jueves, 13 de mayo de 2021

SOY VIRGEN Y MI NOVIA NO LO ES

La idea de su pasado me persigue, ¿cómo puedo superarlo?

Por: Jason Evert | Fuente: The Chastity Project/ La opción V

Sé cómo te sientes porque yo era virgen el día de mi boda, pero mi esposa no lo era. Como la mujer que has mencionado, mi esposa se había convertido en una nueva creación. Pero seguía siendo un desafío doloroso el vivir conociendo ese pasado. Por un lado, estaba el vacío que sentía en mi estómago cuando pensaba en ella habiendo estado tan íntimamente con un extraño al que nunca conoceré. También sentí resentimiento hacia los otros chicos y nunca quise sentirlo hacia ella. Luego, estaba la decepción de haber esperado tanto para entregarme por completo a alguien, y desear que ella compartiese conmigo la experiencia de la noche de bodas como algo totalmente único. ¿Te suena familiar? Recibo un sinnúmero de e-mails de hombres y mujeres que como tú están luchando con el pasado de sus parejas. Aquí te ofrezco una estrategia para superar la dificultad:

Una de las razones por las que estos pensamientos siguen llegando a tu mente es porque probablemente estás tratando de empujarlos fuera de tu mente sin afrontarlos. Barrerlos y esconderlos bajo una alfombra va a hacer que te sigan molestando. Como yo lo veo, la solución no es reprimir estos pensamientos, sino afrontarlos, lidiar con ellos, aceptándolos y elevándolos. Cada vez que tengas pensamientos inquietantes, toma las siguientes medidas:

1. Agradece a Dios. Actúa contra los sentimientos de amargura y dolor agradeciendo a Dios por haberla sacado de ese estilo de vida. Esto va a ayudar a que el resentimiento no afecte tu relación. Recuerda: ella no te fue infiel a ti. Sólo tomó algunas malas decisiones y, lo más probable, es que se arrepienta de ellas. Si eres como yo, tú también has cometido algunos errores en el pasado, mirando pornografía o habiendo hecho cosas con otras chicas. Recuerda que el resentimiento es una opción, no solo una emoción. Necesitas rechazarlo activamente y arrancarlo de raíz.

2. Ofrécelo. En vez de pensar en su pasado y estar abatido por eso, ofrece esos pensamientos a Dios apenas comiencen a llenar tu mente. Hazlo así: Cuando empieces a pensar en sus acciones y relaciones anteriores, toma eso como un recordatorio para orar por la sanación de los recuerdos y por la conversión de los hombres con los que salía. A causa de los sufrimientos de Cristo, nuestras pruebas tienen un valor redentor cuando los aceptamos con fe y se los ofrecemos a Él. Debes darte cuenta del bien que el Señor puede hacer a través de eso. Usa tu sufrimiento para traer gracia a otros. Este paso es muy importante. Cada vez que los recuerdos aparezcan, quiero que ores por la sanación de ella y por la conversión de ellos. En otras palabras, deja que el dolor se convierta en oración.

3. Vive puro. Céntrate en llevar una vida pura con ella. Puede que tú no seas el hombre con el que se vaya a casar algún día, y si ese es el caso, desde luego no vas a querer añadir más remordimientos a los que ya tiene para que ella se los lleve a su futuro matrimonio. Con el fin de vivir una vida pura, también es necesario que tú no estés viendo pornografía. Esto va a infectar la herida en tu relación y va a intensificar tus inseguridades, porque hará que los pensamientos sobre su pasado sean más visuales en tu imaginación.

4. Habla con ella. Si la relación se dirige hacia el matrimonio, no tengas miedo de hablar con ella acerca de la lucha que estás teniendo. Es mejor que estos temas salgan a la superficie antes del matrimonio que dentro del matrimonio. Si no te sientes preparado para esto, tal vez puedas hablar con un sacerdote o algún otro consejero que respetes (sin traicionar la confianza que ella te tuvo). En otras palabras, lo mejor es hablar con alguien que ya conoce su pasado o que no la conoce en absoluto.

Sin embargo, recuerda que las buenas relaciones requieren una comunicación abierta y honesta. Cuando expreses tus inquietudes, asegúrate de no echarle la culpa por su pasado, sino más bien expresa el hecho de que quieres trabajar en ese problema junto a ella. Nunca, jamás, uses esto contra ella. Por el contrario, comparte tus inseguridades, miedos, o heridas y déjala que te ame. Esto va a requerir un poco de vulnerabilidad de tu parte, paciencia y empatía de su parte. Si su amor es fuerte e indulgente, ambos van a poder superar esta dificultad.

Al hacer esto, no preguntes cosas muy específicas con respecto a las cosas que ella hizo con el o los chicos. Esta información va a hacer más daño que bien. Conocer las intimidades anteriores de tu pareja a menudo causan sentimientos de dolor, de inferioridad o resentimiento hacia ella. Hablar desde tu lucha va a ayudar a proteger tu corazón del veneno de la falta de perdón. Pero tómalo con calma con ella, no lo arrastres para siempre, ya que esto puede crear un resentimiento de su parte hacia ti. Oí una vez que un joven se acercó en llanto al Padre Pío porque su novia había terminado con él. El santo le dio una bofetada y le dijo: “¡sé hombre!” Por duro que suene, eso era justo lo que ese muchacho necesitaba.

