El tiempo de
Adviento dispone de una riqueza bíblica que nos lleva a lo largo de la
Escritura, a meditar una serie de textos que iluminan y preparan el alma a
vivir mejor la Navidad.
Por: Anwar Tapias Lakatt | Fuente: CatolicosFirmesEnSuFe.org
El tiempo litúrgico de Adviento como tiempo preparatorio a la Navidad, dispone
de una riqueza bíblica que nos lleva a lo largo de la Escritura, a meditar una
serie de textos que iluminan y disponen el alma a vivir mejor la Navidad. Los
cuatro domingos nos presentan a cuatro personajes que toman un protagonismo
debido a su papel en anunciar la venida del Señor. Estos cuatro personajes son:
el Profeta Isaías, San Juan Bautista, san José y la
Santísima Virgen María.
EL
PROFETA ISAÍAS
Los cuatro domingos de Adviento toman la primera
lectura del profeta Isaías en el ciclo A, que es el que iniciamos este año.
Isaías es un profeta que se identifica con el anuncio constante de la venida
del Mesías, por ello su papel es muy importante en Adviento. Es un profeta,
pero como profeta vive la presencia de Dios, a pesar de la situación del
pueblo, no deja de anunciarles la venida del Señor, y de sus planes. Nada deja
que Isaías decaiga en su misión. De las lecturas propuestas para Adviento
podemos apreciar algunas frases claves del mensaje de Isaías para este tiempo.
Presentaremos una de cada domingo: "Venid; caminemos a la luz del Señor" (Is 2, 5)
Adviento nos debe llevar a identificar esa luz,
que ilumina nuestro camino. Esa luz es Cristo que viene a vencer la oscuridad
de nuestra cotidianidad y traernos un mensaje salvador. Esa luz que sólo brilla
por el poder de Dios, y no puede ser apagada jamás por ninguna oscuridad.
"Aquel día, brotará un
renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se
posará el espíritu del Señor" (Is 11, 1)
Cristo es ese renuevo. Sobre él viene el
Espíritu del Señor, y por ello debemos anhelar su espera, porque viene a darnos
vida. Nuestra espera debe reconocer que sólo Jesús nos puede salvar, nadie más.
"Sed fuertes, no
temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá
y os salvará" (Is 35, 4)
Isaías no sólo anuncia una acción de Dios, sino
que muestra que el mismo Dios viene en "persona"
a salvarnos. Adviento es un tiempo para ser fuertes en la espera, y no
distraernos en el consumismo de estas fechas. Ser fuertes porque pronto vendrá
Jesús a salvarnos.
"La virgen está
encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa
"Dios-con-nosotros" (Is 7, 14)
Isaías anuncia el nacimiento histórico de Jesús,
y menciona a la Virgen María. Ese Dios que viene se llama Dios con nosotros. Es
un Dios cercano, que viene a nuestra historia a darle sentido. No desde lejos,
sino cercano, en medio de su pueblo Dios se manifiesta.
Estas lecturas de Isaías en Adviento avivan en
nosotros la alegre espera, por la luz que se enciende, por la pronta
liberación, por la esperanza que se aviva de un Dios que estará con nosotros.
SAN
JUAN BAUTISTA
San Juan Bautista es una figura importante en
Adviento porque es quien prepara el camino del Señor. El sentido de san Juan en
Adviento es más para que meditemos y preparemos su venida escatológica. Si bien
San Juan no anuncia el nacimiento de Cristo, sí prepara el camino para la obra
de Cristo. De ese modo, la figura de San Juan nos debe abrir el corazón a
prepararnos buscando la conversión permanente. San Juan no buscó brillar, sino
que sabía que él anticipaba la venida del Importante, así nosotros en este
tiempo debemos hacer brillar la luz de Cristo, esa luz que esperamos con gozo.
De los textos que el tiempo de Adviento nos trae
en la figura de San Juan Bautista podemos destacar: "Convertíos, porque está
cerca el reino de los cielos" (Mt
3, 1)
San Juan anuncia a Cristo, pero no para que sólo
sepamos que viene sino para que demos frutos de conversión en su venida. La
conversión no es para después, es ahora, es en cada momento de nuestra vida. El
Reino de Dios no puede llegar y dar frutos si no buscamos la conversión.
