Cuando hablamos de la bondad y la maldad moral, es decir, de la bondad o maldad en las acciones que el ser humano realiza, una pregunta obligada que corresponde hacer es, ¿con base a qué criterios podemos establecer qué es lo bueno y qué es lo malo?
Frente a esta pregunta,
tenemos dos posibles caminos. El primero de ellos, el de una moral
inmanentista. El segundo, el de una moral realista. Ambos son opuestos y
absolutamente incompatibles. Trataremos de explicar en qué consiste cada uno.
1. ¿QUÉ ES UNA MORAL INMANENTISTA?
La primera postura se denomina
inmanentismo debido a los términos latinos de los que está compuesto: in —en— y manere —permanecer—.
Para el inmanentismo, la regla
para establecer qué es lo bueno y qué es lo malo, permanece en el propio
sujeto, es decir, depende del querer del ser humano. Esto puede darse de dos
modos distintos.
PRIMERA FORMA DE INMANENTISMO: MORAL COMO IMPOSICIÓN
La primera forma de
inmanentismo es aquella en la cual lo bueno y lo malo es establecido por
alguien —un sujeto o un grupo en el poder— y es impuesto a los demás a través
de algún mecanismo de coerción.
No hay una razón de fondo para
establecer qué es lo bueno y qué es lo malo. Lo bueno y lo
malo depende exclusivamente del querer de la autoridad y no tiene por qué ser
razonable.
Es lo que ocurre con
expresiones como: «no lo hagas porque es pecado»,
«no tiene por qué ser razonable: es pecado y punto». O en un contexto
más general: «hay que hacerlo porque lo dice la
ley», sin reparar si su contenido es justo.
Aquí lo que tratamos de hacer
es analizar una postura moral según la cual la bondad o la maldad de algo
depende exclusivamente de lo que dice la autoridad. No hay una razón de fondo: algo es así porque alguien lo dice y punto.
Esto claramente puede llevar a
arbitrariedades, llegando a sentirse muchas veces como una imposición que
termina quitando libertad.
«No debo tener
relaciones sexuales antes del matrimonio porque es pecado. ¿Y por qué es
pecado? No lo sé, pero es pecado».
SEGUNDA FORMA DE INMANENTISMO: LA MORAL DEPENDE DE
CADA UNO
La segunda forma de
inmanentismo puede derivarse de la anterior. Dado que una moral que depende
exclusivamente del querer de una autoridad puede llegar a sentirse como una
imposición.
Y a fin de liberarse, uno finalmente termina asumiendo que lo que está
bien y lo que está mal depende del querer de cada uno.
Cada sujeto, atendiendo a los
criterios que considera más relevantes, establecerá para sí el bien y el mal.
Crea para sí sus propias normas, sin interferencia de terceros. Cada quien es
dueño del bien y del mal, como planteaba Nietzsche al hablar del Superhombre.
Para
el inmanentismo no es posible establecer criterios objetivos para establecer
qué está bien y qué está mal. En última instancia, lo bueno y lo malo depende del querer de alguien:
de alguien con autoridad, o de cada uno.
2. UN CAMINO DIFERENTE: UNA MORAL REALISTA
La postura realista, en
cambio, toma otro camino. Señala que lo que está bien
y lo que está mal no depende del querer de algún sujeto, sino que se establece
en atención a su naturaleza. Se
pasa de un criterio subjetivo a uno objetivo.
¿Qué es «bueno»
para las aves? En atención
a su naturaleza, volar. De igual modo, el bien y el mal para el ser humano se
deberá explicitar a partir de lo establecido en su naturaleza.
¿Qué
será bueno para alguien? Aquello que lo perfeccione en cuanto ser humano. ¿Y qué será
malo? Aquello que
lo aleje de dicha perfección.
Vista así, la postura realista
marca un camino de plenificación. Será bueno aquello que a uno le haga bien en
cuanto ser humano, aquello que lo haga ser una mejor persona.
Y será malo aquello que lo
dañe en cuanto ser humano, aquello que lo corrompa, aquello que no lo deje ser
una mejor persona.
No
hablamos aquí de gustos o preferencias personales, sino de aquello que
perfecciona o corrompe al ser humano en atención a su naturaleza.
Vista así la moral, los
criterios para establecer lo bueno y lo malo están inscritos en la naturaleza
del propio ser humano, y deben ser conocidos a partir de esta.
Es decir, algo propio de la
postura realista es que uno no solo puede saber qué es
lo que está bien y lo que está mal, sino también por qué algo está bien o está
mal.
3. UNA APLICACIÓN AL MUNDO DE LA SEXUALIDAD
En lo referido al mundo de la
sexualidad, es importante recordar que el ser humano ha sido hecho para amar.
Se trata de algo que está ya inscrito en nuestra propia naturaleza, y no
depende de nuestro querer.
A partir de lo expuesto, ¿cuál es el criterio para establecer qué es lo bueno y qué es lo malo en
materia de sexualidad?
Ese criterio nos lo dará el
amor. Hablamos aquí de amor no entendido como un sentimiento, sino como la
decisión de buscar el bien y lo mejor para la otra persona.
Visto así el amor, lo más
opuesto a amar será usar. En efecto, al usar, se busca el propio
bien a costa de la otra persona.
Elegir el camino del amor
perfecciona al ser humano, lo plenifica. En cambio, elegir el camino del uso lo
corrompe, lo daña, alejándolo de su perfección.
Hasta aquí nuestra reflexión,
déjanos saber en los comentarios qué opinas del tema. ¿Habías
escuchado de estos dos tipos de moral?
Nuestro autor también tiene un
blog llamado www.amafuerte.com
donde puedes encontrar más contenidos sobre este tema.
Escrito por Daniel Torres Cox
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