Es totalmente razonable que te sientas herido por su pasado. Esto es natural. No es una señal de que no la has perdonado. Es una señal de que tienes un corazón humano. Perdonar a alguien no es lo mismo que entumecimiento. Se trata de dejar de tener algo en contra de esa persona. Es una decisión. Con el tiempo las heridas se curan, pero no está bajo tu control no sentirte de cierta manera. Esperemos que ella sea paciente contigo mientras trabajas en esto. Como una nota de aliento, me he dado cuenta que con el tiempo todo mejora, y que —en nuestro caso— el matrimonio ha sido muy sanador. Por ejemplo, a pesar de que la mujer con la que estás haya experimentado actividad sexual en el pasado, la intimidad matrimonial va a ser única para ella, porque nunca ha experimentado el don de la intimidad pura como Dios lo quiere, como Sacramento.

Si ves que el problema no está mejorando, sino que está produciendo resentimiento entre ustedes, busquen ayuda en un consejero matrimonial, sacerdote, o papás con quien hablar. El matrimonio es una de las decisiones más importantes que tendrás que tomar, y necesitas rodearte de consejeros sabios. La mujer con la que estés no debería vivir con la nube de su pasado flotando sobre ella para siempre. Tu tarea es ayudar a sacar eso de allí.

5. Refleja el amor de Dios para ella. Un hombre en tu situación una vez me escribió contando cómo se sentía un poco “estafado” por el pasado de su novia. Puedo entender por qué sintió eso, pero tenemos que recordar que no nos estamos guardando para recibir sino para dar. El amor auténtico es simplemente dar y no buscar algo a cambio. Si te conviertes en su esposo, no recibirás el don de su virginidad, pero recibirás algo mejor: el donde sí misma. Sería una pena perder el don de una persona en la búsqueda del don de la virginidad. De hecho, sé de una pareja que estaba a punto de comprometerse, pero terminó rompiendo la relación porque el chico no podía aceptar el pasado de la chica. Fue trágico, porque no podía ver que al no aceptar su pasado, estaba perdiendo un hermoso futuro.

Basta ver cómo Dios nos ama incondicionalmente y cómo nosotros en cambio somos tan mezquinos. De hecho, la Biblia frecuentemente habla de cómo Israel “habiendo fornicado” y olvidado su primer amor, que era Dios, fue perdonado por Dios de sus pecados una y otra vez y amado a pesar de su pasado. No estoy comparando a tu novia con una prostituta (o a ti con Dios), simplemente estoy diciendo que si decides aceptar su pasado estarías amándola de la manera como Dios ama. Ella necesitará amarte incondicionalmente también a ti, si esperas tener un matrimonio duradero. Todos tenemos nuestras propias imperfecciones. Dios no guarda ningún rencor hacia ella, y tú tampoco deberías hacerlo.

Recuerda que la aceptación incondicional de tu novia te hace más hombre a sus ojos que cualquier otra cosa que puedas hacer por ella. Ella puede estar preguntándose a sí misma: “¿Soy digna del amor? ¿No soy poco valiosa? ¿Soy digna de ser amada?” Tú juegas un papel muy importante en su sanación, al morir a ti mismo por amor a ella. Lo creas o no, ésta herida que sientes ahora ha sido dada por Dios para curar tu propia alma. Te va a ayudar a asemejarte a Cristo, a purificar tu amor, e incluso a fortalecer tu futuro matrimonio si continúas respondiendo a la gracia de Dios para llevar esta cruz. Ambos juegan un papel importante en la curación del otro, y no puedes perder eso de vista.

La Madre Teresa dijo que para que el amor sea verdadero, debe doler, nos debe vaciar de nosotros mismos. Por lo tanto, te animo a mirar el Crucifijo, que es el máximo signo de amor. Solo a través de él, Cristo llegó a la alegría de la resurrección. Asimismo, el Papa Juan Pablo II dijo que cuando se trata de relaciones:

“Amamos a la persona completa con todas sus virtudes y defectos, y, hasta cierto punto, independientemente de sus virtudes y a pesar de sus defectos. La fuerza de un amor tal emerge más claramente cuando la persona amada se tambalea, cuando sus debilidades e incluso pecados salen a la luz. Quien ama de verdad no retira su amor, sino que ama más, ama con plena conciencia de las carencia y los errores del otro, y sin que apruebe alguno de ellos en lo más mínimo.” (Karol Wojtila, Amor y Responsabilidad)

Para mí, la paz llegó con la aceptación. Es entonces cuando nos damos cuenta de que el perdón no es un sentimiento, sino una decisión. Claro, el dolor no va a desaparecer de un día para el otro. Para mí, los pensamientos y los dolores han ido y venido. Pero cada vez que surgen, me detengo y oro por la curación de ella, y por la conversión de los hombres con los que estuvo. Sé que cuando damos rienda suelta al poder del sufrimiento redentor, Dios puede usarlo para un gran bien.

En resumen, lo más importante que hay que hacer es tener un corazón agradecido por la mujer en la que se ha convertido, y ser paciente contigo mismo y con ella cuando estas emociones se despiertan dentro de ti. Úsalas como un recordatorio para orar por su sanación, decídete a mantener tu relación pura, y muéstrale el amor de Dios. Haz éstas cosas, y en Su tiempo, Dios va a curar las heridas en ella y hasta en ti. Mientras tanto, no temas de que estos pensamientos que te persiguen ahora jamás vayan a disminuir. Con el paso del tiempo, vas a sentir mucha paz mientras tu amor crece en profundidad.

Traducción de Fabiola Espinoza

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