Él le preguntó: "¿No sientes frío afuera y ni siquiera llevas un abrigo?".
El
anciano respondió: "No tengo abrigo, pero estoy
acostumbrado".
El
multimillonario respondió: "Espérame. Me iré a
casa y te compraré un abrigo".
El pobre
estaba tan feliz y dijo que lo esperaría.
El
multimillonario llegó a su casa y allí se ocupó y se olvidó del pobre.
A la
mañana siguiente se acordó del pobre anciano y salió a buscarlo pero lo
encontró muerto a causa del frío.
El pobre
anciano dejó una carta que decía: "Cuando no tenía
ropa de abrigo, tenía la fuerza mental para combatir el frío, pero cuando me
prometiste ayudarme, me aferré a tu promesa y eso mató mi poder mental".
Moraleja de la historia…
No prometas nada si no
puedes cumplir tu promesa. Puede que no sea necesario para ti, pero podría
serlo todo para otra persona.
Gabriel García Márquez
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