Lo de la Universidad
Complutense de Madrid sorprende ya a pocos. Un congreso de Satánicos (“¡y de
Carabanchel!” como diría el personaje de Santiago Segura en El Día de la
Bestia). Como no compartan técnicas para desangrar cabritos, yo ya no sé.
Pero es que me causa menos estupor eso que la
reacción de la delegación de pastoral universitaria, que directamente ha
cerrado una capilla a cal y canto para impedir a un grupo de alumnos rezar el
Rosario mientras tiene lugar dicho congreso.
La capilla de Filosofía está
bajo la responsabilidad de don Juan Carlos Guirao Gomáriz, que quizás les suene porque plantó
cara a Podemos en un
debate. ¿A ese diablo sí y a este no, don
Carlos?
Desde luego la responsabilidad
de que se abra o deje de abrir esa capilla reside en última instancia en otro
Carlos, que es el cardenal-arzobispo de Madrid, pero lo que me deja atónito son
los comentarios a la negativa.
“Se vería como
una provocación a los satanistas y dicen querer evitar “situaciones
desagradables” por lo que han decidido clausurar el lugar de culto
inmediatamente tras la misa de 8 de la mañana que se celebra a diario”.
Lo de siempre. Ellos pueden provocar, ellos te pueden liar un congreso en una
institución pública (sí, tú y yo pagamos la complutense), pero tú y yo no tenemos derecho ni a rezar el Rosario en
una capilla porque al capellán de turno se le han hecho los machos un nudo en
la garganta. ¡Vergüenza!
Pero con todo, no me lo creo.
Una persona que ha demostrado, y además lo ha hecho con caridad, que te puedes
enfrentar a un oponente ideológico sin “provocar”, no
entiendo que decida de esta manera. Sospecho órdenes de más altas instancias,
pero tendría uno más suerte investigando al CNI que ciertos círculos de esta
nuestra Iglesia Católica.
La decisión me parece, desde
luego, despreciable. En la tónica, a la que ya nos tienen acostumbrados pero,
desde luego, nunca rendidos. La tónica del intentar apaciguar al adversario
haciéndose el muerto. Hasta tal punto que ya nos lo creemos, que nos creemos
que no pintamos nada en la vida pública, que ellos tienen la plaza.
Y no es así. Muchos millones
de españoles son lo que aún van a Misa, sí, pero otros sin ir no están lejos de
un ideal de Vida Cristiana que a veces incluso tienen más claro que los más
devotos. ¿Por qué defienden un ideal que no
comparten? Quizás porque entienden que es el mejor, el que nos hace más
libres, el que es sencillamente la Verdad.
Allá cada uno y su conciencia
pero nunca se ha ganado una guerra renunciando a
presentar batalla. Y no nos equivoquemos: la guerra de las ideas se
libra todos los días. Y hoy se ha perdido por deserción.
+Pax et Bonum
Miki V.
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