquella soberbia de Satanás, que se había aprovechado del género humano por haberlo éste merecido" (De civ, Dei 9,20: PL, 41, 273 )
"Los demonios lo sabían muy bien, y por eso cuando veían al Señor revestido de nuestra carne, decían: ¿Qué te importa a ti de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos antes de tiempo? (Mt 1,24; Mt. 8.29). Con sus palabras demostraban su ciencia y su falta de caridad. Temían el castigo que les amenazaba y no amaban su justicia.
“SU CONOCIMIENTO LIMITADO DE CRISTO”
(Cristo) se les dió a conocer en la medida que El quiso, y tanto quiso cuanto convino. Pero
se dió a conocer no sólo a los ángeles santos, que disfrutan de una eternidad participada, en cuanto que el Verbo de Dios está con ellos, sino a aquellos de cuya tiránica potestad vino a liberar a los predestinados para su reino y gloria veraz y verazmente sempiterna".
"Se dió a conocer a los demonios no por la fe, que limpia los corazones, que es vida eterna, luz inconmutable que ilumina a los buenos, sino por ciertos efectos temporales de su poder y señales ocultísimas de su presencia que podían ser percibidas por los sentidos de aquellos espíritus malignos". En alguna ocasión juzgó oportuno suprimir esta luz y ocultarles la verdad, y por eso
tentaron al Señor para conocer si era Hijo de Dios o no (ibid., c.21: 273-274).
CIENCIA ANGÉLICA
"Esta ciencia de lo corporal y terrenal que hincha a los demonios es despreciada por los ángeles buenos, y no porque ellos ignoren todas estas cosas, sino porque tienen en tal estima a la caridad de Dios, que les santifica, y por la cual arden en santo amor hacia lo bello, no sólo incorpóreo, sino inconmutable e inefable, que desprecian todo lo que está debajo de ella y que no es Dios,
incluso a sus mismas personas, para gozar totalmente, por ser buenos, del bien por el que ellos lo son". "Conocen certísimamente todo lo temporal y mudable, porque ven en el Verbo de Dios, por el cual se hizo el mundo, todas las causas...
Los demonios no contemplan en la Sabiduría de Dios las causas eternas y en cierto modo
cardinales de los tiempos, sino que adivinan las cosas con su experiencia, mucho mayor que la de los hombres, guiándose por ciertas señales ocultas para nosotros. En ocasiones se permiten incluso anunciar el futuro, pero muchas veces se equivocan por completo".
Una cosa es conjeturar lo temporal basándose en lo mudable, y otra "prever los cambios
de los siglos, apoyados en las leyes eternas e inconmutables de Dios, que viven en su sabiduría y en la voluntad divina, certísimas y potentísimas sobre todo" (ibid., c.22: 274).
EL DEMONIO, ESPÍRITU DE LAS TINIEBLAS
Dios es luz y era El no hay tiniebla alguna (1 Io. 1,5). "¿Qué es la luz sino la caridad? ¿Quién podrá explicar estas palabras de otro modo?... Oye al apóstol Juan, que acabamos de citar y
que a continuación dice: Dios es caridad (ibid., 4,8). Por lo mismo que Dios es luz, Dios es caridad, y, por lo tanto, la caridad es la luz que se difunde en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado... El que aborrece a su hermano está en tinieblas (1 Io. 2,11). Esas son las tinieblas en que el demonio y sus ángeles cayeron por soberbia... Ellos y el diablo se separaron de la luz y del calor, y, queriendo subir con soberbia y envidia, están ahora envueltos en dueza de hielo" (Ep. 140,22: PL 33,561).
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