Dejemos que la gracia de Dios nos lleve a la auténtica conversión, esa que sólo
brota de la misericordia para un pecador arrepentido.
"Entonces, ¿a qué
salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien
está escrito: "Yo envío mi mensajero delante
de ti, para que prepare el camino ante ti." Os aseguro que no ha nacido de
mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino
de los cielos es más grande que él." (Mt 11, 10-12)
Cristo mismo nos indica quién es San Juan. Es su
mensajero, y a pesar de vivir en el desierto, con poca ropa y poca comida, no
hay nadie más grande entre los nacidos. Adviento es una oportunidad de revisar
a qué le damos valor en la vida. En una época tan consumista, lo importante no
es la comida que gastemos ni la ropa nueva, es abrir el corazón. ¿Dónde nacerá Cristo? ¿entre lo que compres o en tu
corazón?
San Juan, profeta de Dios, que no se sentía
digno de desatarle las sandalias a Cristo nos lleva por el camino de la
humildad y la sencillez, pero también por el camino de la autoridad para
denunciar el pecado y llamarnos a la conversión.
SAN
JOSÉ
San José es otro personaje importante de
Adviento. Su papel fue vital aunque su figura no sea tan mencionada. San José
es el padre adoptivo de Jesús, y por tanto
desde antes de su nacimiento debió encarar varias situaciones que manejó guiado
por el Señor. Acoger a María como su esposa lo hizo guiado por el Señor,
colocarle el nombre a Jesús, huir para salvar su vida, y regresar nuevamente lo
hizo guiado por el Señor. En el camino de la fe, la obediencia es fundamental.
San José, hombre justo y casto nos enseña que un hombre guiado por Dios no se
equivoca. Cuidemos del verdadero espíritu de Adviento como San José, que nada
nos aparte de cumplir la voluntad de Dios.
De las lecturas de Adviento en que mencionan a
San José podemos destacar: Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el
ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer (Mt 1, 24)
San José escuchó al ángel y fue obediente. Llevó
a María a su casa, a pesar de lo que pudieran decir los demás. No vivió para
agradar al mundo sino a Dios, amando a la Virgen con un amor puro. En Adviento,
¿Qué llevamos a casa? ¿luces, adornos, lujos? Adviento
no es para eso, es para preparar cuidando que nuestro corazón reciba con amor y
sencillez a Jesús que viene a nacer en nuestra vida. Como San José, aprendamos
a obedecer la voz de Dios y cuidar de que nuestro corazón sea apto para que
nazca el Señor.
LA
SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
La Santísima Virgen María es la figura más
importante en la vivencia del Adviento. Quien mejor que ella, que llevó en su
seno al Hijo de Dios, nos puede enseñar a vivir el Adviento como debe ser. ¿Qué hizo María antes del nacimiento de Jesús? Vemos
que ella creyó en la Palabra del Señor, visitó a su prima Isabel para servirla,
y dio a luz en un humilde establo. Su camino estuvo marcado por la sencillez,
el silencio y el servicio.
Adviento es un tiempo para eso, para la
sencillez de poder vivir la espera con alegría por el que viene. No es lo
material, no es lo que compremos lo que le da sentido a la época, sino el gozo
de saber que Cristo viene, y que su luz quitará las tinieblas del pecado. Es un
tiempo para el silencio, porque en el silencio, lejos del ruido podremos
escuchar la voz del Señor y saber qué debemos cambiar para recibirlo con la
mejor disposición. Es un tiempo de servicio para tender la mano a tanta gente
necesitada, tanta gente que espera ver el rostro misericordioso de Dios a
través de nuestra ayuda generosa.
María en su corazón acogió la Palabra del Señor
y por eso lo concibió primero ahí que en su seno. María llevaba en su vientre a
Jesús y así fue llevada a casa de San José, por ello podemos ver en esa actitud
de la Virgen, el llamado de que todos llevemos a Jesús en nuestro corazón:
Cuando José se despertó,
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer (Mt 1, 24)
Tal vez estés lejos de tu casa, tal vez esta
Navidad no estés con los tuyos, pero a donde vayas, lleva el rostro de Jesús,
el del niño que nace en el Belén de nuestro corazón, en donde él nace para
salvarnos.
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