Con
la intensidad que tomas o rechazas a tu madre, tomas o rechazas la vida, así
mismo éxito, felicidad, salud física, relación con el dinero, y madre son
energías equivalentes.
Durante
la gestación absorbemos todo de nuestra madre, el alimento, la nutrición, sus
emociones, la relación con el padre, sus pensamientos, la manera en que percibe
el mundo y cómo reacciona ante él, no hay nada que pase desapercibido. Que el
cuerpo físico de la niña o el niño no esté completamente formado no implica que
exista una falta de consciencia.
No somos
educadas para ser madres, repetimos lo aprendido de generaciones pasadas y cada
que estamos ante una nueva experiencia como el embarazo es natural sentir "Miedo", éste miedo tiende a derivar en
una relación no sana entre la madre y los hijos, generando conflictos.
Dependiendo
de la situación vivida el hijo toma partida por alguno de los padres, o juzga a
alguno como malo, este juicio divide y aleja al amor de la relación con los
padres, en ese momento el hijo se queda sin mamá o sin papá.
El dolor
del niño se convierte en el juicio del adulto, cuando hay juicio se pone una
barrera al amor de la madre, y se genera un enojo y una tristeza inconsciente,
que se proyectará en su vida. Caminará con enojo, miedo y tristeza sin saber por
qué, pues ya ha olvidado el origen de su tristeza, escudado en la soberbia
buscará mitigar su dolor en una pareja, en una sustancia, o en cualquier cosa
que desvíe la mirada por unos momentos, pero el dolor no cesa y cada vez se
hace más grande.
Cuando se
quiere sanar con la vida, con la madre, que son energías equivalentes, hay que
elevar nuestro nivel de consciencia y que el adulto que ahora somos lleve al
niño a recobrar el amor que creyó perdido, que le quite la pesada armadura de
la soberbia y la venda en los ojos para mostrarle el amor escondido en lo que
el creyó solo podía encontrar dolor y rechazo.
El adulto
en amor a si mismo y en humildad, puede reconocer que de alguna manera eligió
nacer de ese vientre, que su madre siempre estuvo para él pues de otra manera
no estaría aquí, que las cosas nunca son como queremos que sean, son como son,
y que siempre son para nuestro beneficio, lo entendamos o no. Que nuestra madre
no nos dio ni mucho ni poco, nos dio lo que tenía en ese momento de acuerdo a
su nivel de conciencia, y eso es más que suficiente. El
amor es siempre perfecto.
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